La elección de un nuevo líder del partido húngaro de Eslovaquia reaviva la polémica sobre las pretensiones autonómicas de parte de esa comunidad minoritaria.
La posible radicalización de la política en ese país también obedece al recrudecimiento de una retórica antihúngara dentro del ultraderechista Partido Nacional Eslovaco (SNS), que ahora integra la coalición gobernante con los socialistas del Partido Smer (dirección).
El SNS es conocido por su acérrima oposición a la autonomía de esa minoría étnica, postura apoyada por muchos eslovacos.
En Eslovaquia, un país de cinco millones de habitantes e independiente tras la escisión de Checoslovaquia en 1993, hay 500.000 húngaros, que constituyen alrededor de 10 por ciento de la población.
Las relaciones entre eslovacos y húngaros se han caracterizado históricamente por la desconfianza. La caída del sistema socialista en 1989 reavivó esas tensiones. La lengua y la nacionalidad eslovacas fueron duramente reprimidas por las autoridades húngaras bajo el Imperio Austrohúngaro que se desintegró en 1918.
En abril, Pal Csaky fue electo presidente del opositor Partido de la Coalición Húngara (SMK) en reemplazo de Bela Bugar, considerado un político pragmático y admirado por gran parte del espectro político de Eslovaquia.
Su estilo conciliador le hizo ganar respeto y votos entre los eslovacos, que lo consideraban un político reformista. Algunos analistas llegaron a sostener que su origen étnico era el único impedimento para que se convirtiera en primer ministro.
Su mayor logro político fue unificar las fuerzas húngaras en un partido, que terminó uniéndose a la coalición gobernante de derecha entre 1998 y 2006.
Pero tras las elecciones parlamentarias de 2006, en las que el SMK obtuvo 11,8 por ciento de los votos y perdió algo de su apoyo popular, el partido pasó a la oposición.
El socialista Smer fue el triunfador, y no le perdonó al SMK su participación en el gabinete de derecha, por lo que formó su gobierno con el populista Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS), del ex primer ministro Vladimir Meciar, y con el SNS de extrema derecha.
El SMK, que apoyó reformas a favor de una economía de mercado, perdió gradualmente miembros del gobierno, y varios integrantes del partido quedaron descontentos por la pérdida de influencia en el contexto político eslovaco.
Además, los supuestos vínculos de Bugar con los lobby empresariales y su presunto desprecio por las opiniones diversas dentro del partido le costaron el cargo.
Pero con el nuevo liderazgo, muchos eslovacos temen que la cuestión de la autonomía húngara se discuta más abiertamente.
"Csaky tiene fama de expresarse en forma más clara, pero no favorecerá el extremismo", dijo a IPS el presidente del independiente Instituto de Asuntos Públicos de Eslovaquia, Grigorij Meseznikov.
Según Meseznikov, las cuestiones étnicas influyeron en la comunidad húngara, pero según él, el fenómeno es "una reacción al ambiente político" que se vive en Eslovaquia.
En las elecciones internas del SMK, Csaky contó con el respaldo de su controvertido vicepresidente Miklos Duray, quien abogó repetidas veces por la autonomía húngara. Además, tiene fama de nacionalista radical, y algunos de sus compañeros consideran que daña la imagen del partido por el contenido de sus declaraciones inoportunas.
"Es muy posible que el asunto de la autonomía se discuta más, pero eso es legítimo. La cuestión es cómo los políticos del SMK van a tratar el tema ya que para obtener la autonomía habría que reformar la Constitución y no tendrían mayoría para hacerlo", señaló el analista.
"No veo necesidad de una autonomía territorial, la mejor solución sería que el partido húngaro participara en el gobierno. Al integrar una alianza democrática más amplia, pueden participar en más asuntos", explicó Meseznikov a IPS.
Csaky prometió centrarse más en sus votantes húngaros, pero por ahora niega toda tentativa de impulsar la autonomía y prometió continuidad. Sin embargo mencionó su interés por cuestiones sociales, lo que es interpretado como un giro a la izquierda del Partido Demócrata Cristiano.
Pero también dijo que formaría una alianza con el gobernante partido "populista" de izquierda y señaló que seguiría fomentando la cooperación con las fuerzas demócrata-cristianas de izquierda.
"Una economía de mercado de orientación social no es una invención de los partidos y teóricos de izquierda, sino una doctrina clásica de los demócrata-cristianos", afirmó en declaraciones a la prensa.
Pero aún no hay indicios positivos para el nuevo líder, pues las últimas encuestas de opinión revelan su baja popularidad y una disminución del apoyo que concita el SMK.
El partido padece cierto aislamiento político, mientras sus ex aliados del gobierno se distancian y esperan a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
Pero existe otro tema que posiblemente tense aún más las relaciones entre eslovacos y húngaros. El vicepresidente del SMK reclama indemnizaciones económicas, aunque simbólicas, para esa comunidad minoritaria que, al igual que los alemanes, fueron desplazados tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en la entonces Checoslovaquia.
Debido a la alianza entre Alemania y Hungría, los húngaros de Checoslovaquia fueron considerados "traidores", y toda la comunidad fue castigada con la expropiación y la supresión de su nacionalidad. Algunas de esas medidas fueron canceladas en 1948.