La cooperativa boliviana de saneamiento Saguapac reducirá 20.000 toneladas sus emisiones de dióxido de carbono para 2015, gracias a un acuerdo que firmó con el Fondo de Desarrollo Comunitario de Carbono del Banco Mundial.
El acuerdo alcanzado en la Expo Carbono, en la occidental ciudad alemana de Colonia, se enmarca en el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) creado por el Protocolo de Kyoto para reducir la emisión de gases invernadero en el mundo en desarrollo y ayudar a frenar el recalentamiento planetario.
"Este proyecto reducirá las emisiones de metano, un poderoso gas invernadero, del tratamiento de aguas residuales urbanas administrado por Saguapac", explicó Warren Evans, director del Departamento de Ambiente del Banco Mundial.
El metano se convertirá "en dióxido de carbono mediante combustión, lo que reducirá el impacto sobre el clima", agregó Evans.
La contribución del metano al recalentamiento planetario es, según expertos, 21 veces más elevada, tonelada a tonelada, que la del dióxido de carbono.
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El Protocolo de Kyoto, tratado internacional vigente desde 2005, fija límites obligatorios a la emisión de los países industriales, identifica seis gases invernadero y mide su efecto sobe el clima en unidades denominadas "equivalente dióxido de carbono".
El acuerdo entre el Grupo del Banco Mundial y la cooperativa boliviana es una típica transacción de MDL prevista por el Protocolo.
El MDL permite que los países industriales inviertan en proyectos que disminuyan las emisiones en países en desarrollo, como alternativa a reducciones más costosas en sus propios territorios.
Las 20.000 toneladas de "equivalente dióxido de carbono" de metano compradas por el Banco Mundial serán transferidas como derechos de contaminación a empresas del Norte rico, que los usarán para compensar la diferencia entre lo que realmente contaminan y los límites impuestos por los gobiernos.
El MDL y otros dos programas de comercialización de emisiones creados por el Protocolo de Kyoto —la Implementación Conjunta y el Mercado de Emisiones— ayudaron a desarrollar un mercado mundial de carbono, en el cual se efectuaron el año pasado transacciones por 30.000 millones de dólares, informó esa semana el Banco Mundial en Colonia.
Ese monto llevó a analistas ambientales y financieros a considerar un gran éxito el mercado de emisiones de carbono.
Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático —de la cual el Protocolo de Kyoto es un anexo—, dijo en Colonia que "el MDL estimula las inversiones en países en desarrollo, reduciendo emisiones" y dando a los países parte del convenio "alguna flexibilidad en el cumplimiento de sus objetivos de reducción de emisiones".
Dirk Forrister, director administrativo de Natsource Europe, fondo financiero que opera con este tipo de transacciones, dijo en la Expo Carbono que "el mercado de derechos de emisiones de carbono todavía es joven, pero ya es un éxito".
También señaló que el mercado atrajo enormes sumas de instituciones privadas y estatales a ser invertidas en protección de políticas ambientales.
Pero otros creen que el programa de comercialización de créditos de carbono se volvió una mina de oro para las corporaciones privadas sin ayudar realmente a reducir las emisiones de gases invernadero.
Para ellos, el de carbono se convirtió en un mercado financiero más, en el que se transa una materia prima virtual, aparentemente desconectada del mundo real.
Jan Mariyappan, analista financiero radicado en Londres, dijo a IPS que "el mercado de carbono se volvió muy volátil", lo que significa que los precios de los derechos de emisiones evolucionan erráticamente, siguiendo a veces los inexplicables caprichos de agentes, compradores y vendedores.
Uno de los principales componentes del mercado mundial de carbono es el Sistema de Comercio de Emisiones. de la Unión Europea (EU ETS), que en 2006 ascendió a 24,3 millones de dólares, 80 por ciento del volumen del comercio global.
El EU ETS consiste en derechos de emisiones de carbono —en otras palabras, permisos para contaminar— extendidos por los gobiernos europeos y la Unión Europea a empresas privadas, fábricas especialmente grandes y centrales eléctricas, en base a cálculos sobre cuál debería ser la emisión anual de dióxido de carbono de esas firmas.
Pero como los créditos fueron emitidos, y no subastados, como demandaban los expertos, las firmas no pagaron por su contaminación. En cambio, ganaron dinero mediante la venta de esos derechos.
Datos oficiales de la Unión Europea difundidos en abril de 2006 confirmaron los temores de los ambientalistas. Los derechos de emisiones de carbono fueron inflados artificialmente, permitiendo a las empresas beneficiarse del programa para vender todos sus créditos para contaminar.
El desequilibrio entre oferta y demanda, agravado por las preocupaciones por supuestas deficiencias regulatorias de la Unión Europea, derivó en un colapso de los precios de los derechos de emisión de carbono, y generó duras críticas de instituciones financieras privadas.
El Deutsche Bank informó en marzo que "muchas naciones de la Unión Europea todavía están lejos de cumplir sus compromisos del Protocolo de Kyoto de reducir las emisiones de dióxido de carbono".
Otros críticos dijeron que el programa de comercialización recompensó a las empresas que contaminan de modo desproporcionado, especialmente las productoras de petróleo, gas natural y electricidad.
Los créditos de contaminación que los respectivos gobiernos dieron a las compañías fueron reservados como acciones a ser cotizadas por el mercado.
Ése fue el caso del sector eléctrico en Alemania, donde los proveedores, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, inflaron sus costos mediante los derechos de emisión, y por lo tanto sus aranceles, en perjuicio de los consumidores y sin brindar ningún beneficio al ambiente.
"Las ganancias de los cinco proveedores alemanes de energía podrían dispararse a más de 75.000 millones de dólares para el periodo 2005-2012", dijo a IPS Matthias Kopp, uno de los autores de la investigación del Fondo Mundial para la Naturaleza.
"Las ganancias son completamente legales", agregó.
Pero no en el sentido en que el Protocolo de Kyoto concibió los derechos de emisiones y el programa de comercialización.