Estados Unidos pretende enfriar la agenda de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo, que se realizará en Alemania el mes próximo, despojándola de asuntos importantes.
A Washington no le interesa alcanzar un consenso internacional sobre políticas ambientales para revertir el recalentamiento planetario, ni tampoco parece dispuesto a fijar nuevas normas para controlar la especulación financiera.
El gobierno estadounidense retiró el nombre del secretario del Tesoro (ministro de Hacienda), Henry Paulson, de lista de participantes en las reuniones los ministros de finanzas preparatorias de la cumbre, realizadas el viernes y sábado en Potsdam, cerca de Berlín..
La explicación oficial fue que Paulson debía permanecer en Washington para preparar la conferencia Diálogo Económico Estratégico entre Estados Unidos y China, que se celebrará esta semana.
Pero varias fuentes en Berlín indicaron que el verdadero motivo es que los alemanes tratarían de ajustar los controles sobre los denominados "fondos de salvaguarda" (que se manejan al margen de las bolsas de comercio) y otros constituidos con fines especulativos.
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En lugar de Paulson participa el subsecretario del Tesoro (viceministro de hacienda), Robert Kimmit.
El ministro de Economía y Finanzas de Alemania, Peter Steinbrueck, manifestó en marzo preocupación ante la posibilidad de que los fondos de salvaguarda, que cuentan con enormes capitales, influyan en decisiones políticas o causen inestabilidad financiera.
La cumbre de jefes de Estado y de gobierno de las ocho naciones más poderosas (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Rusia) se realizará del 6 al 8 de junio en la septentrional ciudad alemana de Heiligendamm, sobre el mar Báltico.
También participarán representantes de Brasil, China, India, México y Sudáfrica.
Uno de los asuntos clave introducidos por el gobierno alemán en la agenda oficial es "mejorar la estabilidad sistémica y la transparencia de los mercados financieros".
El ministro de Trabajo alemán, Franz Muentefering, comparó los fondos de salvaguarda y otros de carácter especulativo con las economías frágiles y los emprendimientos que prometen ganancias a corto plazo.
El gobierno estadounidense considera que los fondos financieros son un instrumento necesario para canalizar la inversión privada a escala internacional.
Los mecanismos para revertir el recalentamiento planetario es otro asunto que distancia a los gobiernos de Alemania y Estados Unidos. Representantes de ese país objetaron varios pasajes de un borrador elaborado por los alemanes.
Los estadounidenses quieren evitar pronunciarse sobre el objetivo propuesto de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 50 por ciento para 2050. También se niegan a comprometerse con recortes del consumo de energía.
Además, objetan la utilización de la palabra "preocupación" para describir las últimas evaluaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), de la ONU. De hecho, Washington logró atemperar las conclusiones y advertencias originales de esos informes.
Pero científicos del IPCC dejaron bien claro que las emisiones de gases invernadero causados por la actividad humana —en especial por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas— son responsables del recalentamiento planetario que causa el cambio climático y fenómenos como sequías, derretimiento de casquetes glaciares del Polo Norte y montañosos, elevación del nivel del mar, huracanes y daños a la biodiversidad.
El director del Instituto Alemán de Investigaciones sobre el Impacto Climático de Potsdam, Hans-Joachim Schellnhuber, dijo a IPS que "el resultado optimo de la cumbre del G-8 sería que el borrador original, tal cual fue formulado por el gobierno alemán, fuera aprobado por unanimidad".
Schellnhuber señaló que entre los objetivos establecidos en el borrador original figura la reducción del consumo de energía en 30 por ciento para 2030 y la creación de un mercado de derechos de emisiones de dióxido de carbono, "que canalizaría inversiones a estrategias y políticas ambientales".
El tercer elemento importante es el compromiso de largo plazo para restringir la elevación de la temperatura mundial en dos grados para 2050, respecto de la registrada al inicio de la Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XVIII.
"Si los gobiernos del G-8 no se ponen de acuerdo sobre esas cuestiones, la cumbre podría considerarse un fracaso", sostuvo Schellnhuber.
Muchas organizaciones ambientalistas coinciden con Schellnhuber.
"Los países más industrializados tienen que pensar en redactar una declaración final de la cumbre sin tener en cuenta la opinión del gobierno de Estados Unidos", dijo a IPS Karsten Smid, de Greenpeace Alemania.
"No tiene sentido aceptar compromisos en torno de un mínimo denominador común. Esa retórica vacía de las cumbres ya no ayuda a nadie", sostuvo Smid.
Antje von Broock, de la federación ambientalista alemana BUND, urgió a Berlín a "emprender sola una política ambiciosa contra el recalentamiento planetario".
"Si el gobierno alemán anunciara una reducción unilateral de sus emisiones de gases invernadero en 40 por ciento para 2020, estaría enviando una clara señal a las otras naciones industrializadas y en desarrollo", señaló.