La economía de Brasil creció 3,7 por ciento en 2006, un resultado mucho mejor que el 2,9 por ciento anunciado un mes atrás, según la revisión divulgada este miércoles por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
A fines del año pasado el producto interno bruto (PIB) del país alcanzó 2,32 billones de reales (1,1 billones de dólares al tipo de cambio de hoy) y el PIB por persona fue de 12.437 reales (5.920 dólares).
El nuevo método de medición que provocó las alteraciones, anunciado una semana atrás, eleva la participación del sector de servicios a 66,7 por ciento del PIB, contra el 56,3 por ciento anterior, a la vez que reduce el peso de la industria de 36,1 a 27,7 por ciento. También la agricultura perdió posiciones, pasando a representar sólo 5,6 por ciento del producto.
El cambio ya había modificado los resultados de años anteriores, mejorando los indicadores del desempeño económico a partir de 2002, lo que hizo mucho mejores las cifras alcanzadas durante la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, iniciada en 2003. El crecimiento más alto del PIB en la última década, en 2004, pasó así de 4,9 a 5,7 por ciento.
Los nuevos cálculos de las cuentas nacionales coinciden con la tendencia mundial de ampliar el peso del sector terciario, y no fueron cuestionados en esencia ni siquiera por críticos de la oposición. Incorporan estudios anuales del IBGE, ente estadístico oficial, sobre los distintos sectores, el censo agropecuario de 1996 y nuevos conceptos recomendados por las Naciones Unidas y por otros organismos internacionales.
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Se "moderniza" la metodología, pero se le impone un mayor grado de imprecisión a los cálculos por elevar el peso de los "productos intangibles", o servicios, que son "más difíciles de medir" que los bienes industriales o agrícolas, dijo a IPS el economista Fernando Cardim de Carvalho, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
El crecimiento de los servicios de salud, por ejemplo, puede ser impulsado por alzas de precios e inversiones tecnológicas, cuando en realidad su calidad se está deteriorando, como ocurre en el sector público, señaló.
En los países en desarrollo, como Brasil, la expansión de servicios de salud y educación en el sector privado puede expandir el PIB, pero contribuyen a agravar la mala distribución del ingreso y tienen como contrapartida un empeoramiento de las prestaciones estatales, acotó.
Además, la gran participación de la economía informal dificulta las mediciones, aunque hay métodos para corregir sus distorsiones. Es necesario "comprobar" las estimaciones de la nueva metodología adoptada por el IBGE, confrontándolas con "otros datos más concretos", como la producción industrial y los empleos generados, concluyó Cardim de Carvalho.
Los nuevos índices de crecimiento mejoran la imagen del gobierno de Lula, tras las críticas por el casi estancamiento de la economía durante los últimos cuatro años.
Asimismo, crecen las previsiones sobre el desempeño futuro. El Banco Central, por ejemplo, elevó de 3,8 a 4,1 por ciento su proyección de crecimiento para este año, y el ministro de Planificación, Paulo Bernardo, ya no considera imposible llegar a 4,5 por ciento, la meta fijada por el gobierno.
Con su nuevo PIB, Brasil debería ocupar nuevamente un lugar entre las 10 mayores economías mundiales, con posibilidad de recuperar la octava posición que ostentó en décadas pasadas, superando a Canadá y España.
Mejoran también otros indicadores. Baja la proporción de la deuda pública respecto del PIB, de 50 por ciento a menos de 45 por ciento, lo que puede permitir algunos cambios en la política de fuerte contención de gastos gubernamentales para ampliar inversiones.
Las modificaciones en las cuentas nacionales, sin embargo, inspiran también preocupaciones.
El crecimiento económico de los últimos años se basó más en el consumo que en las inversiones. Los nuevos datos indican que la tasa de inversiones cayó de 20 por ciento del PIB a solo 16,8 por ciento el año pasado. Muy poco para un país que pretende crecer cinco por ciento a partir de 2008, según los planes del gobierno.
Además, los nuevos números indican un fuerte retroceso en la importancia del sector industrial, con 27,7 por ciento del PIB, señal de una "desindustrialización precoz" que es grave para un país en desarrollo, con mucha pobreza y desigualdad socioeconómica, según algunos economistas.