Demasiado poco, demasiado tarde. Ése parece ser el consenso entre los expertos estadounidenses en asuntos latinoamericanos sobre la gira de seis días que el presidente George W. Bush realizará por América Latina desde este jueves.
Bush visitará Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, en lo que su gobierno considera una oportunidad para demostrar que el presidente sí se preocupa por sus vecinos del sur, a pesar de los cinco años y medio de énfasis en la "guerra contra el terrorismo" y en Iraq.
Puesto a la defensiva ante las preguntas de la prensa, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley, declaró esta semana que su jefe "estuvo involucrado y comprometido con América Latina a lo largo de toda su presidencia".
Pero esta región "no ha tenido la atención que se merece", y ésa "es una de las razones por las que hacemos este viaje", agregó.
El presidente se encargó de destacar que la agenda de la gira incluye cuestiones como el alivio a la pobreza, la educación y la salud, y no las preocupaciones más notorias de su gobierno, como el terrorismo, el narcotráfico y el comercio, materias en las que suele exhibir posturas que lo malquistan con sus vecinos meridionales.
Las perspectivas de éxito en sus objetivos son muy discutibles, según expertos en Washington, que al ser consultados no vacilan en usar la palabra "negligencia" para calificar la actitud de Bush hacia una región a la que consideraba prioritaria en 2000, en la campaña electoral que lo llevó a su primera presidencia.
"Lo mejor que puede ocurrir es que se procesen unos pocos cambios marginales. Quizás pueda comenzar a reparar unas relaciones que se caracterizan por un muy bajo nivel de confianza del lado latinoamericano", dijo Michael Shifter, vicepresidente de Diálogo Interamericano, un importante centro especializado con sede en Washington.
Desde el último viaje de Bush a América del Sur en 2005, cuando asistió a la Cumbre de las Américas en Buenos Aires, se realizaron protestas y encuestas que sugieren un abrumador rechazo hacia sus políticas, tanto entre la población como entre las elites de la región.
Entre 51 y 64 por ciento de los entrevistados para una encuesta realizada a fines del año pasado por la cadena estatal de radio y televisión británica BBC en Chile, Brasil, Argentina y México manifestaron una opinión "mayoritariamente negativa" sobre la influencia de Estados Unidos en el mundo.
"Estados Unidos nunca estuvo más aislado de América Latina", dijo Larry Birns, presidente del Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA), institución que estudia los vínculos interamericanos desde el gobierno de John F. Kennedy a comienzos de los años 60.
"Con Bush, Washington alcanzó el nadir en términos de cooperación con sus vecinos latinoamericanos", evaluó Birns.
Esta sensación de ajenidad se debe no sólo a las políticas de seguridad de Bush sino también al evidente fracaso del "Consenso de Washington", las políticas económicas y comerciales recomendadas por Estados Unidos en los años 80 y 90 a través de las instituciones multilaterales de crédito.
Estas políticas "no han solucionado ninguno de los serios problemas de América Latina", dijo Thale.
Eso no sólo redujo la influencia estadounidense, según este experto: también alentó el surgimiento y consolidación de movimientos populistas e izquierdistas, el más prominente de los cuales es el del presidente venezolano Hugo Chávez.
El sábado, Chávez estará en Buenos Aires, invitado por el presidente argentino Néstor Kirchner. Allí, participará en un acto "antiimperialista" en Buenos Aires, a apenas 60 kilómetros, Río de la Plata de por medio, de la costa uruguaya, donde Bush se reunirá ese mismo día con el presidente Tabaré Vázquez.
Además, el mandatario venezolano aporta paquetes de asistencia económica y social a los gobiernos que le son amistosos mucho más generosos de los que ha establecido el gobierno de Bush.
La intención de contrarrestar la influencia de Chávez es, según expertos, una de las principales inspiraciones de esta gira.
"Chávez es la razón de ser de esta gira", opinó Birns. "Luego de años de negligencia, el gobierno de Bush se dio cuenta finalmente de que tiene un enemigo bastante perdurable en Chávez, y comenzó, por lo tanto, a atender más a la región. Pero es demasiado tarde."
"Lo más útil que ha hecho Chávez en este plano es alentar a Estados Unidos a encontrar mecanismos útiles de ayuda en términos de desarrollo y de alivio a la pobreza", dijo Thale a IPS.
En ese sentido, el experto observó que, en su discurso del lunes ante la Cámara Hispánica de Comercio en Washington, Bush deliberó casi exclusivamente sobre programas de asistencia para América Latina.
Entre otras medidas, Bush dijo que enviará un buque-hospital de su Marina de guerra a América Central y del Sur para tratar a unos 85.000 pacientes y que remitirá 75 millones de dólares en tres años para alentar la enseñanza del idioma inglés en la región.
Además, prometió añadir 385 millones de dólares adicionales a su programa de viviendas para pobres de México, Brasil, Chile y América Central.
La Casa Blanca se ha encargado de asegurar que duplicó la asistencia a América Latina desde 2001, hasta alcanzar la friolera de 1.600 millones de dólares.
Pero los 870 millones de dólares de 2001 no incluían la asistencia en la represión a las drogas en Colombia, que hoy asciende a 400 millones de dólares.
Activistas de derechos humanos y por el desarrollo calculan que la asistencia estadounidense a América Latina aumentó aproximadamente un tercio en el gobierno de Bush, y que está muy por debajo de la generosidad demostrada por Chávez.
"Si el señor Bush se pregunta por qué no lo reciben con los brazos abiertos en América Latina, debería echar un vistazo a su propio presupuesto de asistencia", dijo Lisa Haugaard, directora del Grupo de Trabajo Latinoamericano en Washington. (FIN/IPS/traen-mj/jl/la na ip sp ve dv/07)