VENEZUELA: Chávez jura por Cristo, el socialista

El presidente Hugo Chávez lanzó una nueva ofensiva hacia el «socialismo del siglo XXI» que propone para Venezuela, basada en rápidas y radicales reformas a la Constitución y nuevas leyes, al comenzar este miércoles su tercer periodo de gobierno desde 1999.

Juró por Dios, por sus hijos, los mártires, los libertadores y por Cristo, "el más grande socialista de la historia", que "no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma (así juró Simón Bolívar liberar Sudamérica hace 200 años) y entregaré mis noches y mis días, mi vida entera, a la construcción del socialismo venezolano".

En su discurso ante la Asamblea Nacional (parlamento) prometió implantar "un nuevo sistema político, económico y social", y remató con la frase "patria, socialismo o muerte".

Chávez pidió a la presidenta de la Asamblea, Cilia Flores, coordinar la comisión que preparará la reforma constitucional, y solicitó poderes especiales para legislar por decreto durante un año en materia económica, social y de la administración pública.

Los 167 diputados del parlamento unicameral son oficialistas, debido a que la oposición no se presentó a las elecciones para renovar ese cuerpo a fines de 2005. Flores anunció que se aprobará rápidamente la ley habilitante, un cheque en blanco institucional para que Chávez gobierne por decreto.
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Los cambios abarcarán cinco ejes, comenzando por las empresas consideradas estratégicas en el área de energía y telecomunicaciones que volverán a manos del Estado, así como la ampliación hacia el gas del actual dominio estatal sobre el sector petrolero.

Habrá reformas en el sistema educativo para inculcar nuevos valores "distintos al capitalismo, al individualismo y el egoísmo", se afianzará la importancia del poder popular basado en consejos comunales (asambleas locales) que se confederarán regionalmente, y se "barajarán las piezas" de la división político-administrativa.

Chávez se preguntó "¿Venezuela necesariamente debe estar dividida política y territorialmente como está?", en una crítica implícita al peso burocrático de concejos municipales y de otras entidades públicas, y que grandes zonas estén fuera de los ejes del desarrollo.

Propuso crear nuevos territorios federales, que pueden ser ciudades donde rija una legislación diferente a la tradicional, con mayor poder para los consejos comunales.

Pero, a diferencia de su discurso del lunes, cuando tomó juramento a su nuevo gabinete de 27 ministros y al vicepresidente Jorge Rodríguez, el mandatario enunció generalidades y no dijo cuáles áreas, sectores, empresas o instituciones concretas cambiarán de inmediato.

El lunes había anunciado la inminente nacionalización de la corporación de telefonía básica CANTV, cuyos principales accionistas son la firma estadounidense Verizon y la española Telefónica, y de compañías eléctricas, sin precisar la inclusión ni en cuáles términos de la Electricidad de Caracas (EDC), propiedad del grupo estadounidense AES.

También anunció que pondrá fin a la autonomía del Banco Central y recuperará el control del Estado en firmas mixtas que, tras inversiones estimadas en 14.000 millones de dólares, producen petróleo sintético liviano o mediano a partir de crudos pesados de la sudoriental Faja del Orinoco.

Esas compañías son las estadounidenses ConocoPhillips, ChevronTexaco y ExxonMobil, la francesa Total, la británica BP y la noruega Statoil.

Los anuncios de Chávez y la falta de elaboración provocaron un desplome de la Bolsa de Caracas, cuyo índice tuvo sólo el martes un retroceso récord de 18,7 por ciento. Las acciones de CANTV perdieron 30 por ciento de su valor, las de EDC 20 por ciento, y la cotización del dólar paralelo al oficial se disparó 25 por ciento.

"Todo aquello que fue privatizado, nacionalícese", fue la frase con la que Chávez ordenó las primeras tareas de su remozado gabinete económico. Durante la década del 90 fueron a manos privadas segmentos del negocio estatal en hidrocarburos, generación de electricidad, telefonía, siderurgia, centrales azucareras, cementeras, hoteles y bancos.

Este miércoles no detalló medidas y comentó que "la Bolsa de Caracas podrá caer, pero no la economía venezolana, que está más pujante que nunca", tras crecer 10,3 por ciento en 2006, según el Banco Central, y con proyecciones de crecimiento entre cinco y siete por ciento este año, según distintos organismos.

Las luces de alarma prendidas en medios económicos nacionales e internacionales significan, según Chávez, que "están jugando al alarmismo, como siempre. Diviértanse que lo que viene es bueno. Apenas comienza esta nueva era de construcción del socialismo venezolano". El politólogo Alberto Garrido dijo a IPS que, con las futuras medidas, Chávez "privilegia la igualdad sobre la libertad". "Veremos un gobierno de calle y un parlamentarismo de calle, y el centro de la dinámica política dejará de confrontar a oposición y gobierno y pasará al interior del chavismo", detalló.

El discurso de Chávez estuvo cargado de admoniciones a sus partidarios, como "hay funcionarios que ganan 15 millones de bolívares (7.000 dólares) mensuales, mientras que un obrero que trabaja más que nosotros devenga un salario mínimo de 500.000 bolívares (232 dólares). Eso es inmoral, no puede ser".

Magistrados de los poderes judicial y electoral ganan sueldos superiores a 20 millones de bolívares (9.300 dólares) mensuales y cada año se autoasignan varios meses de salarios como bonos. Chávez criticó que los recursos que van a estados y municipios "muchas veces terminan en camionetas de lujo, en bonos, en más burocracia".

Durante el desfile militar que siguió a su juramentación, el mandatario reiteró una expresión que usa desde 2001, de que "esta es una revolución pacífica, pero no desarmada", y el oficial al mando de la parada repitió su saludo de "patria, socialismo o muerte", a nombre de la Fuerza Armada "Bolivariana", una denominación que Chávez pidió incluir en la nueva Constitución pero que todavía no es oficial.

En la acera de enfrente, portavoces de la oposición deploraron el rumbo que Chávez imprime al inicio de su nuevo mandato, comenzando por su rival en la carrera electoral de 2006, Manuel Rosales. "Estamos ante un gobierno déspota que pretende liquidar la posibilidad de desarrollo de la empresa privada en Venezuela", se quejó.

Teodoro Petkoff, un antiguo líder socialista que fue mano derecha de Rosales durante la campaña, criticó que "en una situación que no es de emergencia, el presidente participe al país un conjunto de medidas que no consultó ni discutió con el gabinete, con el parlamento ni con lo que ha sido su propio partido".

"El famoso socialismo del siglo XXI sólo ha mostrado, hasta ahora, los rasgos autocráticos, autoritarios y estatizantes de experiencias que con el falso cognomento de socialistas fracasaron en el siglo XX", afirmó Petkoff, teórico de la ruptura de comunistas venezolanos con la línea hegemónica soviética, hace 40 años.

Julio Borges, coordinador del partido centroderechista Primero Justicia, lamentó que "durante horas y horas de discurso el presidente no llama al diálogo, sino que nos ofrece una consigna que toma prestada de la Cuba, de Fidel Castro. Los venezolanos no quieren una patria de muerte sino una de trabajo, de justicia y de vida".

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