La República Checa, bajo el gobierno del neoliberal Partido Cívico Democrático (ODS), volvió a adoptar una actitud recelosa respecto del proceso de integración a la Unión Europa (UE), contra la opinión de la mayoría de la población.
Por su parte, la oposición alerta que el país corre riesgo de aislarse políticamente de la región.
República Checa es gobernada desde el año pasado por el ODS, aliado con fuerzas políticas más pequeñas pero que están a favor de la integración: los Verdes y la Unión Demócrata Cristiana.
El gobierno checo interrumpió el proceso de ratificación de la Constitución europea, siguiendo el ejemplo de Francia y de Holanda, que la sometieron a referéndum.
La Constitución europea es un tratado intergubernamental creado para reemplazar el complejo conjunto de acuerdos que hasta ahora han gobernado a la UE, y está sujeto a la ratificación de los países involucrados.
Tras varios pedidos de clarificación, el gabinete checo informó que, a su juicio, la aprobación del texto no era un asunto urgente, y que la UE debía elaborar uno más simple. Luego anunció que pronto detallaría su posición.
El primer ministro Mirek Topolánek insinuó que Praga no retomaría el proceso de ratificación de la ley fundamental, contra la opinión de su aliados Verdes.
Incluso, Topolánek designó en su gobierno a Jan Zahradil, miembro del Parlamento Europeo y destacado crítico de la integración, como comisionado para la Constitución Europea, contra la voluntad de algunos de sus aliados en la coalición.
Dieciocho de los 25 países de la UE ya ratificaron el documento, pero Topolánek considera que los intentos por reactivarlo no son democráticos, pues ya dos estados lo rechazaron por consulta popular.
Topolánek y el presidente checo Vaclav Klaus, quien también se opone a la Constitución, se reunieron a fines de enero con la canciller (jefa de gobierno) alemana Angela Merkel para conversar sobre la reactivación del proceso de ratificación, una de las prioridades de la presidencia rotativa alemana de la UE.
En el encuentro, los checos insistieron en la necesidad de un documento más simple que incluya una clara división de poderes entre la UE y los estados miembro, sin discriminaciones contra los nuevos integrantes.
En una conferencia de prensa posterior, Topolánek señaló que la Constitución era un "fracaso".
"Para Merkel fue un golpe la fría reacción de Praga. El gobierno checo probablemente se oponga a la reactivación de la Constitución. Prefiere promover sólo la integración económica y no la política", dijo a IPS al analista Jan Drahokoupil, de la Fundación de Economía y Sociedad.
República Checa tiene tradición de oponerse a la integración regional, y las elites neoliberales, que dominan la escena política desde 1990, admiran abiertamente el modelo de Gran Bretaña, y en especial las políticas a favor del mercado de la ex primera ministra de ese país Margaret Thatcher (1979-1990).
Pero esta vez su determinación parece sólida. "Había mucho más entusiasmo por Europa en los 90 que ahora", apuntó Drahokoupil.
Hay cierta desconfianza, "por parte de la elite de derecha, de que la UE es un proyecto socialista y que introducirá normas y protecciones sociales", según el politólogo.
Se trata de un "malentendido". Es sobre todo un "asunto de las elites, pues los votantes de derecha tienden a ser más favorables a la UE que los de izquierda", subrayó Drahokoupil.
La última encuesta Eurobarómetro, realizada por la Comisión Europea, órgano ejecutivo del bloque, reveló que 51 por ciento de los checos encuestados respaldaban la ratificación de la Constitución, contra 30 por ciento que no la deseaban, lo que llevó al mayor partido opositor, el Social Demócrata, a acusar al gobierno de "eurofóbico" y de ir en contra de la voluntad popular.
Pero la actitud del gobierno es parte de una tendencia impulsada por una elite que busca el apoyo de Washington. La mayoría de los políticos de derecha creen que una estrecha alianza con Estados Unidos le daría al país prestigio y reconocimiento internacional.
De hecho, las posturas checas acerca de la guerra de Iraq, el conflicto palestino-israelí, Cuba y el cambio climático a menudo se asemejaron a las de Washington.
Klaus, también presidente honorario del ODS, y a favor de sus posturas proestadounidenses, se precia constantemente de su oposición a la "corrección política" y calificó al cambio climático de "mito".
Pese al rechazo de la mayoría de la población, ese partido apoya el establecimiento de un sistema de defensa antimisiles estadounidenses en territorio checo, supuestamente para proteger a Occidente de posibles ataques de Corea del Norte e Irán.
"La idea de una base militar no será recibida con mucho entusiasmo por países como Alemania y Francia, y puede provocar tensiones dentro de la UE", alertó Drahokoupil.
La iniciativa, que causa tensiones en Rusia, llevó a Lubomir Zaoralek, dirigente del Partido Social Demócrata, a afirmar que hay tendencias "antirrusas" en la forma en que el ODS promueve la cooperación con Estados Unidos.
Zaoralek indicó que el cambio climático supone una amenaza mayor y más realista que cualquier misil de Corea del Norte e Irán, el primero de los cuales ya prometió iniciar un desarme nuclear.
El líder del Partido Social Demócrata, Jiri Paroubek, expresó sus temores de que las acciones del OSD aíslen a República Checa y la lleve "a la periferia de los acontecimientos europeos". Los socialdemócratas gobernaron el país entre 1998 y 2006, e impulsaron su ingreso en la UE
República Checa asumirá la presidencia rotativa del bloque en 2009 y se espera que se dedique en reformar la política y burocracia agrícola regional, mientras prioriza la libertad de desplazamiento de trabajadores y el comercio libre.