Las parejas de nuevos ricos de China optan por tener más de un hijo, violando la limitación impuesta por el gobierno, alegando que así impiden que se conviertan en unos malcriados sin respeto por sus padres o por las responsabilidades.
La nueva filosofía, en auge en las ciudades de China, desafía los esfuerzos gubernamentales de varias décadas por controlar el crecimiento demográfico en este país hoy con más de 1.300 millones de habitantes y donde lo común era ensalzar el concepto de "menos nacimientos, mejor calidad de la nación".
Los funcionarios de planificación familiar advierten que el país podría afrontar una crisis de población si más parejas ricas continúan ignorando la estricta política de tener un solo hijo y crean familias grandes, como fue la norma en este país antes de la llegada al poder del Partido Comunista.
Bajo las controvertidas reglas, introducidas por los gobernantes comunistas a fines de los años 70, las parejas deben pagar multas si tienen dos hijos o más. Pero mientras la economía del país florece y los estándares de vida se elevan, cada vez más familias en las ciudades ven que pueden pagar por lo que ahora perciben como el privilegio de tener más hijos.
La baja natalidad del país puede ser insostenible y el riesgo de una "recuperación de la población" es muy real, sugirió esta semana el director de la Comisión Nacional de Población y Familia, Zhang Weiqing.
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La cantidad de personas con buen poder adquisitivo y de celebridades que tienen más de un hijo aumenta rápidamente, dijo Zhang, citando un estudio realizado por su organización. Casi 10 por ciento de este sector de altos ingresos ahora opta por tener tres hijos, porque las familias grandes están tradicionalmente asociadas en China con riqueza y felicidad.
Sin embargo, este "baby boom" (auge de nacimientos) entre los nuevos ricos de China generó una indignación pública, por el hecho de que el dinero y el poder puedan torcer incluso las reglas más estrictas en el país.
El gobierno alega que gracias a la política del hijo único se pudo controlar el crecimiento demográfico en un país que ya tiene la mayor población del mundo.
Las multas impuestas a quienes violan esa política varían por zona, pero en provincias costeras ricas, como la meridional Guangdong, puede llegar a 200.000 yuanes (25.800 dólares) por hijo.
La prensa china, por ejemplo, informó sobre una familia de Guangdong que había pagado 780.000 yuanes (100.000 dólares) para tener varios hijos.
"Ellos (los ricos) se burlan de la política nacional mostrando que, con dinero, ésta puede no querer decir nada", señaló un comentario publicado en marzo en el China Daily.
"Sin ser presionados por una suerte de castigo complementario, quienes infringen esta ley se sienten orgullosos de una supuesta superioridad basada en su riqueza. Y es bastante posible que más personas sigan su mal ejemplo", concluyó el periódico.
Esta tendencia a violar la regla de tener un solo hijo aparece en un momento de crecientes tensiones sociales causadas por la ampliación de la brecha existente entre ricos y pobres. Una encuesta última realizada en Internet por el periódico China Youth Daily mostró que más de 60 por ciento de los consultados pensaban que era injusto que los ricos pudieran disfrutar el privilegio de "dinero por bebé".
Mientras los ricos pagan dinero para esquivar las reglas, las mujeres pobres embarazadas que viven en las áreas rurales corren riesgo de vida, igual que sus bebés, al buscar partos clandestinos para evitar las elevadas multas, según un alto funcionario de Salud.
"Algunas mujeres que no se atreven a postularse para recibir asistencia financiera al momento del parto por temor a ser castigadas por tener más de un hijo, eligen dar a luz en sus hogares o en clínicas privadas baratas, pero que no cumplen con las condiciones básicas", dijo el viceministro de Salud, Jiang Zuojun, en una conferencia sobre mujeres y niños.
Durante las últimas dos décadas, críticos de China culparon a la política del hijo único de ser fuente de coerción y de abortos forzados. Las parejas que tienen más hijos han sido sometidas a fuertes multas, pérdida de trabajo y esterilizaciones forzadas.
Pero los planificadores familiares de China trabajaron duramente para superar la imagen draconiana de su sistema coercitivo, estableciendo proyectos piloto para volver la política menos severa y perturbadora.
La aplicación de la norma del hijo único fue flexibilizada en la segunda mitad de los años 90, cuando a algunas familias rurales se les permitió tener un segundo hijo si el primero era una niña o era discapacitado.
En la China rural, la tradicional preferencia por los hijos varones todavía se mantiene, y en esto también inciden razones prácticas. Como el sistema de seguridad social cubre solamente a los residentes de zonas urbanas, las familias del campo tienen más hijos con la esperanza de tener quien los sustente durante su vejez.
Las parejas ricas en las ciudades tienen consideraciones menos pragmáticas pero de un largo plazo similar, al elegir pagar las multas para tener más hijos.
Les preocupa que la nueva generación de hijos únicos, consentidos, conocidos como los "pequeños emperadores", crezcan egocéntricos y maleducados, con poco respeto por sus padres, entre otras cosas.
"No puedo inculcarle ninguna disciplina a mi hija", declaró la empresaria de bienes raíces Cao Li, quien trabaja a tiempo completo y deja que sus padres críen a la niña.
"Es maleducada, egoísta y demandante, pero (estar con ella) solamente los fines de semana no ayuda a la disciplina. La única solución sería tener otro hijo y dejar que mi hija aprenda a compartir y a cuidar a alguien más", opinó.
Cao Li no tiene tiempo para corregir las prácticas educativas de dos abuelos embobados con su nieta, pero gana lo suficiente como para tener otro bebé.
"Cuesta mucho criar dos hijos, pero probablemente sea menos caro que tener uno solo, lo que resulta ser una decepción, cuando somos ancianos", explicó.