ZIMBABWE: Gobierno propicia desastre

«Es atroz cómo nuestro gobierno desechó a su propio pueblo», exclamó el activista de Zimbabwe Max Mkandla. Se refería a los operativos implementados por las autoridades para reprimir el comercio informal.

A través de la Operación Murambatsvina ("sacar la mugre", en la lengua shona, hablada por la mayoría de la población de Zimbabwe), las fuerzas de seguridad destruyeron hogares y puestos de 700.000 pequeños comerciantes en mayo de 2005.

Estos comerciantes fueron perseguidos en áreas urbanas donde predomina el opositor Movimiento por el Cambio Democrático. Pero el gobierno aseguró que su intención era reducir la criminalidad y eliminar edificaciones construidas ilegalmente.

Los ataques se registraron poco después de las controvertidas elecciones parlamentarias de ese año, en que la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) obtuvo dos tercios de los votos, en medio de señales de fraude.

La Operación Murambatsvina, por otra parte, agravó las consecuencias de la crisis económica para los zimbabwenses comunes.
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Los comerciantes aun hoy son objeto de constante acoso de la policía, que realiza redadas esporádicas y confisca mercaderías, y son forzados a pagar multas por considerar su actividad "ilegal".

Por todo esto, tienen que ingeniárselas para evitar el hostigamiento. Algunos exhiben una pequeña muestra de su mercancía y ocultan el resto en un lugar seguro. Otros venden fruta, ropas o elementos básicos, como jabón y aceite para cocinar a los que muestran en maleteros de automóviles. Pero a veces se les termina la suerte.

"Tenemos que hacer algo para ganarnos la vida, aunque sea riesgoso. Jugamos a las escondidas con la policía. A veces se gana y a veces se pierde. Todo depende del estado de ánimo de los oficiales", dijo Maxwell Tumbare, comerciante informal en Harare.

Poco se hizo a través de la gubernamental Operación Garikai ("vivir mejor"), lanzada para abordar las críticas de la enviada especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Anna Tibaijuka a propósito de la Operación Murambatsvina, que redujo el sustento de alrededor de 2,4 millones de zimbabwenses, según su informe.

El gobierno sostuvo que Garikai era un "programa de seguimiento" de Murambatsvina que sería completado para agosto de 2005.

La Operación Garikai involucraba la construcción de viviendas y la instalación de puestos comerciales y mercados de pulgas "legítimos".

En cuanto a los mercados, ocurrió poco al margen de la construcción de un centro para pequeñas y medianas empresas en el suburbio de Glen View, en Harare.

Ese local alberga carpinterías y pequeños talleres metalúrgicos. "Ahora trabajamos desde aquí, pero el lugar es demasiado pequeño", se quejó el carpintero Isaac Makanga.

Una construcción interrumpida en sus cimientos da testimonio de un ambicioso proyecto que nunca fue. En Chiredzi, en el sudoriente del país, los comerciantes venden su mercadería donde pueden. Es la misma historia en otras provincias.

"El gobierno se embarcó en un proyecto no planificado y ahora no logra cumplirlo por una combinación de factores, especialmente la inflación y la corrupción", explicó Heneri Dzinotyiwei, profesor de ciencia política en la Universidad de Zimbabwe.

El entorno hiperinflacionario sofocó la Operación Garikai, dado que los costos de funcionamiento aumentaron día a día.

La inflación asciende hoy a 1.729 por ciento anual. La mayoría de los contratistas y proveedores retiraron sus servicios luego que el gobierno no cumplió con sus obligaciones financieras.

La edificación de viviendas en todo el país fue abandonada luego que el gobierno se apresuró a construir sin consultar con las autoridades locales. Las obras terminadas carecen de adecuado saneamiento y electricidad.

En uno de esos proyectos, en Chiredzi, los habitantes usan el cuarto de baño común de una escuela cercana, mientras que en provincias como Matebeleland del Sur y Mashonaland del Occidente utilizan los arbustos.

"No tenemos más opción que vivir aquí. Es mejor que permanecer a la intemperie", lamentó Solomon Mhere, del proyecto de Chiredzi.

Las casas de la Operación Garikai fueron criticadas por su tamaño. Comúnmente se las describe como "cajas de fósforos". Un dormitorio típico no puede albergar una cama doble, ni mucho menos un armario u otros muebles.

Mkandla describe las condiciones de vida como "inhumanas. Las casas no son adecuadas para la habitación humana", advirtió.

Jan Egeland, enviado especial de la ONU para asuntos humanitarios, se convirtió en el enemigo del gobierno de la noche a la mañana, tras condenar las casas de Garikai en el establecimiento rural Whitecliff, ubicado en las afueras de Harare.

En una visita en diciembre de 2005, Egeland describió la situación como "desconcertante" y "desastrosa".

La corrupción en círculos del gobierno contribuyó con el fiasco. Funcionarios gubernamentales fueron acusados de haber exprimido el tesoro nacional inflando los presupuestos de los proveedores y quedándose con el dinero extra. Los proveedores consienten esto siempre que se les garantice que ganarán licitaciones.

"Nuestro gobierno no se hace responsable. Por lo tanto, no es sorprendente que todos estos casos pasen inadvertidos", explicó Dzinotyiwei.

El gobierno continuó desafiando la lógica cuando rechazó el ofrecimiento de asistencia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

"Las personas están sufriendo a causa del oportunismo político", dijo Itai Zimunya, encargado de programas de la Coalición Crisis En Zimbabwe.

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