La inundaciones en Mozambique, provocadas por lluvias diluvianas y el desborde del río Zambeze, en las próximas semanas pueden afectar a unas 300.000 personas, convirtiéndolas en presa fácil para el cólera, paludismo, sarampión, disentería y meningitis.
La advertencia fue lanzada este martes en Lisboa por la organización no gubernamental Médicos do Mundo-Portugal (MdM-P), al recordar que los temporales ya cobraron 29 vidas y al anunciar que está organizando la partida de una misión humanitaria a Mozambique "en cuanto estén reunidas las condiciones logísticas".
A pesar de que el gobierno de este país de África austral todavía no ha solicitado ayuda internacional, MdM-P informa en una nota a la prensa que ya comenzó actividades de solidaridad, en su calidad de miembro del Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF, por sus siglas en inglés), una entidad coordinada por la Organización Mundial de Salud (OMS).
MdM-P fue fundada en Lisboa en 1999, como parte de la Red Internacional Médicos del Mundo con sus capítulos también Argentina, Bélgica, Canadá, Chipre, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Suecia y Suiza.
Según la información divulgada, la misión tendrá una duración de entre tres y cuatro meses y actuarán en la zona central del país, donde los médicos y enfermeros que enviará desde Lisboa se unirán al personal permanente que MdM-P mantiene actualmente en Mozambique, trabajando en conjunto con la organización no gubernamental local Trimoder.
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La intervención en el terreno de la agrupación humanitaria portuguesa, en coordinación con las restantes del CERF, incidirá en áreas prioritarias tales como vigilancia epidemiológica, tratamiento de paludismo y diarreas, vacunación contra sarampión y meningitis, tratamiento de agua, distribución de redes mosquiteras y fumigaciones.
Asimismo, MdM-P está preparando material informativo destinado a instruir sobre cuidados básicos de salud y para la capacitación de personal técnico y activistas comunitarios de la sociedad civil mozambiqueña.
La solidaridad con Mozambique, que con sus casi 20 millones de habitantes es la más poblada de las ex colonias luso-africanas, "es un deber que tenemos con ese pueblo hermano, al que además de la lengua común nos unen 500 años de historia", comentó a IPS el médico Franklin Sanches, ex cooperante en África.
Sanches, pese a no hacer parte de MdM-P, estima "de alto valor" la actividad de esta organización.
En tanto en Maputo, la capital de Mozambique, el Instituto Nacional de Gestión de Catástrofes (INGC) estimaba el domingo que "en las próximas dos o tres semanas", las inundaciones podrán afectar a unas 285.000 personas, debido al "cuadro preocupante" que se verifica en el desbordado río Zambeze.
Hasta ese momento, más de 85.000 personas habían sido desalojadas de sus viviendas debido a las inundaciones, que han destruido miles de hectáreas cultivadas. Se calcula que los refugios deberán recibir a unos 142.000 damnificados próximamente.
Entre diciembre y el 16 de este mes, las inundaciones destruyeron unas 4.600 viviendas, 101 escuelas y cuatro centros de salud pública, según cifras difundidas el fin de semana pasado por el gobierno de Mozambique y divulgadas este martes en Lisboa.
En un balance realizado hace dos días en Beira, segunda ciudad de ese país y capital de la provincia de Sofala, el ministro de Administración Estatal, Lucas Chomera, advirtió que el escenario tiende a empeorar en todo el centro del país, en plena temporada de lluvias, que solo acaba en abril.
Zambezia, Manica, Tete y Sofala son las provincias que componen la Región Centro del país, atravesada por el inmenso río Zambeze, que nace en Zambia, cruza Angola y Zimbabwe y desemboca en la costa mozambiqueña del océano Índico.
Sus caudalosas aguas, en caso de fuertes lluvias, crecen también debido a las descargas de la central hidroeléctrica de Cahora Bassa, las que se hacen inevitables para impedir el rebalse de la represa.
La central de Cahora Bassa, con capacidad de generación superior a 2.000 megavatios, abastece de electricidad a Mozambique y a los vecinos Sudáfrica y Zimbabwe. Está ubicada en Tete, en un lago de 250 kilómetros de largo por 38 de distancia entre sus márgenes, ocupando una extensión de 2.700 kilómetros cuadrados con profundidad media de 27 metros.
En una buena medida, la situación de calamidad permanente se debe a las constantes descargas de Cahora Bassa, que en los últimos días, alcanzó el nivel de alarma de 8.400 metros cúbicos por segundo, apenas 1.600 metros cúbicos que el máximo.
Chomera explicó que en el origen de la grave situación está "la continua subida de los niveles hidrométricos en Mutarara, en Tete, y de Caia y Marromeu, en Sofala", como consecuencia de un nuevo pico de inundaciones, superior al registrado en 2001 en el cauce del Zambeze y que provocaron graves daños a la economía agraria del país.
En esa ocasión, fue necesaria una vasta operación de ayuda internacional para aminorar el impacto de las inundaciones en las poblaciones económicamente más desfavorecidas.
Esta vez, pese a que Maputo ha reiterado que no recurrirá al auxilio económico foráneo, la Comisión de la Unión Europea (UE), el ejecutivo coordinador del bloque con sede en Bruselas, donó 2,6 millones de dólares para ayuda a las víctimas y Caritas-Portugal divulgó en todos los medios de información nacionales el número de una cuenta bancaria especial para donaciones a Mozambique.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas, tampoco concuerda con esta postura del gobierno mozambiqueño y ya hizo un llamamiento a la ayuda internacional, a la vez de enviar 25 funcionarios y un helicóptero para operaciones de rescates y distribución de medicamentos y comida en las áreas más afectadas.
"Ya estamos utilizando las reservas almacenadas para responder a emergencias más urgentes, pero la severidad de las lluvias y consecuentes inundaciones en Mozambique van a obligarnos a pedir fondos adicionales", advirtió Amir Abdulla, director regional del PMA para África austral citado por corresponsales portugueses en la región.
Por su parte, Maputo movilizó al ejército para operaciones humanitarias y helicópteros de la Fuerza Aérea están constantemente sobrevolando la zona en operaciones de salvamento.
Sin embargo, las Fuerzas Armadas de Mozambique han encontrado dificultades prácticas para llevar a cabo las misiones de evacuación encomendadas, que no parecen encontrar eco en las poblaciones rurales, al menos hasta que las aguas del río Zambeze lleguen a niveles más alarmantes.
Así lo reconoció Paulo Zucula, director del INGC, en declaraciones reproducidas este martes por Expresso On-line, de Lisboa, al admitir que hay personas que, a pesar de estar cercadas por las aguas, no desean abandonar sus casas.
En Mozambique, "la gente abandona sus casas cuando piensan que deben hacerlo y no cuando nosotros queremos, porque su percepción del riesgo es totalmente diferente", explicó Zucala.