MUJERES-IRAQ: El cuerpo femenino, otro campo de batalla

Al asegurar que tres policías chiitas acusados de violar a una sunita eran inocentes y merecían ser felicitados, el primer ministro Nouri al-Maliki creó conmoción política en Iraq, donde las mujeres parecen otro campo más de la batalla religiosa.

Sabrine al-Janabi, de 20 años, fue llevada por la fuerza de la casa donde vive con su esposo, en la meridional zona bagdadí de Hai al-Amil, a una estación de policía en la que fue acusada de preparar alimentos para miembros de la resistencia a la ocupación estadounidense.

"Uno de los agentes me tapó la boca con la mano para que nadie me escuchara fuera de la habitación", declaró Janabi la cadena qatarí de television satelital Al Jazeera. "Les dije: 'No sabía que un iraquí pudiera hacerle esto a otro iraquí'."

"Les rogué que no me violaran y les juré que yo era una buena mujer, como una hermana para ellos, pero me violaron uno tras otro", agregó.

Lo peculiar no fue la violación cometida por uniformados, un fenómeno creciente desde la ocupación, sino la imputación pública de los agresores en un país donde ni siquiera es usual la denuncia penal de estos casos.

La oficina del primer ministro Maliki aseguró a través de un comunicado que, según la evidencia médica recogida, Janabi no había sufrido violación alguna. Esa declaración derivó en una crisis política.

Janabi es practicante del Islam sunita, y en la policía predominan los agentes de la corriente chiita. La comunidad sunita acusa a la policía de usar tácticas represivas ilegales en el marco de "operaciones de seguridad".

El incidente elevó la ya elevada tensión entre las dos corrientes islámicas mayoritarias en Iraq.

La oficina de Maliki calificó a Sabrine al-Janabi de "mentirosa" y, ante los reclamos de una investigación independiente sobre la violación formulados por organizaciones opositoras tanto chiitas como sunitas, recomendó a la policía que felicitara a los acusados.

Una enfermera iraquí aseguró al diario estadounidense The New York Times que Janabi presentaba signos de agresión sexual y otros maltratos físicos.

Numerosos casos de violación cometida tanto por uniformados iraquíes como estadounidenses comenzaron a conocerse desde los primeros días de la ocupación de Iraq en 2003.

Los primeros se registraron dentro de la prisión bagdadí de Abu Ghraib. La fehaciente documentación fotográfica de humillaciones sexuales y otros abusos dieron origen a una ola de indignación dentro de Iraq y en todo el mundo.

Pero las víctimas de violación raramente la denuncian, pues temen el escarnio público. Una musulmana que admita haber sido violada corre peligro de ser asesinada por parientes del agresor que procuran restaurar el honor familiar.

El secretario general de la organización religiosa sunita Asociación de Académicos Musulmanes, Arit Al-Dhari, dijo a la prensa esta semana que las violaciones son frecuentes, si bien confirmó la tendencia de las víctimas a no presentar demandas.

Pero desde que el público accedió a las declaraciones de Janabi el 19 de febrero, otros casos salieron a la luz.

Tres días después, una sunita de 50 años acusó a cuatro soldados iraquíes de intentar violarla a ella y a sus dos hijas. El ministro del Interior, Izzidin Dola, ordenó al alcalde de la ciudad donde vive la mujer y a un grupo de dirigentes tribales visitarla a su casa para tomarle declaraciones.

"Al menos cuatro policías participaron en la violación y afrontan un proceso penal", dijo Dola a IPS.

Ahmed Mukhtar, director de una escuela de la septentrional ciudad de Mosul, dijo a IPS que "los policías iraquíes siguen el ejemplo de quienes los entrenaron", en alusión a los expertos estadounidenses que organizaron las fuerzas de seguridad nacionales.

"Los soldados estadounidenses lo hicieron más de mil veces y se salieron con la suya. Condenaron al soldado que violó y mató a Abeer a cien años de prisión, pero los iraquíes no somos tontos y sabemos que obtendrá la libertad condicional antes de lo que él mismo cree", sostuvo.

Mukhtar se refería a la violación de Abeer al-Janabi, de 14 años, cometida el año pasado cerca de la ciudad de Mahmudiya, al sur de Bagdad. Janabi fue asesinada junto con sus padres y su hermana menor.

Los soldados estadounidenses que participaron en el acto quemaron los cuerpos de las víctimas para encubrir el crimen.

El sargento Paul E. Cortez, de 24 años, se confesó culpable de violación y asesinato y fue condenado el 23 de febrero a 100 años de cárcel, pero podrá pedir la libertad condicional dentro de 10.

Organizaciones iraquíes armadas opositoras a la ocupación anunciaron que policías y soldados participantes en violaciones recibirán "un castigo adecuado". (FIN/IPS/traen-mj/dj-aaf/ss/mm ip ik hd wo/07)

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