El mundo avanza hacia el uso universal de bombillas eléctricas de bajo consumo. Eso constituiría un punto de inflexión en la lucha contra el recalentamiento planetario, pues la atmósfera se libraría de gran cantidad de gases invernadero.
Australia anunció el 20 de febrero la eliminación gradual de las bombillas de alto consumo (incandescentes), que dejarían de venderse en 2010. En el mercado solo se encontrarán entonces las de bajo consumo (fluorescentes), que gastan cuatro veces menos electricidad.
Si el resto del mundo se uniera a Australia, la reducción mundial del uso de electricidad permitiría el cierre de más de 270 centrales alimentadas a carbón, 80 de ellas sólo en Estados Unidos.
El 25 de abril, apenas dos meses después del anuncio de Australia, el gobierno canadiense anunció que eliminaría las lámparas de alto consumo para 2012.
Estados Unidos, que libera en la atmósfera la cuarta parte de los gases de efecto invernadero del planeta, también se encamina hacia esa meta.
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Organizaciones como el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, la Alianza para Ahorrar Energía, la Coalición Estadounidense para una Economía Energética Eficiente y la Red Día de la Tierra se unieron en marzo a la firma lumínica Philips Lighting para presentar una iniciativa en ese sentido.
Según la propuesta, para 2016 habrá bombillas eficientes en todos los 4.000 millones de portalámparas que, según se estima, existen en el país.
En California, el estado más poblado, el legislador Lloyd Levine propone la eliminación paulatina de las bombillas de alto consumo del mercado para 2012, cuatro años antes del plazo establecido por la coalición.
Levine denominó su proyecto "Ley cuántos legisladores se necesitan para cambiar una bombilla eléctrica".
En la costa este de Estados Unidos, Nueva Jersey está a punto de obligar a los edificios del gobierno estadual el reemplazo de todas las lámparas incandescentes por fluorescentes para 2010. Y están en curso esfuerzos para imponer en todo el estado una iluminación más eficiente.
La Unión Europea, ahora integrada por 27 países, anunció en marzo planes dirigidos a reducir 20 por ciento las emisiones de dióxido de carbono para 2020. Parte de esta disminución se logrará sustituyendo las bombillas.
En Gran Bretaña, la organización no gubernamental Ban the Bulb (Prohibir las bombillas) presiona desde comienzos del año pasado por el logro de ese objetivo.
Más al oriente, Moscú urge a sus habitantes al cambio. Y en Nueva Zelanda, el ministro de Cambio Climático, David Parker, anunció que su país puede adoptar medidas similares a las australianas.
La organización ambientalista Greenpeace Internacional urgió el mes pasado al gobierno de India a prohibir las lámparas de alto consumo.
Aproximadamente 640 millones de los 650 millones de bombillas vendidas cada año en el país asiático son incandescentes. Por lo tanto, el potencial de esa medida, en cuanto a reducción de emisiones contaminantes y al ahorro, es enorme.
En el ámbito industrial, Philips, el mayor manufacturador mundial de lamparillas, anunció sus planes para dejar de comercializar incandescentes en Europa y Estados Unidos para 2016.
A un nivel más amplio, la Federación Europea de Compañías de Lámparas, que reúne a fabricantes del sector, impulsa mejoras en la eficiencia eléctrica de la Unión Europea, entre ellas la erradicación de las bombillas de alto consumo.
La mayor cadena de supermercados del mundo, Wal-Mart, anunció en noviembre pasado una campaña publicitaria con el objetivo de duplicar su venta de lámparas de bajo consumo, de modo de alcanzar los 100 millones para fines de este año.
En Gran Bretaña, Currys, la mayor cadena de venta de electrodomésticos del país, anunció que abandonará la venta de bombillas de alto consumo.
El ahorro que representa para una familia la adopción de las bombillas fluorescentes deja en evidencia eficiencia energética superior de este producto.
El equivalente en gasolina de la energía ahorrada a lo largo de la vida útil de una bombilla de bajo consumo de 24 vatios es suficiente para que un automóvil híbrido Prius (que funciona a gas y a electricidad) viaje desde Nueva York a San Francisco, según un estudio divulgado por el gobierno de Estados Unidos.
Aunque la paulatina erradicación mundial de las bombillas de alto consumo en los hogares reduciría más de tres por ciento el uso de electricidad, cambiar a una iluminación más eficiente en las calles y reemplazar antiguos tubos fluorescentes por otros más nuevos y eficientes podría duplicar esa disminución.
Aunque las muy eficientes bombillas compactas fluorescentes fueron usadas durante una generación, hasta hace poco fueron marginales, empleadas solo por consumidores con conciencia ambiental. Se las vendía en ferreterías, pero no en supermercados.
A los consumidores les faltó interés, entre otras razones, porque las nuevas bombillas fluorescentes pueden costar cinco veces más que las incandescentes.
Pocos saben, por ahora, que las modernas lamparillas gastan cuatro veces menos electricidad que las antiguas, duran 10 veces más y ahorran fácilmente 50 dólares cada una durante su vida útil.
Una desventaja de las bombillas fluorescentes compactas es que cada una contiene una pequeña cantidad de mercurio, aproximadamente cinco veces menos que una batería de reloj.
Sin embargo, ese mercurio representa apenas una pequeña fracción del liberado en la atmósfera por el carbón adicional quemado por las centrales eléctricas para encender una incandescente.
El mercurio que emiten las centrales a carbón constituye la razón principal por la que 44 de los 50 estados de Estados Unidos limitaron el consumo de pescado de lagos y vías fluviales.
Pero las bombillas fluorescentes compactas gastadas, baterías de relojes y otros elementos que contienen mercurio pueden ser reciclados de modo adecuado si los consumidores aprenden cómo.
Afortunadamente, esto es posible, mientras que el mercurio que arrojan las chimeneas de carbón cubre las áreas rurales y termina contaminando agua y alimentos.
Pasar a las bombillas de bajo consumo reduce drásticamente las facturas mensuales de electricidad y también la emisión de dióxido de carbono, pues que, durante su vida útil, cada lámpara estándar de ese tipo (de 13 vatios) reduce más de 95 kilogramos el uso de carbón.
Semejante cambio también reducirá sustancialmente la contaminación aérea, preocupante en economías de rápido crecimiento y aire sucio, como China e India.
En Estados Unidos, el sitio web http://18seconds.org (cuyo nombre se debe a los 18 segundos que insume cambiar una bombilla eléctrica) brinda un recuento de las lámparas de bajo consumo vendidas en todo el país desde el 1 de enero.
En mayo totalizaban casi 37 millones. Eso permitió una reducción de las emisiones de carbono equivalente a dejar en los garajes 260.000 automóviles.
Patrocinado por Yahoo y Neilson, el sitio también brinda datos sobre el ahorro en dólares y en carbón, así como información disponible sobre la situación de cada estado.
En un mundo que cada día se enfrenta con nuevas evidencias del recalentamiento planetario y sus consecuencias, se requiere una victoria rápida en la lucha por reducir las emisiones de carbono y estabilizar el clima.
La rápida erradicación de las bombillas eléctricas de alto consumo podría ser esa victoria.
*Lester Brown es fundador y presidente del Instituto de Políticas de la Tierra.