Los derechos de gays y lesbianas volvieron a concitar la atención de los africanos al conocerse las resoluciones de una conferencia de la Iglesia Anglicana en Tanzania, que rechazó la consagración de un obispo homosexual estadounidense.
La reunión de clérigos realizada en Dar es Salaam envió, además, un ultimátum a los obispos de Estados Unidos para que se comprometan a no consagrar la unión matrimonial de personas del mismo sexo.
Los anglicanos africanos cuestionaron el nombramiento en 2003 del estadounidense Gene Robinson como obispo, sólo por su orientación sexual.
La reunión se celebró luego del Foro Social Mundial realizado del 20 al 25 de enero en Nairobi, donde cientos de personas concurrieron a la "Q-Tent" ("carpa 'queer'", dedicada a gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros) en un país donde la homosexualidad es penalizada.
En ese pabellón del Foro, activistas pertenecientes a minorías sexuales de todo el mundo compartieron sus experiencias de discriminación. También hablaron sobre sus avances hacia el respeto de sus derechos.
Los debates de la Iglesia Anglicana del día 15 al 19 tuvieron lugar en Tanzania, una nación africana vecina de Kenia que también penaliza la homosexualidad.
Una ley recientemente aprobada en ese país que castiga con hasta 15 años de prisión a quienes tengan relaciones íntimas con personas del mismo sexo. Las lesbianas halladas culpables de "conducta impropia" pueden ser enviadas a la cárcel por siete años.
Tanzania, en la centrooriental región africana de los Grandes Lagos, es uno entre varios países del continente que se niegan a reconocer los derechos humanos de gays y lesbianas, al parecer como una reacción a los avances alcanzados en esta materia en varios del sur.
En la occidental Nigeria, el parlamento considera un proyecto que prohíbe explícitamente el matrimonio entre personas del mismo sexo e, incluso, que gays y lesbianas se organicen políticamente.
Ruanda, en los Grandes Lagos, y Zimbabwe, en África austral, son otros dos países que reforzaron su legislación discriminatoria. En Uganda y Kenia, también en los Grandes Lagos, un "acto homosexual" se castiga con 15 años de cárcel.
Las autoridades ugandesas realizaron una campaña de acoso policial a defensores de los derechos de las minorías sexuales, y luego numerosas figuras públicas fueron presionadas a revelar públicamente su orientación, incluso con "denuncias" públicas.
La líder de la organización Minorías Sexuales, Juliet Victor Mukasa, entre otros activistas, se vio obligada a huir de Uganda por temor a las amenazas.
Pero el movimiento de lesbianas y gays dio grandes pasos en África austral. En Sudáfrica, por ejemplo, el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo ya fue consagrado por ley.
Las autoridades de la central provincia sudafricana de Gauteng analizan un proyecto piloto de sensibilización para estudiantes de la enseñanza secundaria sobre los derechos de gays, lesbianas y transgénero. Las de la oriental provincia de KwaZulu Natal piensan seguir sus pasos.
En la vecina Namibia, el no gubernamental Proyecto Arco Iris logró abrir un proceso de diálogo con líderes religiosos por el respeto de los derechos humanos de las minorías sexuales.
Aunque muchos gays y lesbianas son apartados de las comunidades religiosas, hay numerosos clérigos que promueven el reconocimiento de sus derechos, dijo a IPS el presidente del Proyecto Arco Irisl, Ian Swartz.
El activista recordó, a modo de ejemplo, las divisiones que sufre la Iglesia Anglicana africana sobre la consagración del obispo estadounidense Gene Robinson.
Swartz aseguró que muchos africanos homosexuales y lesbianas mantienen su fe, lo que vuelve necesario entablar un diálogo con los líderes religiosos sobre la aceptación de la diversidad.
"Quieren ir a la iglesia porque todavía se identifican con los valores religiosos con los que crecieron. Para muchos, la iglesia es el lugar donde encuentran respuestas a preguntas sobre la vida", declaró Swartz.
Liz Frank, ex presidenta de la Coalición de Lesbianas Africanas y editora de la revista Sister Namibia, atribuyó los avances en Sudáfrica y Namibia al espíritu de democratización que se extendió por estos países desde fines de los años 80.
"Sudáfrica, donde los derechos de todas las personas están protegidos en la Constitución, sin dudas disparó el cambio, que está influyendo al resto del continente", dijo Frank a IPS.
Esto es especialmente visible en la proliferación de organizaciones de la sociedad civil que se organizan en torno a los derechos de las minorías sexuales.
Un ejemplo es la Coalición de Lesbianas Africanas, hoy presidida por la sudafricana Fikile Vilakazi. La alianza reúne a 13 organizaciones de 11 países africanos y realiza investigaciones y análisis feministas. También presiona en favor de los derechos de las mujeres en los ámbitos local y nacional.
"Sudáfrica es más que un ejemplo para el resto del continente. Muchos activistas y organizaciones lucharon duramente por los derechos de las minorías sexuales. Desde Namibia nos asisten con planificación estratégica, desarrollo organizacional, presión y defensa", dijo Frank.
"Nos ayudaron a romper el silencio y a responder al discurso del odio. Así comenzamos a construir el movimiento africano de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero", señaló Frank.
Aunque la sociedad civil se organiza para reclamar los derechos humanos de las minorías sexuales, los políticos todavía utilizan la carta homofóbica cuando les conviene. "Esto ocurre habitualmente cuando el gobierno afronta crisis que quiere encubrir", dijo Swartz a IPS.
"Las declaraciones homofóbicas hechas en público por líderes religiosos o políticos pueden hacernos sentir que retrocedemos. Solemos ver un aumento en los ataques verbales y físicos contra la población homosexual", continuó.
"A algunos líderes políticos y eclesiásticos les gusta acusar a gays y lesbianas de causar un deterioro moral. Pero el hecho es que algunos de estos líderes son los mismos que promueven la agresión y la discriminación", concluyó.