Dirigentes sociales se suman a los gobiernos de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) en la búsqueda de incorporar más países a este perfil integrador, incluidos los participantes en el Plan Puebla Panamá, de signo diferente.
"A diferencia del Plan Puebla Panamá, pro-imperialista, concebido por cerebros de (la universidad estadounidense de) Harvard y perjudicial para los pueblos y el ambiente, el ALBA surge como un pacto de solidaridad y con participación popular", explicó a IPS Juana García, de la organización mexicana Mujeres Insurgentes.
El ALBA, conformado por Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, se propone como un paraguas para convenios de intercambio económico y comercial, pero también de programas de cooperación en salud, cultura, educación y suministro de energía, todo desde un ángulo de enfrentamiento al recetario neoliberal impulsado por Washington en sus relaciones hemisféricas.
El Plan Puebla Panamá es impulsado por México para el desarrollo del sudeste de su país y el istmo centroamericano, que integran la región histórico-cultural Mesoamérica. Este proyecto, al que ahora se sumó Colombia, va en paralelo con la promoción de los tratados de libre comercio de Estados Unidos con América Latina.
García estuvo entre el medio centenar de activistas políticos y de la sociedad civil de la región que fueron invitados a deliberar en Tintorero, una población dedicada a las artesanías de hilados y tejidos ubicada en las cercanías de la centroccidental ciudad venezolana de Barquisimeto, donde el sábado y el domingo se realizó la quinta cumbre del ALBA.
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Estos gobiernos proclamaron la búsqueda de una nueva integración, que abomina del neoliberalismo, se basa en la solidaridad y en la cual programas de cooperación en salud, educación y cultura reciben tanta o más importancia que los acuerdos comerciales o para empresas conjuntas.
A la cumbre asistieron el presidente anfitrión, Hugo Chávez, y sus pares Evo Morales, de Bolivia, y Daniel Ortega, de Nicaragua, el vicepresidente cubano Carlos Lage y, como observadores, el mandatario de Haití, René Préval, y ministros de Dominica, Ecuador, San Cristóbal – Nevis y Uruguay.
Iniciado en diciembre de 2004 por Chávez y el líder cubano Fidel Castro, El ALBA decidió establecer un consejo presidencial, otro de ministros, otro para los movimientos sociales, y comisiones de trabajo por áreas para impulsar los "proyectos gran-nacionales".
Los presidentes abogaron por un plan común de alfabetización, otro de formación para el trabajo, de educación universitaria con énfasis en salud y trabajo social, un fondo cultural y "casas del Alba", que darán preferencia a la defensa de la identidad y culturas de los pueblos indígenas y afrodescendientes de la región.
Se proponen "tratados de comercio justo", con empresas mixtas de almacenaje, transporte, exportación-importación y programas de formación técnica, así como un "fondo de inversiones del ALBA", que más adelante puede dar paso a un banco grupal.
Pero más allá de esas declaraciones de intención, Venezuela fue quien colocó recursos sobre la mesa: 250 millones de dólares para comenzar de inmediato el Fondo Alba y garantía de satisfacer todas las necesidades de petróleo de los socios de este bloque.
"Venezuela garantiza a los países del ALBA el suministro de todas sus necesidades energéticas, de todas, no una cantidad limitada de barriles", anunció Chávez en la cumbre. Lo hará en las condiciones más blandas hasta ahora conocidas en la región, añadió.
Así se acordó la entrega del petróleo venezolano requerido por sus socios en el ALBA y por Haití con el pago de la mitad de la factura a 90 días de plazo, mientras que un cuarto quedará como crédito a los gobiernos beneficiarios, pagadero en 25 años y a dos por ciento de interés, y el resto se destinará al Fondo Alba para ser invertido en proyectos de desarrollo.
Esos planes "ofrecen a la región dos contextos de relaciones internacionales: de un lado los tratados de libre comercio y, del otro, esquemas de quienes creen e impulsan posibilidades diferentes, como el ALBA", comentó a IPS Franklin Molina, profesor de estudios internacionales de la Universidad Central de Venezuela.
Los activistas sociales destacaron las intenciones de los gobiernos. "Nuestros grupos respaldan ese proyecto de integración, fundamentada en el legado histórico de nuestros libertadores, con un claro contenido ético y contrapuesta a los principios neoliberales", asentaron en su Declaración de Tintorero.
"Por supuesto que buscamos afianzar lazos entre los gobiernos del ALBA y organizaciones populares de América, así como con autoridades locales en manos antineoliberales, para impulsar una agenda compartida en educación, salud, reforma agraria, ambiente, derechos laborales y seguridad alimentaria", dijo a IPS el hondureño Rafael Alegría, de Vía Campesina y relator del encuentro.
"Queremos impulsar un movimiento a escala regional para que países que no están en el ALBA se adhieran a sus esquemas y los respalden", indicó, a su vez, a IPS el diputado brasileño Iván Valente, del Partido Socialismo y Libertad.
Una coordinación será establecida para hacer seguimiento a los acuerdos y trabajos del ALBA y darles resonancia dentro de las organizaciones sociales, convinieron los activistas en el encuentro con los presidentes que sirvió de cierre de la Cumbre.
En ese encuentro estuvieron presentes representantes de los partidos comunistas de Chile y de Cuba, y del salvadoreño Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, y de organizaciones como las brasileñas Central Unitaria de Trabajadores y el Movimiento Sin Tierra, y de la internacional Vía Campesina.
El venezolano Braulio Álvarez, del Movimiento Campesino Jirahara, afín al gobierno de Chávez, comentó a IPS que reclaman, en primer lugar, que el ALBA se dote de una carta de principios, que incluya a los movimientos sociales en sus esquemas de trabajo.
Durante el diálogo, los mandatarios se mostraron receptivos a la propuesta. "Yo mismo soy presidente y activista social y sindical. Espero que ustedes en un futuro estén aquí (donde estaban los gobernantes), para ver si podemos cambiar verdaderamente a la América Latina", les dijo Morales.
García sostuvo que la lucha por el ALBA "necesariamente nos lleva a oponernos a planes predadores como el Plan Puebla Panamá, que por ejemplo impulsa una represa entre México y Guatemala que puede afectar las riquezas de flora, fauna y arqueología en la zona".
En su lugar, postuló, "el movimiento Mujeres Insurgentes impulsa alternativas sustentables con las cuales acompañar el ALBA, como por ejemplo el diagnóstico de especies locales para cría, como es el caso del ciervo rojo de Chiapas (sur mexicano)".
Alegría dijo que Vía Campesina y otros movimientos están listos para acompañar iniciativas de Venezuela hacia la región en salud, como la "Misión Milagro" de operaciones oftalmológicas a pacientes sin recursos, en alfabetización y formación para el trabajo, y en programas de seguridad alimentaria y lucha por la reforma agraria.
La Declaración de Tintorero pidió a los gobiernos del ALBA un programa urgente de cooperación con Haití. En presencia de los activistas, Chávez firmó con Préval un acuerdo para el suministro petrolero y Cuba ofreció un programa de alfabetización.
También demandaron que el ALBA se dote de un mecanismo de contraloría social, para que los gobiernos rindan cuenta ante los movimientos populares acerca de os proyectos integracionistas.
Apoyaron todas las iniciativas de los mandatarios sobre alfabetización, creación de una universidad del Sur y pidieron una escuela latinoamericana de políticas públicas. Finalmente, anunciaron que apoyarán movilizaciones hacia causas afines en la región, entre ellas la conmemoración en octubre de los 40 años de la muerte del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara, y la campaña en Costa Rica para rechazar, en el referendo de septiembre, la ratificación del tratado de libre comercio con Estados Unidos.