Tras décadas bajo las sombras del régimen comunista, la Iglesia Ortodoxa Serbia puja por elevar su presencia en la vida pública.
Esa intención quedó en evidencia la semana pasada, cuando el Santo Sínodo, máximo órgano de la Iglesia, encomendó las funciones del patriarca (equivalente en las vertientes ortodoxas eslavas del cristianismo al Papa de la Iglesia Católica) a su miembro más antiguo, Metropolitan Jovan.
Mientras la Iglesia Ortodoxa Serbia se prepara para la sesión de la Sagrada Asamblea de Obispos del 14 de mayo, circulan especulaciones sobre la posible elección de un nuevo líder religioso en sustitución del patriarca Pavel, cuyo estado de salud, a los 93 años, es muy frágil.
Algunos sacerdotes mostraron recelo ante cualquier intento de reemplazo.
"El patriarca es el orgullo y el eje moral del pueblo serbio y la de la Iglesia. Debería seguir siendo el jefe", dijo el obispo Lavrentije en una declaración pública. "Sustituirlo desataría la ira de Dios y la ira de la nación contra los obispos."
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Muchos serbios consideran que el anciano patriarca es un hombre santo, dado su ascético estilo de vida y su impecable conducta religiosa. Pero otros buscan un líder más activo, en un momento en que el rol de la Iglesia es objeto de disputa.
"La Iglesia ha asumido la función que el Partido Comunista tuvo en este país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)", dijo el analista religioso Mirko Djordjevic a la radio B92. "Nunca antes la Iglesia cumplió ese rol, que le demanda presencia en todas las esferas de la vida."
El régimen comunista transcurrió en Serbia, integrada en la hoy disuelta Federación Yugoslava, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída de su líder, Slobodan Milosevic, en 2000.
En los años 90, Milosevic cambió el nombre del Partido Comunista Serbio a Partido Socialista, y distendió el vínculo con la Iglesia, conflictivo durante el régimen que le precedió, encabezado por Josip Broz (Tito) entre 1953 y 1990 y luego por una presidencia colectiva.
La Iglesia volvió a participar como invitada en acontecimientos nacionales. Así, los obispos solían asistir a recepciones de Estado y sesiones parlamentarias, e incluso bendecir construcciones públicas.
Algunos religiosos, incluso, abrieron un debate sobre la eliminación de la teoría de la evolución natural de Charles Darwin de los programas de estudios. Además, el régimen de Milosevic introdujo la educación religiosa a partir del primer grado.
"Esto no ocurrió porque Milosevic fuera un hombre secretamente religioso, aunque su padre era profesor de teología, sino porque vio la oportunidad de manipular los sentimientos nacionales de los serbios", dijo a IPS el analista Desimir Tosic.
La Iglesia Ortodoxa Serbia, que predomina en el país desde el siglo XIII, apoyó al gobierno en los años 90, durante las sangrientas guerras de secesión de la antigua Yugoslavia, en especial la "defensa de los serbios en peligro en Bosnia-Herzegovina y Croacia".
La mayoría de las más de 100.000 víctimas de las guerras fueron no serbias, asesinadas por fuerzas de seguridad del régimen de Milosevic o de paramilitares de ese origen, pero la Iglesia no dio muestras de mayor compasión hacia ellas. A sus ojos, los serbios siguen siendo las únicas víctimas de esas conflagraciones.
La posición adoptada por el régimen y la Iglesia impidió que muchos serbios conocieran al verdad de la guerra y estrechó la posibilidad de reconciliación con sus vecinos.
En las iglesias ortodoxas de Bosnia-Herzegovina, los sacerdotes bendecían a las unidades serbias antes cuando se aprestaban a atacar a los bosnios musulmanes. A sus ojos, esa guerra fue contra los no cristianos. Y la de Croacia también fue de carácter religioso, pero contra los católicos.
Algunos sacerdotes fueron registrados en filme portando rifles automáticos, llamando abiertamente a los "voluntarios" a la batalla en Bosnia-Herzegovina o en Croacia.
Algunos creen que la Iglesia Ortodoxa Serbia, incluso, brinda refugio a uno de los criminales de guerra más buscados, Radovan Karadzic, oculto desde hace más de 10 años.
Karadzic es requerido por el Tribunal penal Internacional para la antigua Yugoslavia (ICTY) por crímenes de guerra contra no serbios en Bosnia.
El ICTY lo acusa de dirigir en julio de 1995 la masacre de 8.000 hombres y niños musulmanes en el enclave de Srebrenica, y también el sitio de Sarajevo, que se cobró más de 10.000 vidas.
Pero la Iglesia está orgullosa del "regreso de los serbios a su fe". Desde los años 90, cada vez más serbios solicitan a los sacerdotes que consagren sus casamientos y el bautismo de sus hijos.
Los religiosos son vistos ahora regularmente en servicios fúnebres o bendiciendo la tradicional torta hogareña en la celebración de la "slava", fiesta dedicada al santo de la familia.
"Muchos factores llevaron a la gente de vuelta a la iglesia", dijo a IPS Radovan Bigovic, ex decano de la Facultad de Teología de Belgrado. "Esto tiene más que ver con la civilización moderna, que no brinda ninguna satisfacción ni consuelo espiritual al pueblo."
Pero aunque casi 95 por ciento de los serbios se declaran "de religión ortodoxa" y casi la misma cantidad dicen "celebrar Navidad y Pascua", una encuesta sugiere que apenas siete por ciento son verdaderos creyentes, y más de 45 por ciento nunca van a la iglesia.