El gobierno izquierdista de Bolivia celebra la recuperación de dos refinerías de hidrocarburos en poder de la firma brasileña Petrobras, mientras la oposición advierte de la posible pérdida de inversiones y de mercado externo para el abundante gas natural.
Las negociaciones por la transferencia de las plantas, que se concretará definitivamente en un mes según dijeron este viernes las autoridades, habían provocado un áspero cruce de posiciones entre el presidente boliviano Evo Morales y su par de Brasil, el también izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, quien abogó por un justo precio para Petrobrás.
Con la promesa de sacar a Bolivia de la pobreza en 10 años, Morales dio otro paso en la recuperación de los recursos naturales de Bolivia al llegar a un acuerdo con la empresa estatal de Brasil, a la cual le abonará 112 millones de dólares en dos cuotas iguales.
La compra de las dos refinerías llega un año y 10 días después de la nacionalización de los hidrocarburos anunciada en el marco de la las celebraciones por el Día Internacional de los Trabajadores.
La decisión permite al Estado boliviano el control de sus hidrocarburos y sobre su proceso de producción, comercialización y ahora refinación, una riqueza considerada estratégica para un país que soporta con frecuencia la escasez de combustible para motores diesel y de gas licuado doméstico e industrial pese a sus importantes reservas petroleras y cuantiosas de gas natural.
[related_articles]
En las entrañas del territorio boliviano se calcula que hay 48 trillones de pies cúbicos de gas natural, lo cual hace que sean las segundas reservas más importantes de América del Sur, después de las de Venezuela. Exporta a diario 27 millones de metros cúbicos de este combustible a Brasil y siete millones de metros cúbicos a Argentina.
Las plantas Gualberto Villarroel, de Cochabamba, y Guillermo Elder, de Santa Cruz de la Sierra, en el centro del país, fueron vendidas a Petrobrás por 104 millones de dólares en 1999 por el gobierno del entonces presidente Hugo Banzer, fallecido en 2002 antes de cumplir el mandato democrático iniciado en 1997 y quien había encabezado una dictadura militar de 1971 a 1987.
Con esa operación del derechista Banzer, la otrora poderosa empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) se convirtió en una mera oficina administradora de contratos con privados.
La refinería localizada en Cochabamba registró una producción de 23.698 barriles de petróleo por día y la de Santa Cruz 16.292 barriles, según los cálculos del gobierno anterior. Ahora, el Ministerio de Hidrocarburos proyecta para el periodo 2008-2012 ingresos al Estado por 74,6 millones de dólares sólo por la actividad de las dos plantas.
"Bolivia marca un hito histórico en la recuperación de los recursos naturales y de las empresas estatales subastadas y vendidas a empresas extranjeras. Las refinerías de Cochabamba y Santa Cruz vuelven a manos del Estado", dijo el jueves por la noche Morales, quien no quiso ocultar su preocupación por la difícil relación que mantuvo con Lula por este asunto.
Empero, aseguró que el mandatario brasileño comprende la inquietud boliviana de fortalecer al Estado con la recuperación de empresas privatizadas en los años 90.
"Existe una preocupación por el deterioro de las relaciones entre Bolivia y Brasil", señaló a IPS el senador Roberto Ruiz, del opositor y derechista Poder Democrático y Social (Podemos), quien alertó de una caída en las inversiones petroleras.
Entre 1998 y 1999, los capitales externos llegados al sector de hidrocarburos promediaron los 600 millones de dólares por año, pero en 2006 el monto invertido alcanzó sólo a 197 millones de un total de 237 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) que recibió el país, explicó.
"Espero que, tras el acuerdo, no haya una fractura en las relaciones de Bolivia con Petrobrás", sostuvo ante IPS, por su parte, el diputado Andrés Alegre, del gobernante Movimiento al Socialismo.
Alegre defendió la gestión realizada por el presidente Morales y llamó al pueblo y a los parlamentarios a respaldar la negociación, a la cual califica de positiva por los beneficios que generará para las arcas fiscales.
La compra por 112 millones de dólares, con un primer pago de 50 millones de dólares en efectivo y el resto en otra cuota igual, es el final de una historia que comenzó con una posición radical del gobierno boliviano de estatizar las plantas sin abonar, una acción frenada por el enfado de Lula y la demanda de Petrobrás de 200 millones de dólares por sus instalaciones.
El propio Morales admitió en la víspera que en su último encuentro en la isla venezolana de Margarita con Lula, éste le transmitió el interés de la compañía de "vender todo", en un ambiente de comprensión hacia el "sentimiento boliviano" por recuperar sus recursos.
Finalmente, una intimación de Petrobrás por cerrar una negociación en un plazo de 48 horas — que venció el jueves— bajo amenaza de acudir a un arbitraje internacional, permitió alcanzar el acuerdo alejado del propósito boliviano de pagar sólo 60 millones de dólares.
Guillermo Torrez, ex ministro de Hidrocarburos, estima que el valor en libros de las dos refinerías asciende a 35 millones de dólares, pero los ingresos de Petrobrás por las operaciones de refinación desde 1999 alcanzan a 150 millones de dólares, superando el valor invertido de 104 millones de dólares en la compra de ambas plantas.
La compañía brasileña era hasta el jueves dueña de seis empresas en Bolivia y controla 14,5 por ciento de las reservas de gas natural de este país.
Bajo el nombre de Petrobras Bolivia, el consorcio transnacional posee un holding denominado Petrobrás Bolivia Inversiones y Servicios SA que concentra las participaciones en paquetes accionarios, el control y brinda servicios a las demás empresas del grupo.
A ellas se agregan Petrobras Bolivia SA (PEB), que es responsable de las operaciones de exploración, producción y comercialización de hidrocarburos, Petrobras Bolivia Refinación SA, Petrobrás Bolivia Distribución SA, Petrobras Bolivia Transportes SA y dos estaciones de servicio en La Paz y Santa Cruz de la Sierra. En el informe correspondiente a 2006, la compañía afirma que se movilizaron 858 millones de dólares en el pago de impuestos, contratación de bienes y servicios, y pagos de sueldos, una cifra considerable para una economía como la boliviana, con un producto interno bruto de 9.600 millones de dólares, y equiparable al presupuesto anual de las inversiones públicas.
"No somos tan grandes como creemos", expresó el senador Ruiz, quien coloca en situación de riesgo al "mercado cautivo de gas natural de Brasil", país que en su opinión cambia de percepción tras la dura negociación por las refinerías.
Dejando establecida su posición favorable a la recuperación de las dos plantas de refinación, Ruiz estima que a largo plazo el gobierno brasileño podría descartar el incremento de los volúmenes de gas natural actuales a los proyectados 75 millones de metros cúbicos por día.
"Somos respetuosos de la propiedad privada nacional e internacional", dijo Morales en su mensaje televisado, pero aclaró a las empresas privadas que continuará "apostando por el diálogo y las negociaciones".
En un intento por sanar las heridas con su par brasileño, Morales agradeció a Lula, a quien dijo considerar "como el hermano mayor".
"Jamás nos van a enfrentar porque ambos somos ex dirigentes sindicales y ahora presidentes", afirmó en referencia a las versiones periodísticas que reflejaron el enojo brasileño por las aspiraciones nacionalizadoras de Morales.
El mandatario boliviano, que logró renegociar 44 contratos con empresas petroleras transnacionales y por los cuales espera obtener ingresos anuales por 1.500 millones de dólares, prometió sacar de la pobreza a su país en un plazo estimado entre cinco y 10 años, basando su plan en la recuperación de los recursos naturales y empresas que pertenecieron al Estado.
Alrededor de 67 por ciento de los 9,3 millones de bolivianos son pobres, según datos del Instituto Nacional de Estadística.