Hace dos años, al ingeniero mecánico egipcio Farid Hassanein le notificaron por teléfono que su postulación para trabajar en la vecina Arabia Saudita había sido aprobada.
Hassanein pensó entonces que su sueño de comprarse un automóvil estaba al alcance de su mano. Pero luego de dos años de trabajar en el reino saudita, dice que se alegraría si pudiera salir del país, "incluso a pie".
Este ingeniero de 32 años trabaja para una empresa de constructora propiedad de una familia saudita. Hassanein dice haber sido sometido a abusos y explotación, a tal grado que deshizo todos sus sueños.
"Cometí un gran error viniendo a este país, donde los jefes son chauvinistas y se les permites abusar impunemente de sus trabajadores", dijo a IPS.
Hassanein aseguró que él y otros empleados de la empresa sufren sobrecarga de tareas, que son deshumanizados y que se les niegan muchos derechos básicos.
Lo que es peor, en los últimos dos años no pudo abandonar el país a causa de lo que describió como un sistema parecido a la esclavitud, según el cual la empresa contratante, que patrocinó su visa, confiscó su pasaporte.
"Esto es un infierno. Me siento atrapado. Me amenazan constantemente con la deportación o con no pagarme si no hago lo que ellos me dicen. Si quiero volver a casa debería devolverles los salarios que recibí durante los casi dos años que pasé aquí, trabajando sin parar, sin siquiera vacaciones anuales", explicó Hassanein.
Quejas similares son comunes entre los trabajadores extranjeros en este país donde millones de personas procedentes de naciones más pobres llegan en busca de empleo, atraídos por la reputación de abundancia de este rico estado árabe.
Un contador sudanés que solicitó no revelar su identidad también se quejó sobre las condiciones laborales de los trabajadores inmigrantes en Arabia Saudita.
En sus primeros tres meses en este país, el contador desempeñó su tarea profesional, pero solamente hasta que la carga de trabajo en la materia comenzó a escasear. Luego, le ordenaron cargar cajas en un depósito.
"No fui contratado para mover cajas. El propietario de la empresa tiene mi pasaporte. Quiero irme, pero él quiere que le devuelva el dinero que generé durante el tiempo en que trabajé para él", señaló a IPS.
Muchos atribuyen estas fallas al sistema de empleo llamado Programa Kafeel, similar al esquema estadounidense de empleo de extranjeros no inmigrantes conocido como Visa H1B, frecuente para la contratación de técnicos indios por parte de las empresas de computación.
El sistema H1B limita las opciones de los trabajadores, pero no le da al empleador un control casi total sobre la vida de su empleado, como sí hace el sistema Kafeel.
Cada trabajador extranjero en Arabia Saudita debe contar con un patrocinador para obtener la visa. Y hay muchos disponibles.
Mientras la riqueza petrolera de Arabia Saudita se acumulaba de manera estable, los trabajadores extranjeros llegaban en masa al país. La mayoría de los almacenes Jeddah, La Meca y Medina son atendidos por personal de Bangladesh y Pakistán.
Los mecánicos son de Egipto, Yemen y Sudán. Los cibercafés, librerías, herboristerías y otros comercios contratan a ciudadanos de Filipinas, Sri Lanka y otras naciones pobres que padecen desempleo.
Los extranjeros limpian las calles, conducen taxis, construyen casas y cuidan niños.
En las calles se oyen idiomas muy diferentes, y una variedad de restaurantes étnicos alimentan a la masiva población de trabajadores inmigrantes.
El Ministerio de Trabajo de Arabia Saudita calcula que los extranjeros representan 67 por ciento de la fuerza laboral y ocupan entre 90 y 95 por ciento de los empleos en el sector privado.
Hay 8,2 por ciento de trabajadores extranjeros en un país de 25,6 millones de habitantes, según el Ministerio.
Las mayores comunidades de expatriados en Arabia Saudita incluyen a entre un millón y un millón y medio de ciudadanos de Bangladesh, India y Pakistán, y otros 900.000 de Egipto, Sudán y Filipinas.
Muchos de los trabajadores entrevistados por IPS reconocieron que el país tiene buenas leyes laborales, pero también confirmaron lo que muchas organizaciones de derechos humanos dicen desde hace tiempo: que estas normas son apenas "tinta sobre papel".
Los extranjeros temen ser víctimas de arrestos y deportaciones, falta de acceso a atención médica, extensos horarios laborales sin pago de horas extra, sueldos no cobrados y negación de salarios vacacionales.
En el pasado, la organización Human Rights Watch, con sede en Estados Unidos, documentó la no aplicación en Arabia Saudita de sus propias leyes laborales a raíz de abusos contra trabajadores extranjeros por parte de sus empleadores.
El informe del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos sobre "Tráfico de personas" señaló que "un número indeterminado de trabajadores extranjeros" en Arabia Saudita "es sometido a condiciones que constituyen servilismo".
El reporte indica que los trabajadores domésticos son particularmente vulnerables porque algunos están confinados a la casa donde prestan servicios, incapaces de buscar ayuda.
Washington exhortó al gobierno saudita a realizar campañas para instruir a los empleadores sobre los derechos de los trabajadores extranjeros y las consecuencias de violar esos derechos.
Pero para Hassanein, los pedidos de Washington o de cualquier otro país suenan vacíos.
"Estados Unidos cerrará sus ojos ante los peores abusos por dinero y por petróleo. Mi país tiene un gobierno que se preocupa solamente por el dinero y el poder. Los sauditas dicen palabras dulces todo el tiempo, pero no hacen nada para ayudarnos. Todo lo que quiero es irme a casa", expresó.