El fortalecimiento de las relaciones con Brasil, además de la declarada amistad con el gobierno de Venezuela, se destaca en los primeros meses de presidencia de Rafael Correa en Ecuador, pese a que aún no muestra un rumbo claro en la política general exterior.
Una serie de proyectos conjuntos con Brasilia, iniciados con Ecuador ya en el gobierno de Lucio Gutiérrez (2003-2005), retomaron fuerza este año.
El principal es el denominado Eje Multimodal MantaManaos, para unir el transporte entre el puerto ecuatoriano sobre los océanos Atlántico y Pacífico a través de ríos, carreteras y vías férreas, que será financiado por el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, de Brasil, y construido en gran parte por empresas constructoras de ese mismo país.
A esa iniciativa se suma la construcción de complejos hidroeléctricos y del aeropuerto de la ciudad de Tena, en la nororiental provincia ecuatoriana de Napo, cercana a la frontera con Colombia.
Uno de los puntos en que se puso énfasis es en la producción compartida de etanol y biodiésel, para lo cual Ecuador comenzará por sembrar 50.000 hectáreas de caña de azúcar y el compromiso asumido de aumentar esa plantación e incorporar otro tipo de cultivos de acuerdo a la evolución del proyecto.
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Correa, quien realizó una visita oficial el 3 de abril a Brasilia, destacó el acuerdo binacional para la producción de biocombustibles, porque ayudará a recuperar al sector agrícola de su país. Por su parte, el presidente de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, anunció inversiones en Ecuador por más de 1.000 millones de dólares.
"Toda la suerte del mundo para las transformaciones que está realizando. Cuente con Brasil", prometió Lula, luego de puntualizar su apoyo al nuevo gobierno ecuatoriano, definido como de centroizquierda, en su "justa lucha por el desarrollo social".
Los acuerdos firmados son "un paso más en la integración entre Brasil y Ecuador, pero también un paso más hacia la integración latinoamericana", añadió.
El presidente ecuatoriano, a su vez, entiende también que se trata de un "nuevo modelo de integración", basado en la lógica de la solidaridad y no en la "competencia mercantilista", que busca formar "ciudadanos en vez de consumidores".
Este marco de acercamiento permitió a Lula insistir ante Quito para que acelere el pasaje de país asociado a miembro pleno del Mercosur (Mercado Común del Sur), conformado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, y a Correa para reclamar una mayor apertura comercial que permita equilibrar el comercio bilateral hoy desfavorable a Ecuador.
Pero Correa no tiene el campo despejado en esta política. El ministro de Energía, Alberto Acosta, uno de los funcionarios de mayor peso en el gabinete y con más respaldo social, cuestiona severamente el memorando de entendimiento entre la firma estatal Petroecuador y la brasileña Petrobras.
El convenio es para la explotación por parte de Petrobras, en alianza con la chilena Enap y la china Sinopec, del campo ecuatoriano Ishpingo Tiputini Tambococha (ITT), ubicado en la sensible reserva protegida del oriental Parque Nacional Yasuní y que según expertos tiene 900 millones de barriles de crudo de reserva.
Acosta es partidario de agotar todo los esfuerzos para buscar la cooperación de países y organizaciones no gubernamentales que apoyen económicamente a Ecuador con el fin de evitar la explotación petrolera en esta zona.
Esa es una iniciativa surgida de grupos ambientalistas, como Acción Ecológica, y apoyada por ex ministros, personalidades nacionalidades e internacionales y por el propio vicepresidente, Lenin Moreno.
Según diversos trascendidos periodísticos, este convenio habría llevado a Acosta a presentar su renuncia al cargo, a la postre rechazada por el presidente con promesas de volver a estudiar el asunto.
Acosta, considerado uno de los economistas de izquierda de mayor prestigio en Ecuador y uno de los que más influye en Correa, recibió el apoyo de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, de otros movimientos sociales y ambientalistas.
En caso de que no sea posible lograr los apoyos internacionales de preservación, la segunda opción sería que el ITT fuese explotado por Petroecuador en alianza con una o más petroleras estatales de otros países.
Durante la cumbre energética realizada en abril en Venezuela, el gobierno anfitrión mostró interés en llegar a acuerdos para explotar el ITT y que, a su vez Ecuador, extraiga crudo en la sudoriental Faja del Orinoco venezolana.
Este acuerdo se sumaría al de intercambio de combustible venezolano por crudo ecuatoriano, que ya se efectúa desde hace dos meses, y a la futura construcción de una refinería, todo lo cual podría interponerse en la alianza con Petrobras.
El presidente de Petroecuador, Carlos Pareja, quien firmó el compromiso con Petrobras, promueve, en cambio, una licitación internacional para la explotación del ITT, en la que puedan participar también empresas privadas.
La polémica cobró más fuerza cuando el propio Correa señaló en distintas oportunidades que enviaba un "mensaje al mundo" para que los países industrializados compensen económicamente a Ecuador, al menos con 350 millones de dólares anuales, para seguir generando oxígeno para el planeta desde la Amazonía, en lugar de explotar el petróleo existente en el campo ITT.
Además, relativizó el memorando de entendimiento con Petrobrás, Enap y Sinopec, al asegurar que es sólo para que presenten "una oferta de explotación del ITT", lo cual significaría una inversión de 5.000 millones de dólares e ingresos anuales por 700 millones de dólares durante dos décadas.
Con este acercamiento a Ecuador y a otros vecinos, Lula pone en práctica, con la intención de consolidar la hegemonía regional, lo que el general Golbery do Couto e Silva (1911-1987) manifestara en su ya clásico "Geopolítica del Brasil" al concluir que "el camino al (océano) Pacifico es una necesidad brasileña desde ya".
Pero no sólo eso, también el control de la Amazonia es parte de esa geoestrategia brasileña, que no es una política de gobierno si no de Estado, y que a veces se opone y se enfrenta a los intereses de Estados Unidos en la región, apuntan expertos.
Todos los puntos acordados por Correa con Lula ya habían sido adelantados con Gutiérrez, destituido por el Congreso en abril de 2005 luego de una semana de manifestaciones en su contra.
Por eso a muchos no llamó la atención que Gutiérrez, en lugar de pedir asilo en Chile o Estados Unidos como se había difundido por la prensa, lo hiciera en Brasil.
Brasilia envió un avión para trasladar a Gutiérrez, de la misma forma que lo hizo con Correa pero en circunstancias muy distintas, pues fue pocos días después de ser elegido presidente en diciembre de 2006.