Cuando falta un mes para los comicios presidenciales en Francia, la campaña se agitó con la inesperada postulación de un candidato independiente y con el crecimiento en las encuestas de un ex ministro que podría dar la sorpresa en las urnas.
Finalmente, 12 postulantes fueron autorizados a presentarse en las elecciones previstas para el 22 de abril.
Uno de los últimos en anunciar su candidatura fue el líder agricultor y activista antiglobalización José Bové, quién se presenta con una plataforma independiente.
Pero en general, los analistas consideran que no más de cuatro aspirantes podrían conseguir los votos suficientes para pasar a la segunda vuelta, prevista para el 6 de mayo.
Si uno de los candidatos obtiene más de 50 por ciento de los sufragios se convertiría directamente en presidente, sin necesidad de atravesar una segunda instancia, en la que contenderían los dos más votados.
Los cuatro con más posibilidades serían el ex ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, por la Unión por un Movimiento Popular (UMP), la líder del Partido Socialista (PS) Ségolène Royale, el ultraderechista Jean Marie Le Pen, del Frente Nacional (FN), y el centrista François Bayrou, por la Unión por la Democracia Francesa (UDF).
De acuerdo con varias encuestas, Le Pen podría repetir los resultados electorales de los últimos 30 años y obtener más de 10 por ciento de los sufragios. En los comicios anteriores de 2002, el histórico dirigente neofascista consiguió 16,86 por ciento de los votos en la primera vuelta, convirtiéndose en el segundo candidato más votado y eliminando al entonces primer ministro socialista Lionel Jospin (1997-2002).
Ese inesperado resultado sacudió a la sociedad francesa, que se movilizó entonces contra la extrema derecha y se inclinó por el actual presidente, Jacques Chirac, quien se impuso con un rotundo 83 por ciento de los votos.
Esta vez, los sondeos sugieren que la sorpresa puede venir por el lado de Bayrou, un político de trayectoria local que se había postulado en las pasadas elecciones pero que para éstas no había demostró interés sino hasta hace unos pocos meses. Su candidatura fue lanzada oficialmente en diciembre pasado.
Bayrou, quien fuera dos veces ministro de Educación en los años 90 bajo gobiernos de derecha, podría obtener 25 por ciento de los sufragios en la primera vuelta electoral.
El PS nunca fue mayoritario en Francia, pero bajo el liderazgo de François Mitterrand, quien gobernó entre 1981 y 1995, logró crear una coalición amplia con otros partidos de izquierda como los comunistas y los verdes, y dominar el escenario político durante 15 años.
A partir de 2002, la proliferación de partidos de izquierda radical perjudicó el liderazgo socialista.
Bayrou logró aprovecharse de los últimos escándalos que rodearon a los candidatos del PS y de la UMP, ambos investigados por sus declaraciones impositivas.
El candidato de la UDF también saca provecho del descontento general con la política tradicional. Bayrou se presenta como un estadista de centro, independiente y modesto representante de provincia, en oposición a los más arrogantes políticos de Paris.
Bayrou, profesor de literatura, fue elegido por primera vez consejero general en 1982 por su provincia natal de Pyrénées-Atlantiques, en el sudoeste del país, y cuatro años más tarde fue diputado por la UDF. En 1993, se convirtió en ministro de Educación Nacional del gobierno del primer ministro Edouard Balladur (1993-1995), durante la política de cohabitación con el entonces presidente Mitterand.
Dos años después, en el nuevo gobierno de Chirac, fue nombrado otra vez ministro de Educación, cargo que ocupó hasta 1997.
Bayrou creó una nueva identidad política para el liberalismo de centro. Se presentó en las elecciones de 2002 y obtuvo 6,8 por ciento de los votos. Además, fue diputado del Parlamento Europeo entre 1999 y 2002.
Gran parte del éxito actual de Bayrou en las encuestas de opinión se lo debe a la candidata socialista, Royal.
Hasta enero, ella era la favorita para ganar los comicios de abril en base a la solidez de su propia popularidad y a su estilo político particular de consultar directamente a los electores. Pero los errores cometidos en cuestiones de política exterior y las disputas dentro del PS disminuyeron su aceptación.
Las posibilidades de Royal también se ven socavadas por la multiplicidad de candidatos de izquierda radical, como Bové.
Otros aspirantes de izquierda, del partido verde y de los trabajadores, no tendrían posibilidades reales de obtener más de cinco por ciento de los sufragios, pero sí podrían reducir los del PS.
Según las encuestas de opinión, Sarkozy, quien renunció a su cargo de ministro el miércoles, podría quedar en segundo lugar en la primera ronda electoral, con más de 30 por ciento de los votos. Los sondeos lo dan favorito para una eventual segunda vuelta, pese a que Bayrou embala en la recta final.