Los filmes de tres cineastas mexicanos postulados a los premios Oscar de Estados Unidos en 16 categorías consiguieron sólo cuatro estatuillas, pero dejarán huella.
En la 79 entrega de los premios de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas, celebrada el domingo en la sureña ciudad californiana de Los Ángeles, el Oscar fue para la dirección de arte, la fotografía y el maquillaje de "El laberinto del fauno", dirigida por Guillermo del Toro, y para la música original de "Babel", de Alejandro González Iñárritu.
Mientras el tercer filme, "Niños del hombre", de Alfonso Cuarón, aspiraba a tres premios —guión adaptado, fotografía y edición— y no consiguió ninguno.
Se perdieron premios mayores —por ejemplo a mejor película y mejor dirección—, pero las postulaciones mismas y varios galardones anteriores refrendaron la fama de los tres directores mexicanos que hacen un cine de corte internacional y filman para grandes estudios de Hollywood.
"Esperemos que los logros de los directores mexicanos, que no son otra cosa que la cosecha de su trabajo, impulsen el cine en nuestro país, y que llegue el dinero que se necesita para producir", dijo a IPS el crítico Rey Ojeda.
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Los mexicanos Eugenio Caballero y Guillermo Navarro ganaron, por "El laberinto del fauno", en las categorías de dirección de arte (compartido con la española Pilar Revuelta) y fotografía, respectivamente. La cinta también obtuvo el Oscar al mejor maquillaje para los españoles David Martí y Montse Ribé.
"Babel", que estaba postulada a mejor película y director, mejor actriz de reparto para dos de sus intérpretes, guión original, edición y música original, conquistó el premio en la última categoría para el argentino Gustavo Santaolalla.
La mayoría de noticieros electrónicos de México abrieron este lunes sus ediciones con reportes sobre ceremonia del Oscar y comentarios que exudaban desencanto frente a lo obtenido. Las postulaciones, inéditas por su número para cintas dirigidas por mexicanos, habían despertado gran entusiasmo.
En el parlamento, legisladores debaten la posibilidad de rendir homenaje a los tres cineastas y el presidente Felipe Calderón pretende hacer lo propio.
La historia de Hollywood registra hasta ahora ocho Oscar a artistas mexicanos. En 1953 y 1957, la estatuilla fue para el actor naturalizado estadounidense Anthony Quinn, y en 1972 el empresario Miguel Arango obtuvo otras dos, por producir un documental y un corto.
"Los premios de este domingo son en realidad los primeros, pues Quinn era en los hechos más estadounidense que mexicano, y Arango no hizo sino poner el dinero para dos cintas, que es importante, pero no es un asunto de creatividad", consideró Ojeda.
"Cada uno (Cuarón, Del Toro y González Iñárritu) tiene un estilo de hacer cine. Cada uno tiene una perspectiva clara de sus historias. Lo que los hace únicos es su lenguaje propio", explicó a IPS el crítico Charles Copayo, del diario El Nuevo Herald, de la sureña ciudad estadounidense de Miami.
"No hay ningún director de menos de 50 años en Hollywood que se acerque a lo que ellos pueden hacer", sentenció.
"Babel" cuenta cuatro historias separadas que transcurren en Japón, Marruecos, México y Estados Unidos, sin aparente orden narrativo, pero vinculadas por un hecho.
"Niños del hombre", de Cuarón, es también un drama y expone un negro futuro, especialmente para Gran Bretaña. La historia transcurre en 2027 en un mundo donde no hay niños, las mujeres han perdido la fertilidad y la humanidad se muestra despiadada y oportunista.
Del Toro ha filmado una película de pesadillesca calidad. En España, en 1944, una niña de 10 años descubre un laberinto de piedra en un bosque, donde conoce a un fauno que la conduce a una serie de aventuras. El peor enemigo de la niña es su padrastro, un sádico militar.
Con elementos de "Alicia en el país de las maravillas", "El señor de los anillos" y "El mago de Oz" incorporados a su estructura, la película es a la vez un cuento de hadas pleno de horror y un comentario sobre la Guerra Civil española (1936-1939) y la larguísima dictadura que le siguió.
Lo común de las tres obras es que la muerte y la violencia son parte crucial de sus argumentos.
La asistente de dirección Stacy Perskie, residente en México y que ha trabajado en filmes como "Apocalypto", "Titanic" y "La leyenda del Zorro", expone un punto de vista diferente sobre las obras de Cuarón, Del Toro y González Iñárritu.
"Ninguna de las tres películas son genéricas en su tono, así que no creo que veamos a Hollywood intentando copiarlas", dijo a IPS. "Sus estilos son tan definidos que sería muy difícil una producción masiva que imite esos estilos", señaló.
Perskie —a quien le ofrecieron la asistencia de dirección de "Babel" pero no pudo aceptar por encontrarse filmando "Apocalypto"— dijo que en México "la gente tiene muchas opiniones mezcladas".
"En cierto sentido, la gente está muy orgullosa de que hayan podido realizar obras exitosas y taquilleras, pero hay muchos, inclusive dentro de la industria, que querrían que Cuarón, Del Toro y González Iñárritu regresaran a trabajar para el público mexicano", opinó.
Del Toro, González Iñárritu y Cuarón emigraron hace varios años de México para buscar oportunidades en Hollywood, el suburbio de Los Ángeles donde se expresa lo máximo del cine comercial del mundo y que les abrió sus puertas. Pero no han perdido del todo los vínculos con su país, al que regresan periódicamente para trabajar en algún proyecto.
La fama y las postulaciones han despertado una intensa discusión sobre si el fenómeno expresa o no la salud del cine mexicano, ya que estos filmes se realizaron con producción, recursos y artistas de varios países.
Para Guillermo Arriaga, auto del guión de "Babel", los premios "obligan a una reflexión por parte de las autoridades y la propia sociedad sobre el futuro del cine mexicano".
En México se hacen desde mediados de los años 90 unas 40 películas al año y varias de ellas no llegan a difundirse en el país, por problemas y obstáculos de los distribuidores. Esta producción está lejos de replicar la de la llamada "época dorada" del cine nacional, en los años 40 y 50, cuando el promedio de filmes anuales era de más de 90.
La atención que despiertan ahora cineastas, guionistas, fotógrafos, editores, sonidistas, actores y directores mexicanos "es algo que debe atenderse sin duda, no sólo por una válida sensación de orgullo y alegría nacionalista, sino por las señales y subtextos que ello lleva implícito", sostiene el crítico de cine Rafael Aviña, quien escribe para varios medios de comunicación mexicanos.
"Además del evidente talento nacional que emigra a otros países y a las dificultades para desarrollar en su propia nación sus respectivas especializaciones, sobresale la imperiosa necesidad de mirar hacia el cine y verlo como un importante y popular bien cultural y, a su vez, como un negocio viable que necesita incentivos económicos", señaló Aviña.
Los tres directores "han ganado credibilidad como para tener libertad en el sistema de Hollywood. Esto inspira a otros cineastas jóvenes, como yo misma, a mejorar, a intentar hacer buen cine. Así que este furor sobre la industria fílmica mexicana sólo puede crecer y mejorar para nosotros", estimó Perskie.
Hollywood ya ha puesto el ojo en México. Los estudios Warner, Columbia y Disney abrieron oficinas en el país y sus ejecutivos anuncian interés en filmar con talentos mexicanos.
"El reto es sacar jugo a estas transnacionales del entretenimiento sin sacrificar el lenguaje y los intereses del cine netamente mexicano, que es tan necesario como cualquier otra expresión de nuestra cultura, y más cuando vivimos bombardeados por un cine comercial basura", opinó Ojeda.
* Con aportes de Mark Weisenmiller (Tampa, Estados Unidos).