Guatemala avanza en forma lenta y desigual para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en 2015. A mitad de camino, la mortalidad materna y el analfabetismo se muestran como los males más persistentes.
"Una de las metas más duras de lograr es reducir la mortalidad materna", estimada en 2005 en 121 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, reconoció la subsecretaria de la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia de Guatemala (Segeplan), María Castro, durante un foro celebrado el 27 de abril en la Universidad Landívar de la capital.
De acuerdo con los datos disponibles, la mortalidad materna pasó de 248 por cada 100.000 nacidos vivos en 1989, a 121 en 2005, pero la meta para 2015, de 62 muertes por cada 100.000, es "de remoto cumplimiento", ya que las más afectadas son las mujeres indígenas del área rural, el segmento de la población que soporta mayor exclusión en este país.
Según Castro, este tipo de muertes, en la mayoría de los casos por hemorragias durante el parto, "es el principal indicador de exclusión" en un país en el que 21,5 por ciento de 12,7 millones de habitantes viven en extrema pobreza, siendo el área rural, los indígenas y las mujeres los más desfavorecidos.
Durante el foro "El papel y los retos de la sociedad guatemalteca ante los Objetivos del Desarrollo del Milenio", que culminó una semana de talleres con distintos sectores, se repasaron avances y desafíos en cuanto al cumplimiento de las metas que la comunidad internacional planteó en 2000.
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Los líderes mundiales se comprometieron ese año a reducir drásticamente la indigencia y el hambre, mejorar la salud materna e infantil, terminar con el analfabetismo, combatir el sida y otras enfermedades graves, asegurar la igualdad de género en la educación, el trabajo y la política, y promover el desarrollo sustentable y un intercambio comercial internacional sobre bases más justas.
Otro de los objetivos difíciles para Guatemala es conseguir que todos los niños y niñas culminen la enseñanza primaria y elevar la alfabetización de jóvenes entre 15 y 24 años. Otra vez las poblaciones rural, indígena y femenina son las más rezagadas: seis de cada diez mujeres aborígenes mayores de quince años no saben leer ni escribir.
Según el II Informe de Avances en el Cumplimiento de las Metas del Milenio en Guatemala, publicado un año atrás, aunque la evolución de los indicadores muestra progresos, sobre todo en cuanto a la matrícula, la deserción escolar es alta, y se "deben hacer importantes esfuerzos para que todos los niños y niñas culminen la primaria".
El segundo de los ocho ODM es lograr la educación básica universal: velar porque los niños y niñas puedan terminar la primaria completa y aumentar la alfabetización, estimada en 2002 en 82 por ciento entre jóvenes de 15 a 24 años.
"La pobreza es resistente si no se la ataca de frente con las fuerzas del gobierno, la sociedad civil y cada uno de nosotros", afirmó en su intervención Beat Rohr, representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Guatemala.
Este país muestra una trayectoria errática en cuanto a la pobreza. En 1989, 20 por ciento de la población vivía en extrema pobreza (con ingresos menores a un dólar diario), proporción que se redujo a 16 por ciento en 2000, pero en 2004 volvió a aumentar a 21,5 por ciento, según datos oficiales.
La meta es llegar a 2015 con una incidencia de la pobreza extrema no mayor de 10 por ciento.
En los últimos 10 años, la actividad económica registró crecimientos bajos, con un promedio de 2,4 por ciento anual del producto interno bruto, atribuidos a la fuerte caída en la inversión directa, la persistente desigualdad social, la gran dependencia de la agricultura y una baja cobertura de seguridad social, entre otros factores señalados por datos oficiales.
Rohr lamentó "realidades trágicas", por ejemplo que 48 por ciento de los niños y niñas padezcan desnutrición crónica, y recordó que ésta no sólo afecta al cuerpo, sino también al cerebro. "Tenemos que hacer un esfuerzo enorme", conminó.
El primero de los ODM es erradicar la extrema pobreza y el hambre en el mundo y coincide con la agenda de trabajo delineada en los Acuerdos de Paz firmados en 1996 y que pusieron fin a 36 años de conflicto armado.
"Si no enfrentamos con valentía este problema —la desnutrición crónica—, que afecta sobre todo a la población indígena, tendremos un futuro poco promisorio", dijo Castro.
La representante del gobierno reconoció que se necesitan políticas sociales más efectivas y mayor redistribución de los ingresos.
En este país, que ocupa la posición 117 en la lista de desarrollo humano que incluye a 177 naciones, más de 40 por ciento de la población es indígena, integrada sobre todo por 22 comunidades etnolingüísticas de origen maya y, en menor proporción, por las comunidades xincas y garífunas.
Castro se refirió también a la sustentabilidad ambiental, que constituye el séptimo objetivo de desarrollo, y reconoció que, aunque se han hecho esfuerzos de reforestación y de ampliación de parques naturales, no se ha conseguido reducir el porcentaje de población que consume leña.
En cuanto al combate del sida, recogido en el objetivo sexto, Castro comentó que Guatemala logró elevar el uso de preservativos, principal método para evitar el contagio por vía sexual, pero hay 73.000 adultos, de 15 a 49 años, registrados como viviendo con la enfermedad.
Según el II Informe de Avances, se observa un proceso de feminización de la epidemia y se ha alcanzado casi la paridad entre casos de hombres y mujeres.
La directora del Centro Canadiense de Estudios y Cooperación Internacional (CECI), Flor de María Bolaños, llamó a la sociedad civil a implicarse en la consecución de los objetivos exigiendo más a los gobernantes, y recalcó que los Acuerdos de Paz "se enmarcan perfectamente" en estas metas.
"Este es un país multicultural y multiétnico", reivindicó el sacerdote del Consejo de Ancianos Mayas, Simeón Taquirá, quien abogó por la recuperación y legalización de la medicina maya, xinca y garífuna, reivindicó las técnicas ancestrales de cultivo y la divulgación de su cosmovisión en las universidades, y apostó por proyectos agropecuarios sostenibles.
"Nuestras poblaciones han sido marginadas", aseveró Taquirá y criticó actitudes paternalistas como "regalar gallinas, pero no enseñar cómo generar rentabilidad y crear proyectos sostenibles en el tiempo".