El primer ministro interino de República Checa Mirek Topolanek acudirá este viernes al parlamento en procura de aprobación para su nuevo gabinete.
Pero muchos de sus enemigos —la oposición, el presidente e incluso miembros de su propio partido—, podrían poner piedras en su camino.
Hace siete meses que este país carece de un gobierno efectivo.
Topolanek lidera el neoliberal Partido Cívico Democrático, que ganó las elecciones legislativas de junio. Superó por un reducido margen al Partido Social Demócrata, entonces en el gobierno liderado por el antecesor de Topolanek en la jefatura del gobierno, Jiri Paroubek.
Esa república de 10 millones de habitantes, otrora socialista, no logró formar un gobierno tras los comicios de 2006 que terminaron en un empate entre la derecha y la izquierda.
Los partidos de izquierda —el Social Demócrata y el Comunista— obtuvieron 100 diputados, al igual que los derechistas Cívico Democrático, Popular y Verde.
Debido a que ya perdió en la votación de un voto de confianza al nuevo gobierno en octubre, no obtener la aprobación en esta ocasión podría significar la muerte política de Topolanek.
El presidente checo Vaclav Klaus nombró, con dudas, al gobierno liderado por Topolanek el 9 de enero. Klaus, fundador y presidente honorario del Partido Cívico Democrático, siempre estuvo enfrentado con el actual líder del partido y está disgustado con la elección de sus aliados.
"Incluso si este gobierno prospera, será muy débil", pronosticó Daniel Hnizdo, de la Universidad Charles de Praga. "Estará plagado de desacuerdos y creo que la única solución será realizar elecciones anticipadas", dijo a IPS.
El nuevo gobierno declaró su intención de reducir impuestos, habilitar el pago en efectivo de los servicios de salud, abolir beneficios sociales "innecesarios", aumentar la edad de jubilación y promover la privatización de importantes compañías estatales.
Pero la coalición alberga ciertas incompatibilidades ideológicas. El Partido Popular, si bien tiene una mayor orientación social, es conservador y podría chocar con los legisladores del Partido Verde, más liberal.
Incluso surgieron desacuerdos en el seno del principal partido, el Cívico Democrático. Su rama de Praga considera que Topolanek entregó demasiados cargos ministeriales a los aliados de la coalición.
En el gabinete de 18 miembros, ese partido tendrá sólo nueve asientos, a pesar de ser el más fuerte de la coalición.
Los cívicos demócratas de Praga no están contentos de que ministerios estratégicos como el de Relaciones Exteriores, Finanzas y Desarrollo Regional estén en manos de los pequeños partidos de la coalición.
El alcalde de Praga y vicepresidente del Partido Cívico Democrático, Pavel Bem, es quien más ha criticado a Topolanek y parece ser quien lo sucedería al frente del sector en caso de que renuncie.
Bem presionó a Topolanek para que aceptara renunciar a la presidencia ejecutiva del partido si su gobierno no logra obtener el voto de confianza en el parlamento. En ese caso, la Constitución prevé un tercer intento para formar el gabinete.
El presidente Klaus se inclina a favor del alcalde de Praga, quien en un tercer intento podría alcanzar un acuerdo con los socialdemócratas, la opción preferida del presidente.
El alcalde de Praga, Bem y el socialdemócrata Paroubek ya han trabajado juntos en la municipalidad, y según varios analistas esa situación podría repetirse a nivel nacional, ya sea mediante una gran coalición o la tolerancia de un gobierno de derecha en el marco de condiciones acordadas previamente.
Klaus además pretende asegurar su reelección. Al presidente checo lo elige el parlamento y una solución más amplia para salir del impasse lo colocaría en una buena posición entre los diputados.
El antagonismo de Klaus hacia Topolanek quedó en evidencia cuando se opuso al nombramiento en el nuevo gobierno de Karel Schwarzenberg, miembro de la nobleza, como canciller.
"Los intereses checos difícilmente puedan ser defendidos por alguien que tiene un pie en Viena", señala un comunicado de la secretaría presidencial, en referencia al exilio de más de 40 años de Schwarzenberg en la capital austriaca, durante el régimen comunista checoslovaco.
Los dos países están enfrentados por la ubicación de una central nuclear Temelin, en la septentrional Bohemia, en República Checa, por cuyo cierre presionan tanto ambientalistas como el gobierno austriaco.
Schwarzenberg replicó que él no sabía "si el presidente piensa que una división de tanques se iba a desplegar hacia Praga". Los principales dirigentes de la coalición lo respaldaron.
Los verdes obligaron a los integrantes de la coalición a firmar un pacto en el que acordaron no construir más reactores nucleares en Temelin, enfureciendo a dirigentes que aspiran a la independencia energética del país.
La alianza de Topolanek con los verdes también enfureció a algunos integrantes del sector empresarial que debieron hacer concesiones para limitar la extracción minera y la introducción de impuestos ecológicos.
Como si eso fuera poco, tanto los socialdemócratas como los comunistas están decididos a no respaldar al nuevo gabinete. Pero la coalición tiene puestas sus esperanzas en Milos Melcak, un diputado que abandonó el Partido Social Demócrata el año pasado.
Por su parte, Melcak, quien sostiene que los socialdemócratas simplemente deben volverse una "oposición respetable", podría permitir que el gobierno ganara confianza.
Pero también dijo que la coalición de derecha debía revisar sus planes de cortar los gastos sociales si pretende sobrevivir.
"Un desertor podría ayudar, pero de cualquier forma será un gobierno débil, y probablemente no dure", dijo Hnizdo a IPS.