La severa sequía que desde hace siete años afecta al sudoeste de Estados Unidos es reflejo de un nuevo patrón climático de carácter permanente en la región debido al recalentamiento planetario, afirman científicos.
Al parecer, la norma en la región serán las condiciones de la sequía con tormentas de polvo registrada en los años 30, que llevó a la ruina a miles de agricultores, denominada "dust bowl". Pero la aridez será aun peor, según una investigación publicada en la revista Science el día 4.
Este informe se conoció un día antes de la presentación del más reciente estudio del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), según el cual áreas propensas a la sequía probablemente se volverán más secas debido al recalentamiento planetario.
La actual sequía en el sudoccidente de Estados Unidos no responde a patrones de variaciones climáticas naturales, según uno de los coautores del estudio publicado por Science, Ming Fang Ting, del Observatorio Lamont-Doherty de la Tierra de la Universidad de Columbia.
"Las causas de la sequía, ahora y en el futuro, son diferentes con el cambio climático", dijo Ting a IPS.
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Los expertos del equipo de Ting aplicaron 19 modelos simulados de clima por computadora. Así, pronosticaron que el sudoccidente de Estados Unidos y algunas zonas del norte de México septentrional se volverán mucho más secas.
A diferencia de históricas sequías previas, causadas por cambios en las temperatura de la superficie de océano Pacífico, los modelos revelan que el cambio climático aumentará drásticamente la dimensión de las zonas secas subtropical en todo el planeta.
Estas zonas en expansión serán diferentes a todo lo visto en los últimos 150 años, y las sequías futuras serán mucho peores que cualquiera ocurrida desde tiempos medievales, dice el informe.
La gran diferencia, en comparación con el pasado, es esas áreas tienen mucha más población que antes, subrayó Ting.
Pese a su escasez de agua, la región sudoccidental incluye algunos de los estados de Estados Unidos de crecimiento más acelerado, como Arizona, Nevada, Nuevo México, Colorado y Utah.
Millones viven en grandes ciudades como Phoenix y Denver, emplazadas lejos de los y cuya existencia responde a enormes proyectos hídricos, como represas en ríos o bombeos de acuíferos profundos, que transportan agua a través de canales y cañerías.
La ciudad de Las Vegas, en Nevada, se ubica en un valle en el desierto de Mojave. Su población aumentó a más de 2,4 millones, cuando apenas 25.000 personas vivían allí hace 50 años. En los últimos cinco años, 330.000 personas se mudaron a la ciudad, que tiene una enorme industria turística.
Demógrafos pronosticaron que Las Vegas llegará a 3,5 millones de residentes para 2012.
"Tenemos unos 102 milímetros de lluvia al año, en promedio. Es un desierto", dijo a IPS Scott Huntley, de la Autoridad del Agua de Nevada meridional.
Las Vegas obtiene toda su agua del río Colorado, pero el volumen de ese río se redujo 25 por ciento, porque la sequía se extiende hasta sus cabeceras, en las montañas Rocallosas.
La reducción de la capa de nieve en esas montañas y un derretimiento más rápido de la nieve en la primavera significa que los siete estados que dependen del agua del Colorado afrontarán escasez este año.
Pero Las Vegas sigue siendo una tierra de fantasía donde todo es posible, incluidos enormes lagos artificiales y fuentes, como las del Hotel Bellagio, de unas tres hectáreas.
El mes pasado, una empresa constructora compró 80 hectáreas a lo largo del bulevar Las Vegas, donde se propone construir "el mayor parque de agua cerrado en América del Norte", junto con una instalación cerrada de esquí y otras de patinaje sobre hielo, sin mencionar un casino ambientado con temas tropicales y dos hoteles.
Para el futuro cercano está prevista la construcción de más de 40.000 nuevas habitaciones de hotel, pero los famosos casinos de la ciudad representan apenas nueve por ciento del consumo de agua, que se concentra en los campos de golf y en las residencias, particularmente para césped y jardines en general.
Por ese motivo, las autoridades de Nevada montaron un programa de incentivo para las viviendas que reduzcan su superficie de césped.
"El césped es ridículo en el desierto. Pagamos dos dólares por cada pie cuadrado (0,09 metros cuadrados) de césped que se elimina", como incentivo, dijo Huntley.
El programa de remoción de césped fue muy exitoso, igual que los esfuerzos para limpiar y volver a usar las aguas servidas. Incluso con el reciente crecimiento demográfico, el uso del agua no aumentó, señaló.
"La cultura está cambiando. Las personas aceptan que vivimos en un desierto", agregó Huntley.
Pese a estos y a otros esfuerzos, Nevada se ubica en el puesto 41 del consumo de agua entre los 50 estados de Estados Unidos. Como buena parte del sudoeste afectado por sequías, entre 80 y 90 por ciento del agua de la región es destinada a las actividades agropecuarias.
"La agricultura desaparecerá, así el agua puede fluir hacia áreas urbanas en crecimiento", pronosticó Karl Flessa, geocientífico de la Universidad de Arizona. "Eso ya está ocurriendo."
Reduciendo la agricultura, las ciudades pueden crecer hasta volverse enormes. Pero, haciendo un balance, eso no es bueno para el entorno natural, dijo Flessa.
Los residuos de los campos agrícolas y las zanjas proporcionan agua, si bien a menudo de mala calidad, para muchas especies de plantas, creando hábitat para pájaros y otros animales.
Los establecimientos agrícolas también ofrecen más hábitat que un mar de viviendas suburbanas con tejas rojas, añadió.
El costo de la electricidad podría enlentecer el crecimiento de la región, donde tanto el agua de bombeo como el aire acondicionado consumen enormes cantidades de energía. Y aunque en el futuro habrá menos agua y más personas, la escasez hídrica no detendrá el crecimiento.
"Como decimos aquí, 'el agua fluye cuesta arriba hacia el dinero y el poder'", expresó Flessa.