Cuando resta menos de una semana para las elecciones presidenciales en Timor Oriental, la violencia no aminora en esa república asiática que nació en mayo de 2002 tras casi cinco siglos de colonización portuguesa y unos 25 años de ocupación de Indonesia.
Los comicios del 9 de abril definirán el reemplazo del líder guerrillero contra la ocupación indonesia José Alexandre "Xanana" Gusmão en la primera magistratura de una de las más pequeñas y pobres naciones del mundo, de 15.000 kilómetros cuadrados y 400 dólares anuales de ingreso por habitante.
Disputan su herencia con mayores posibilidades el primer ministro José Ramos-Horta —con mandato suspendido durante la campaña—, un independiente apoyado por Xanana Gusmão, y el candidato del Frente Timorense de Liberación Nacional (Fretilin), Francisco Guterres "Lu Olo", apoyado por el ex primer ministro Mari Alkatiri (2002-2006).
También se postulan Avelino Coelho, del Partido Socialista de Timor, Lúcia Lobato, del Partido Social Demócrata, Xavier do Amaral, de la Asociación Social Demócrata Timorense y los independientes Manuel Tilman, João Carrascalão y Fernando de Araújo Lesama.
El censo y empadronamiento de electores "superó las expectativas", pues se registraron más de 500.000 en una población de 1.063.000 habitantes, según datos proporcionados el jueves 29 de marzo por el representante residente en Timor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Finn Reske-Nielsen, a corresponsales portugueses en Dili. Pero el número final de habilitados para votar no ha sido divulgado oficialmente.
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Las elecciones serán controladas por cerca de mil observadores timorenses y por una centena de expertos internacionales con capacitación proporcionada por el PNUD, por lo que, de acuerdo a Reske-Nielsen, el proceso no peligra por cuestiones logísticas o de seguridad.
Pero la inestabilidad de esta nación isleña del océano Pacífico justifica la celebración de comicios con unas fuerzas internacionales armadas hasta los dientes, según resolución del 22 de febrero del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que prorrogó por un año el mandato de la Misión Integrada en Timor Oriental y el refuerzo de su contingente policial.
La violencia se ha mantenido más o menos intermitente desde junio del año pasado, tras la fuga de la prisión del mayor rebelde Alfredo Reinado, ex comandante de la Policía Nacional, quien con un grupo de incondicionales se refugió en las montañas de los alrededores de Dili, desde donde alienta la acción de bandas de jóvenes de barrios marginales.
La campaña electoral se ha convertido en la flamante excusa para acciones difíciles de reprimir para los efectivos de seguridad y del ejército nacionales, por lo que las autoridades pidieron ayuda a la antigua metrópoli, Portugal, ante el recelo que provoca en la población la presencia cada vez mayor de tropas australianas.
En la madrugada de este martes, un Hércules C-130 de la fuerza aérea portuguesa desembarcó en Dili a 77 efectivos de la Guardia Nacional Republicana (GNR) para reforzar el cuerpo policial de paz de la ONU desplegado en la joven república que ocupa la parte oriental de la isla de Timor, al sudeste del archipiélago indonesio y al norte de Australia, y algunas islas menores.
Las fuerzas internacionales están encabezadas por la muy cercana Australia, que aporta unos 1.100 efectivos mirados con desconfianza por la población que teme ver el país convertido en una suerte de protectorado australiano.
Canberra y Dili mantienen una seria controversia por la delimitación de sus aguas territoriales, debajo de las cuales hay riquezas petroleras.
Desde el desmantelamiento de su imperio en 1975, Portugal ha tenido especial cuidado en las relaciones con sus antiguas posesiones ultramarinas. En el caso de Timor, apela a sentimientos amistosos de una buena parte de la población y de la dirigencia política que fue mayoritariamente parte de la diáspora educada en colegios y universidades portuguesas.
Portugal marca presencia ahora con 220 soldados de la GNR que, como la diplomacia lusitana no se cansa de explicar, fueron enviados por pedido expreso del gobierno timorense.
La campaña electoral se inició el 23 de marzo. La mayoría de los incidentes han sido en Dili. Pero el martes 27 fue apedreada la sede del Fretilin en Liquiçá, a 34 kilómetros de la capital.
Un día después, en Viqueque, 220 kilómetros de Dili, un grupo de desconocidos lanzaron piedras contra una caravana del candidato Ramos-Horta, y 24 horas más tarde, manifestantes tampoco identificados lanzaron objetos contundentes contra un cortejo de partidarios de Guterres "Lu Olo".
En declaraciones a la agencia portuguesa Lusa, el sacerdote católico Marinho Gusmão, portavoz de la Comisión Nacional de Elecciones, exhortó a los candidatos a controlar a sus seguidores y aseveró que las elecciones no estaban en cuestión. "No podemos dramatizar, lamentamos lo que ocurrió, pero estos casos no van impedir todo el proceso", dijo.
Ramos-Horta, premio Nobel de la Paz 1996 y candidato con más posibilidad de suceder a Xanana Gusmão, también quitó dramatismo a los hechos en declaraciones a IPS por teléfono desde Dili.
En este último año "la violencia ha estado localizada en Dili y sólo en algunos barrios. Existe la percepción errónea de que la violencia se instaló en todo el país, lo que no es verdad", sostuvo.
Ramos-Horta dijo a IPS que, a pasar de los hechos registrados durante casi un año, "el nivel de criminalidad en Dili no es mayor que en las grandes ciudades de Asia, o en Río de Janeiro, o en Johannesburgo. Pero la diferencia es que esas y otras grandes ciudades cuentan con efectivos policiales bastante fuertes que logran neutralizar las pandillas".
El candidato previó un futuro complicado, pero no imposible de abordar. "Nuestra policía se desintegró a fines de abril de 2006, y ahora estamos intentando reorganizarla. Mientras eso no ocurra dependemos de la policía de la ONU, que no conoce bien la ciudad, las bandas y sus cabecillas, pero poco a poco vamos consiguiendo recuperar la iniciativa", concluyó.
La crisis había estallado el 27 de abril de 2006, cuando el gobierno del entonces primer ministro Alkatiri disolvió la Policía Nacional, provocando divisiones entre los uniformados, muchos de ellos ex guerrilleros que durante dos décadas combatieron al ejército de ocupación indonesio.
Cuando el mayor Reinado recibió en la clandestinidad a la agencia de noticias Lusa el mes pasado —y se negó a ser entrevistado en portugués, optando por el inglés— sostuvo que su propósito político era oponerse a lo que entendía como "neocolonización" mediante la "lusitanización" de Timor Oriental.
Gertrudes Lambiza, quien fue funcionaria para la ayuda humanitaria de la ONU durante el período de transición hacia la independencia (2000-2002) del país, dijo a IPS que "muchos funcionarios internacionales y diplomáticos de países de lengua inglesa atizaron una campaña sistemática en ese periodo para evitar que Timor optase por el portugués como segunda lengua tras el tetún".
Los dos son ahora idiomas oficiales de Timor.
Además de los conflictos internos entre fracciones que se disputan el poder, según la funcionaria internacional, "existe también otra clara división entre los 'pro inglés' y los 'pro portugués', lo que hasta hoy es patente en la isla".