TRANSPORTE-CHILE: Bachelet sitiada por Transantiago

Los graves errores de diseño e implementación del nuevo sistema de transporte de la capital chilena, Transantiago, la cuestan a la presidenta Michelle Bachelet la mayor caída de popularidad en lo que lleva de mandato.

Los problemas del Transantiago incluyen barrios aislados, esperas de hasta una hora y media en las paradas, autobuses repletos y estaciones y coches del metro (tren subterráneo) totalmente sobrepasados por la cantidad de usuarios.

Al colapso del metro ya se han atribuido dos muertes: un hombre que sufrió un infarto y una mujer que tuvo un derrame cerebral, ambos dentro del tren subterráneo.

Por esta razón, las autoridades del metro aconsejaron a los asmáticos, hipertensos, enfermos cardiacos, embarazadas y personas con niños que no viajaran en este medio de transporte en las horas de mayor congestión. Las pasajeras fueron las principales perjudicadas por las aglomeraciones y denuncian que son habituales los manoseos.

"Bachelet confió en su equipo de trabajo y en este caso no dio los resultados esperados", dijo a IPS el politólogo de la estatal Universidad de Chile, Guillermo Holzman, al evaluar la crisis política derivada de la puesta en marcha de Transantiago.
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"La única solución es que la mandataria haga un cambio de gabinete profundo y logre una mejor coordinación con ese nuevo grupo para retomar la agenda en la que estaba trabajando, dirigida principalmente al tema de la protección social", indicó el académico.

Según un sondeo nacional del Centro de Encuestas del diario La Tercera, dado a conocer el viernes 23, el respaldo a la mandataria socialista de 55 años cayó de 51 por ciento a 45 por ciento en tres semanas, la peor proporción desde que asumió la jefatura de Estado el 11 de marzo de 2006.

Pese a que parlamentarios de la oposición y de la propia coalición de gobierno han presionado a Bachelet para que destituya al ministro de Trasportes, Sergio Espejo, la mandataria optó el sábado por crear un nuevo cargo: la autoridad metropolitana del transporte.

El 22, los dos partidos de oposición derechista anunciaron que acusarían constitucionalmente a Espejo el mes próximo, por estimar que no ha cumplido con sus deberes.

Dentro de la coalición de centroizquierda, de cuatro partidos políticos y que gobierna desde 1990, se admite que ésta es la peor crisis de su historia y que podría afectar sus posibilidades de permanecer en el poder por un quinto periodo consecutivo.

Respecto de las encuestas, el senador del oficialista Partido Socialista (PS), Alejandro Navarro, señaló que "podemos seguir bajando, porque la crisis aún está en desarrollo y ni se vislumbra cómo resolverla de manera transitoria. Por lo tanto, lo peor está por venir".

Otro senador socialista, Ricardo Núñez, dijo temer una "asonada callejera" por el descontento general, ya que en el mes y medio de operación de Transantiago se han registrado centenares de manifestaciones. El gobierno está preocupado especialmente por la conmemoración este jueves del día del joven combatiente, en recuerdo de dos hermanos izquierdistas asesinados por la policía en 1985.

El gobierno debería tomar en cuenta dos posibles escenarios, si no soluciona el problema: que se reitere la violencia generada por grupos minoritarios y que el descontento y la apatía de la población terminen por afectar el futuro político electoral del oficialismo, indicó Holzman.

Desde el 10 de febrero, cuando partió Transantiago, Bachelet dispuso tres paquetes de medidas para mejorar el sistema, entre las que se destacan la modificación de recorridos, la introducción de más autobuses, la utilización de buses que siguen la misma trayectoria del metro y mayor seguridad en los barrios periféricos. Pero nada de eso ha sido suficiente.

El ex presidente Ricardo Lagos (2000-2006), en cuya administración se diseñó el plan, también ha sido emplazado por la oposición derechista para que dé explicaciones, pero el ex mandatario ha rehuido las críticas, endosándole la responsabilidad al actual gobierno.

El Plan Transantiago nació con la promesa de mejorar la calidad de vida de los 6,5 millones de santiaguinos, casi la mitad de la población del país, y de reducir la contaminación aérea de una de las urbes latinoamericanas con peores registros en la materia. Está inspirado en el exitoso Transmilenio de Bogotá.

Consiste en una red de vías troncales por donde circulan autobuses articulados. A lo largo de estas avenidas principales, existen numerosas estaciones de transbordo a las cuales arriban autobuses "alimentadores", procedentes de barrios alejados. La red del metro es considerada un recorrido "troncal".

Además de la modificación de todos los recorridos, el plan contempla un nuevo sistema de pago en los autobuses a través de una tarjeta electrónica de prepago.

"Consideramos positivo superar el caótico sistema anterior, además de la reducción de la contaminación acústica y ambiental. Sin embargo, Transantiago reprueba en seguridad y universalidad del servicio", así como en "comodidad y economía para los usuarios", dijo Sergio Sepúlveda, coordinador del comité de usuarios del Transantiago, creado por un grupo de ciudadanos.

Además, "es discriminatorio, sobre todo con los habitantes de la periferia. Y lo peor es que está afectando negativamente la calidad de vida y la salud mental de los santiaguinos. Hay síntomas de estrés, irritabilidad y confusión", indicó.

Según los expertos en transporte, la crisis obedece tanto a problemas de diseño como de implementación del plan. Hay deficiencias en la construcción de la malla de recorridos y en la elaboración de los contratos que el Estado firmó con los operadores privados, que desincentivan la entrega de un buen servicio.

También se critica que todavía no estén disponibles los 5.100 autobuses estimados para su funcionamiento y que no se hayan construido todas las vías segregadas para el transporte público.

Tampoco se ha habilitado el sistema informático de gestión de flota, que incluía la instalación de GPS (Sistema de Posicionamiento Global) en los autobuses. De ello se culpa al Administrador Financiero de Transantiago (AFT), un conglomerado de empresas encargado de recaudar y repartir los ingresos del sistema entre los operadores y de proveer la tecnología necesaria para su funcionamiento.

Se ha dicho inclusive que Manuel Navarrete, el recién renunciante gerente general de las dos principales empresas operadoras de autobuses, Gran Santiago y Metropolitana, estaba boicoteando el sistema, al no sacar a la calle todos los vehículos comprometidos. Por esta razón, el gobierno ya ha multado a varios operadores.

Hasta el rostro publicitario del Transantiago, el ex futbolista chileno e ídolo nacional Iván Zamorano, dijo sentirse "engañado" por las autoridades que lo convocaron para promocionar el plan, pues la población lo responsabiliza también de la crisis.

Hasta el cardenal católico Francisco Javier Errázuriz se refirió el domingo al Transantiago, señalando que "buena parte de este problema era previsible".

Si bien muchos parlamentarios han dado por fracasado el plan y reclaman uno nuevo, el director del Observatorio de Ciudades de la Universidad Católica de Chile, Pablo Allard, no descarta que Transantiago funcione, si se logra "habilitar la infraestructura de corredores segregados, estaciones intermodales, zonas pagas y paraderos" que faltan.

Pero hay poco tiempo, pues ya llegó el otoño austral y con él las primeras grandes lluvias del año, que podrían agravar aún más la situación en algunas zonas.

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