El grito de «¡ooole!» ante un pase natural o una manoletina y los aplausos cuando el espada mata al toro, con medio o tres cuartos de estoque, pueden ser pronto apenas un recuerdo en Venezuela si prospera el movimiento en favor de una nueva ley de protección animal.
Las corridas taurinas deberán cambiar tanto que podrían extinguirse, las fiestas de toros coleados (derribados desde su cola) oriundas de las llanuras venezolanas se reducirían y limitarían, en tanto otra afición secular, la pelea de gallos, deberá desaparecer, al tiempo que se aumentará el control para evitar las siempre proscritas peleas de perros.
Unos 200 defensores de los derechos de los animales marcharon este jueves por calles del centro de Caracas en respaldo al proyecto de "ley para la protección de los animales domésticos, dominados, silvestres y exóticos libres y en cautiverio", ya aprobado por el parlamento en una primera lectura y pendiente ahora de una detallada discusión.
"Al cabo de 27 años de lucha, vamos a logra contener, reducir, reglamentar y, en un futuro eliminar, los espectáculos donde se explota, humilla, tortura y mata a los animales", dijo a IPS una exultante Cristina Camilloni, presidenta de la caraqueña Asociación Pro Defensa de los Animales, quien encabezó la marcha en su silla de ruedas.
"MatARTE" deploraba una pancarta con la pintura de un toro abatido sobre la arena. "Soy animal igual que tú", se leía en las camisetas que lucían los más jóvenes en la marcha, y "Alto a la experimentación con animales" o "Ellos sienten y sufren igual que nosotros", rezaban distintos carteles.
Camilloni y sus seguidores toman, por así decirlo, el toro por las astas: "Se argumenta que espectáculos como las corridas taurinas y las peleas de animales son tradiciones, pero no se pueden sostener como tales lo que va contra la moral o la ética humana".
"En zonas de África es tradicional la ablación del clítoris, pero es algo inhumano", postulan.
Luis Tascón, paradójicamente diputado por el sudoccidental estado de Táchira, donde tienen fuerte arraigo las corridas de toros, es el principal impulsor de esta ley y dijo a IPS al recibir a los manifestantes que confía "en la aprobación del texto este año".
"Sabemos que es difícil aceptar esta ley que toca fibras culturales antiquísimas, que heredamos desde el Imperio Romano", dijo Tascón, "pero en aras de la preservación del planeta debemos ir contra la cultura de dañar a los animales y de que la especie humana se enfrente a otras especies", agregó.
Sostuvo que "a la ley se oponen intereses económicos, porque son espectáculos elitistas, para ricos; el pueblo no va a las corridas, ni a los toros coleados", afirmó Tascón. Cuando se le inquirió por las populares peleas de gallos insistió: "No son aficiones populares, popular es el béisbol y, sobre todo, y más barato, el fútbol".
Una opinión distinta tiene Josué Carreño, un albañil que cuida gallos de pelea al sudoeste de la capita venezolana y asiste al Club Gallístico El Calvario de Caracas uno o dos domingos al mes. "Esta es una tradición con mucha gente popular. Algunos ricos apuestan fuerte, pero otros apenas unos miles de bolívares (algunos dólares)", observó ante IPS. Según Tascón, la única manera de que las peleas de gallos sean permitidas es si se cubren sus extremidades con guantes. "Si se hace con los boxeadores ¿por qué no se puede hacer con animales a los que se hace combatir?", interrogó.
La ley establece que "todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen el mismo derecho a la existencia", prohíbe los tratos crueles y establece que si su muerte es necesaria (para la alimentación, por ejemplo), deberá ser "instantánea, indolora y no generadora de angustia".
Deberán cerrar sus puertas las actividades o establecimientos como circos, fiestas populares, de toros y afines donde se pueda causar daño, humillación, sufrimiento o muerte de los animales, y excepcionalmente y "sólo como espectáculo visual" se permitirán corridas de toros o toros coleados.
Este último deporte o afición consiste en soltar toros tras los cuales avanzan fornidos jinetes que pugnan por asir la cola de la res y derribarla. Desde el siglo XVII hay registros de que se practicaba en las extensiones llaneras al sur y suroeste de Caracas.
Hace dos décadas, durante una visita a Venezuela, el destacado escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) pidió ser llevado a un espectáculo de coleo. Ciego como ya estaba entonces, no pudo verlo, pero sí oír los gritos y percibir el despliegue de fuerza, arrojo y rudeza.
"Quiso sentir la violencia", escribió en su oportunidad su compatriota y crítico literario Tomás Eloy Martínez.
En uno de sus programas dominicales de radio y televisión, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, oriundo de las llanuras del suroeste, ventiló el tema de que el coleo o toros coleados sea declarado el deporte nacional, a lo que se opone Tascón pues "la violencia innecesaria contra los animales contradice el ideario socialista".
La Asamblea Nacional está conformada por 167 diputados y todos, hasta ahora, se confiesan seguidores de Chávez, quien impulsa un proyecto socialista para Venezuela. Pero la unanimidad está lejos en materia de espectáculos con animales.
"Como hombre de la llanura, ligado a las tradiciones, me opongo a que se liquiden rasgos de nuestra identidad y de nuestra cultura. Definitivamente no estaré de acuerdo con esa ley y su manera estrecha de preservar la vida animal", dijo el diputado Eustoquio Contreras, del central estado de Guárico.
"El pueblo no va a los campos de golf, pero sí acompaña los festejos de toros coleados o las peleas de gallos", dijo Contreras, y criticó a colegas como Tascón al sostener que "puede haber muchas formas de violencia contra los animales. ¿Cómo saben que matar una vaca o un cerdo para comerlos no lo es?"
Respecto de las corridas de toros, Tascón dijo que "podrán realizarse, pero sin la suerte de varas (un jinete alancea al toro para medir su bravura), el clavado de banderillas, a menos que se proteja la res con un peto, y sin matar luego al toro".
"Quieren llevarnos a las corridas como se hacen en Portugal, pero no en los países que seguimos la tradición española", dijo a IPS el crítico taurino Eduardo Rodríguez, "y esa reglamentación reducirá hasta casi acabar la Fiesta Brava, que tiene 25 años en crisis en Venezuela", aseveró.
Desde que en 1983 comenzó a desplomarse la moneda venezolana y se viven períodos de control cambiario, la importación de toros de lidia y la contratación de diestros extranjeros se fue al suelo, con el resultado de que los espectáculos taurinos, entonces en una docena de ferias de renombre, se han reducido a muy pocas plazas.
Las corridas "son parte de las ferias y fiestas patronales de las principales ciudades de provincia, como Maracaibo, Valencia, Maracay, Mérida y San Cristóbal, y un fuerte atractivo del turismo interno y motor de la economía: todo eso puede irse a pique si se achica el espectáculo hasta hacerlo desaparecer en poco tiempo", advirtió Rodríguez. La ley, finalmente, establece normas contra el comercio o exportación de especies de fauna bajo toda circunstancia, enmarca medidas que deberán tomar las alcaldías al reglamentar los deberes de poseedores de mascotas y la creación de refugios para animales en abandono, y establece fuertes multas, de hasta 1.800 dólares, o cierre de negocios, según el caso, a los infractores.