Faltan menos de dos meses para el fin de los siete años de Ahmet Nejdet Sezer al frente de la presidencia de Turquía, pero un velo de misterio se cierne sobre la designación de su sucesor por parte del parlamento.
El primer ministro Recep Tayyip Erdogan podría ocupar el cargo, pero no desvelará sus intenciones, ni siquiera ahora, cuando el proceso se encuentra en una etapa tan avanzada.
El próximo presidente turco deberá ser elegido antes del 17 de mayo por el parlamento, donde es mayoría el Partido por la Justicia y el Desarrollo, que lidera el primer ministro y tiene raíces islamistas.
Las elecciones parlamentarias están previstas para noviembre de este año.
Erdogan, cuyo partido gobierna este país desde noviembre de 2002, puede optar por ocupar él mismo el asiento presidencial, meramente ceremonial, al igual que lo hicieron sus dos predecesores.
Si finalmente se decide, Erdogan deberá renunciar a la dirección de su sector político, pues el cargo de presidente representa a la nación y al Estado, no al partido ni al gobierno de turno.
La eventual candidatura del primer ministro estaría asegurada, pues su partido posee 354 de los 550 escaños parlamentarios. La designación del presidente requiere de 367 sufragios en las dos primeras votaciones. Luego, basta con una mayoría simple.
Si Erdogan opta por mudarse a la "Casa Rosada", residencia y sede presidencial en las colinas de Ankara, está condenado a ser un jefe de Estado polémico, a pesar de su gran popularidad.
Su posible candidatura desató un intenso debate público aun antes de ser anunciada y formalizada. Algunos analistas consideran que, con 53 años, es muy joven para el cargo, y que su temperamento es demasiado activo como para asumir un papel ceremonial.
Otros cuestionan que Erdogan deseche la posibilidad de gobernar el país por otros cinco años. Y teniendo en cuenta su estilo combativo y directo, ¿podrá, como presidente, conciliar perspectivas divergentes?
¿Será demasiado religioso para este Estado laico? Nadie puede obviar que su esposa Emine luce siempre el tradicional velo islámico.
Lo único que anunció Erdogan en público es que el candidato de su partido, y con seguridad futuro presidente, se conocerá luego de abierto el periodo de presentación de postulantes, el 16 de abril.
Aun sin candidato conocido, el debate es intenso.
El líder de la oposición, Deniz Baykal, se lanzó en una campaña contra la candidatura de Erdogan, a quien calificó de poco confiable y arrogante. "Hay que detenerlo. Deténgalo", declaró.
Baykal no identificó a quienes deben detenerlo, pero su comentario le sonó a muchos como una exhortación a las fuerzas armadas, muy poderosas en este país.
El ejército, que perpetró dos golpes de Estado desde la instauración del multipartidismo hace 60 años, sigue expresándose con energía e independencia sobre asuntos de seguridad nacional.
La posición oficial de las fuerzas armadas, una institución definitivamente laica, es que no se inmiscuirá en el desarrollo del proceso.
El estilo de Erdogan "se amolda mejor al cargo de primer ministro que al de presidente", dijo a IPS Jerome Bastion, analista francés que sigue la política turca desde hace 10 años.
Bastion recordó en ese sentido el incidente entre Erdogan y un campesino que lo increpó en la calle por los menguantes ingresos de su granja y la pobreza en que él y su madre vivían. "Lárgate y llévate a tu madre", vociferó el primer ministro por toda respuesta.
Por su parte, la experta en recursos humanos Gulsun Zeytinoglu dijo a IPS que tenía dudas acerca del compromiso de Erdogan y su partido con los principios laicos establecidos por la Constitución.
"No pueden cambiar los valores constitucionales laicos. Entonces, tratan de redefinir el concepto de laicidad introduciéndole aspectos religiosos. Eso es inapropiado", consideró Zeytinoglu, ex integrante del directorio de la Asociación de Mujeres Empresarias.
El ex presidente del parlamento Hüsamettin Cindoruk llegó a plantear la posibilidad de que la candidatura de Erdogan no sea viable por sus conocidas opiniones contra la laicidad, expresadas en el pasado.
Antes de crear el "conservador" Partido por la Justicia y el Desarrollo en 2001 y conducirlo a su primer triunfo electoral, Erdogan era un agitador, miembro de un partido islamista.
El ahora primer ministro estuvo cuatro meses preso en 1997 por sedición islamista tras recitar un poema que asemejaba la mezquita a un cuartel militar, el minarete a una bayoneta y la fe a los soldados del Islam.
Erdogan no pudo ser candidato en las elecciones de 2002, pero, tras el triunfo de su partido y reformas constitucionales mediante pudo obtener un asiento en el parlamento a posteriori, allanándose así el camino que lo conduciría al cargo de primer ministro en marzo de 2003.
Según el ex presidente del parlamento, se permitió que Erdogan ingresara al legislativo, pero no necesariamente para ser elegido después jefe de Estado.
En su gobierno, la inflación cayó de 70 por ciento a menos de 10 por ciento en cuatro años, el mercado de valores duplicó sus ganancias, la moneda logró estabilidad y las privatizaciones, incluidas las de la compañía petrolera y la de telecomunicaciones, llevaron efectivo al tesoro.
Pensando en el futuro, el partido de Erdogan ahora tiene la oportunidad de elegir el presidente. Eso significaría un buen vínculo con el jefe de Estado en caso de resultar vencedor en las próximas elecciones nacionales.
El Partido por la Justicia y el Desarrollo heredó del parlamento anterior al actual presidente, de orientación laica, con quien mantuvo una relación conflictiva.
Los líderes de ese partido consideran que aun en el caso poco probable de ser derrotados en las urnas en noviembre, habrán logrado contar con un jefe de Estado propio.
Pero Erdogan podría optar por seguir al mando de su partido y permanecer como primer ministro por temor a una disputa de poder con miras a los comicios nacionales.
Una encuesta realizada por Hurriyet, el principal diario del país, reveló que 73 por ciento de los dos millones de entrevistados por Internet no creen que el primer ministro se incline por la presidencia.
Otro asunto polémico es el velo de la esposa de Erdogan. Si fuera elegido presidente, ella sería la primera anfitriona turca en llevar el tradicional atuendo en la Casa Rosada. Ella no ha participado en actos oficiales en esa sede desde que su esposo es primer ministro.
Las invitaciones de la residencia y sede presidencial a Erdogan y otros políticos cuyas esposas usan velo se dirigen a "Bay" (Señor), y no a "Bay ve Bayan" (Señor y Señora).
La mayoría de las turcas suelen cubrir sus cabezas con coloridos pañuelos y no con el más común velo negro, pese a que la prenda está prohibida en oficinas y escuelas públicas.
La prohibición obligó a Erdogan, según él indicó, a enviar a sus hijas a una escuela en Estados Unidos donde no existe tal norma.
"Una primera dama con velo simbolizaría un alejamiento de nuestro viaje hacia Occidente", dijo a IPS la novelista de mayor venta en Turquía Nermin Bezmen. "Es un paso atrás." (FIN/IPS/traen-vf-mj/ht/ss/eu mm ip cr /07)