«Aquí no hay turismo sexual infantil», dijo enfática Mercedes de Mena, secretaria técnica del intergubernamental Consejo Centroamericano de Turismo, al afirmar que ningún operador ofrece tal cosa al menos oficialmente. Empero, el problema existe y es grave en esa región, igual que en México.
Casa Alianza, que trabaja en varios países de América Central con menores en situación de calle, estima que entre 35.000 y 50.000 niños y niñas son obligados a prostituirse en esa zona y advierte que uno de los motores de tales abusos es precisamente el turismo.
En cuanto a México, la Red de Organizaciones Trabajando para la Eliminación de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ECPAT por sus siglas en inglés), afirma que ya es el principal destino de turismo sexual en toda América. El número de menores víctimas de esta explotación se calcula aquí entre 16.000 y 20.000.
México y los países centroamericanos, que conforman la región histórico-cultural conocida como Mesoamérica, dictaron en los últimos años una batería de leyes y acuerdos dirigidos a penalizar el abuso sexual de menores.
No obstante, persiste el problema y hay operadores turísticos vinculados con países industrializados, que de forma clandestina ofrecen a sus clientes paquetes que incluyen sexo con menores.
[related_articles]
La secretaria técnica de interestatal Consejo Centroamericano de Turismo se mostró incómoda cuando IPS le cuestionó sobre el tema en una entrevista telefónica desde ciudad de Panamá, donde participó la semana pasada en un encuentro centroamericano para prevenir y combatir el llamado turismo sexual con menores.
"Repudiamos que niñas y niños sean abusados sexualmente, aquí nadie lo promueve y por el contrario enfatizamos acciones preventivas para evitar que suceda. El turismo sexual no existe, pero sí el de aventura, cultural, de playa, etcétera", dijo.
La declaración de la funcionaria estuvo en consonancia con lo recomendado en un plan de acción regional contra explotación sexual para el período 2005-2006, definida entre operadores turísticos y delegados de gobierno.
Estos sectores se volvieron a reunir en Panamá para evaluar su plan y definir otro para 2007-2008.
En el primer plan se aconseja no generar "la impresión de que la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes es algo generalizado en la región y que existe una gran oferta de servicios sexuales".
"Este tipo de mensajes dañaría la industria turística (…). El mensaje debe ser preventivo porque Centroamérica no quiere convertirse en un destino turístico identificado con este tipo de explotación", reza el documento.
"Ciertamente el fenómeno existe (turismo sexual con menores) y es creciente en todo el mundo y en América Central es un problema", declaró a IPS Sonia Eljach, asesora en temas de violencia sexual para la oficina de América Latina y el Caribe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Este tipo de turismo "deja en la imagen de los países un daño muy grande", sostuvo.
Los países centroamericanos, al igual que México realizan periódicas tareas de capacitación dirigidas a operadores turísticos y policías para que combatan la explotación sexual de menores. Además, hay campañas públicas para crear conciencia sobre el tema.
El senador mexicano Lázaro Mazón, del opositor Partido de la Revolución Democrática, denunció que existen más de 40 páginas en Internet que señalan a su país como "sitio ideal" para el turismo sexual.
Según ECPAT, 20 por ciento de los viajes internacionales se realizan con fines sexuales y "tres por ciento de los viajeros son pedófilos".
Esta organización calcula que el turismo sexual es un negocio que mueve unos 5.000 millones de dólares anuales e involucra 1,8 millones de niños y niñas en el mundo.
Ni Unicef ni el Consejo de Turismo de América Central se atreven a definir cuántos menores en América Central son presa del turismo sexual, pero al menos esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas reconoce que pueden ser miles.
Eljach señaló que los turistas pedófilos, que en su mayoría provienen de países ricos, escogen destinos poco vigilados, con instituciones débiles y una cultura permisiva.
En ese último punto, América Central no parece estar del todo vacunada.
Una encuesta realizada a mediados de 2005 y auspiciada por la Organización Internacional del Trabajo (OT) a 8.767 personas de países de esa región indicó que existe un alto nivel de conocimiento de los lugares donde las personas menores de edad son utilizadas para actividades sexuales.
Alrededor de 30 por ciento de los entrevistados de El Salvador, República Dominicana y Nicaragua conocen de la existencia de esos lugares. Lo mismo sucede con 20 por ciento en Panamá, Costa Rica, Honduras y Guatemala.
Tales indicadores señalan que el comercio sexual con menores "no se trata de un delito que se lleva a cabo en la clandestinidad ni en pocas ocasiones", consigna el documento del programa "Prevención y eliminación de la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes en Centroamérica, Panamá y República Dominicana", de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La encuesta reveló que entre dos y siete por ciento de la población consultada considera que tener sexo con menores no es un delito. En Honduras, seis por ciento reconoció que elegirían "servicios sexuales con personas menores de edad" si tuvieran la oportunidad.
Entre un tercio y la mitad de la población entrevistada piensa que el origen de la explotación sexual de menores "está en los valores morales de la familia y de la víctima, lo cual muestra la invisibilización de la responsabilidad de los explotadores y de la situación de vulnerabilidad y exclusión social en que se encuentran las víctimas y sus familias", interpreta la OIT. 5 La mayoría de los entrevistados, además, "deposita la responsabilidad de prevenir y erradicar la explotación en las personas más débiles, obviando la que tienen el Estado y la sociedad para proteger a las personas menores de edad, así como la violación de derechos que comenten los explotadores, ya sean "clientes", proxenetas o intermediarios de este delito", apunta.
En un estudio de 1997, Unicef indicó que personas jubiladas de Estados Unidos y Europa se instalaron en América Central para hacer uso de los servicios sexuales de infantes.
Esa agencia realizó un sondeo entre los menores obligados a prostituirse y descubrió que cerca de 70 por ciento de ellos tenía una o dos parejas por día.
Psicólogos señalan que un menor explotado sexualmente adquiere huellas psicológicas permanentes que sólo podrán atenuarse con atención profesional, lo cual no siempre está disponible en los países centroamericanos y México.