Un «diálogo constructivo» con el gobierno de Felipe Calderón promete Beatriz Paredes, quien desde marzo conducirá los restos del otrora poderoso PRI. Pero el conservador mandatario de México cruza los dedos, pues no tiene garantía de tal oferta.
Tras sonadas derrotas electorales y un vaivén ideológico que hace difícil hoy definir su identidad, el PRI (Partido Revolucionario Institucional) tendrá como presidenta a esta mujer de su vieja guardia, ex senadora, ex gobernadora y ex funcionaria del gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), quien ganó con amplitud las elecciones internas del domingo.
La flamante líder partidaria ofreció reencauzar al PRI, que gobernó México sin interrupciones entre 1929 y 2000, cuando perdió los comicios nacionales ante Vicente Fox, del mismo Partido Acción Nacional (PAN) que Calderón, retomar los triunfos de antaño, darle una identidad de centroizquierda y ejercer una oposición "firme, creativa y constructiva".
Pero, aunque Paredes, a quien según diversas fuentes Calderón considera un persona honesta y confiable, ganó las elecciones de la víspera con casi 70 por ciento de los votos de los poco más de 17.500 consejeros nacionales del colectivo, su mandato no será fácil y sus promesas no tendrán garantía.
Una vez perdida la presidencia del país, el PRI se transformó en un barco donde sus militantes reman en diferentes direcciones. Unos quieren un viraje a la izquierda, otros al centro y también hay quienes apuestan por una cercanía mayor a las posiciones pro libre mercado, como las del PAN.
En las elecciones presidenciales de julio pasado, Roberto Madrazo, el candidato del PRI obtuvo nueve millones de votos, ocho millones menos que en 1994, cuando ese partido ganó el gobierno por última vez.
De las 2.218 presidencias municipales que el PRI tenía en 1994 ahora le quedan sólo 622, y sólo 17 de las 30 gobernaciones.
No obstante, su peso es determinante. Con una suma de 139 legisladores en las dos cámaras legislativas, 128 menos que en 2000, el PRI es hoy el fiel de la balanza en el universo de 628 diputados y senadores, 258 de los cuales son del gobernante PAN, 153 del PRD y el resto de partidos menores.
El PAN confía en tener el apoyo del PRI para concertar reformas de envergadura, y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) lo busca pero para cerrar el paso al gobierno de Calderón, al que parte de ese colectivo lo considera espurio y producto de un fraude electoral.
"El PRI, pese a estar relegado al tercer lugar, tiene un peso político enorme", recordó Rogelio Hernández, investigador del Colegio de México.
"Pocos esperan colaboración del PRD con el gobierno de Calderón, de tal suerte que sólo con el apoyo del PRI le será posible al presidente sacar adelante las reformas que juzgue necesarias", apuntó.
Paredes, de 53 años y militante del PRI desde su adolescencia, es parte de las alas más dialoguistas y abiertas de ese partido. Sin embargo, en la elección de la víspera se hizo acompañar como candidato a secretario general por Jesús Murillo, un ex gobernador identificado con las viejas corrientes del PRI, acusadas de autoritarias, controladoras y corruptas.
El candidato a quien derrotó Paredes fue el ex senador Enrique Jackson, cuyo perfil es similar al de la ganadora.
La nueva presidenta del PRI, que tiene un mandato por cuatro años, y Calderón fueron pares en la Cámara de Diputados entre 2000 y 2003. Ambos lideraban sus respectivos grupos parlamentarios y, según diversas fuentes, mantuvieron una relación productiva y respetuosa, tanto que el hoy presidente habría considerado la posibilidad de nombrarla ministra de Estado.
Calderón y el PAN pueden tener en Paredes un interlocutor racional y dispuesto a colaborar, pero no eso no garantiza nada, dijo a IPS Salvador Rangel, un ex militante del PRI ahora dedicado a la consultoría política.
"Dirigir el PRI es dirigir un partido balcanizado, sin identidad y en una severa crisis", sostuvo Rangel.
Sergio Sarmiento, el columnista del diario local Reforma, opinó que "la idea de que el presidente del partido (PRI) puede negociar con el gobierno de Calderón las reformas que se discutan en el Congreso es bastante ilusa".
"En los tiempos en que el presidente de la República tenía control absoluto sobre el partido, los legisladores priístas obedecían las órdenes que llegaban de arriba. Pero hoy eso es difícil o imposible. Son los coordinadores de bancada los que llevan la batuta, siempre y cuando no pretendan distanciarse demasiado del sentimiento de los legisladores", escribió Sarmiento.
El día 13, los legisladores del PRI, el PAN y el PRD aprobaron una ley que los mandata a discutir en el plazo de un año posibles reformas al modelo institucional del país. Se trata de concretar cambios que los diversos actores políticos vienen debatiendo desde 2000.
Entre los cambios que se proponen figuran pasar del sistema democrático presidencialista a uno con mayor incidencia del parlamento, abrir a la participación privada el sector energético hoy en manos exclusivas del Estado, introducir la figura del plebiscito, reformar el Poder Judicial y el sistema electoral y reducir la cantidad de diputados y senadores.
"Mucho del fracaso o éxito del nuevo intento dependerá del PRI, o sea que estamos en la incertidumbre total", señaló Rangel.
Hasta 1997, el PRI mantuvo mayorías absolutas en el parlamento, lo cual otorgaba al gobierno garantías para aprobar sus proyectos. Pero desde esa fecha ya no existen mayorías de ese tipo y los presidentes de turno han enfrentado continuos problemas.
Zedillo, quien fue el último presidente por el PRI, y Fox, del PAN tuvieron continuos roces con sus opositores.
Calderón aspira a lograr acuerdos, especialmente con el PRI, para facilitar las cosas, pero no tiene ninguna garantía de que así sucederá aún con el triunfo de Paredes, quien parece que era su candidata preferida. ***** + Partido Revolucionario Institucional (http://www.pri.org.mx)
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