El debate sobre el terrorismo realizado este lunes en el Parlamento de España mostró una división entre las dos fuerzas políticas mayoritarias, el socialismo gobernante y el opositor y centroderechista Partido Popular (PP).
Cuando resonaban todavía las voces del debate, el presidente de la Fundación de Derechos Civiles, Carlos García Álvarez, señaló a IPS que las intervenciones del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y del líder del PP, Mariano Rajoy, "escenificaron un desacuerdo de fondo" sobre la manera de enfrentar al grupo terrorista ETA.
En estas circunstancias, añadió García Álvarez, lo que se necesita es terminar con ese desacuerdo, apuntando a que "el fin del terrorismo es inevitable, porque se impondrá la voluntad de la mayoría absoluta de los ciudadanos, que es contraria a él y por la misma dinámica de los hechos".
Hay que tener siempre presente, concluyó, que desde que se inició la transición hacia la democracia en noviembre de 1975, tras la muerte ese año del dictador Francisco Franco, "se abrieron espacios para que todas las fuerzas políticas se puedan sentir cómodas, expresando sus posiciones y defendiéndolas".
Zapatero, también y secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tuvo que comparecer ante el Congreso de los Diputados respondiendo a la demanda del PP, que exigió que informase sobre su posición ante el terrorismo.
El PP dice estar convencido de que Zapatero negoció con ETA y que lo seguirá haciendo cediendo a las exigencias de ese grupo.
Rajoy fue contundente al respecto cuando en medio del debate le espetó a Zapatero: "Si usted no cumple (lo que reclama ETA le pondrán bombas y si no hay bombas es porque ha cedido". Frase que se puede interpretar como que únicamente cediendo a lo que reclama el grupo vasco se podrán evitar los atentados terroristas.
En contraposición, Zapatero reclamó un consenso entre todos los partidos democráticos y reiteró que su gobierno no cederá a las exigencias de los terroristas y que el único camino que le queda a ETA es abandonar el uso de la violencia, sin ninguna contrapartida.
Al comenzar su intervención el jefe del gobierno pidió disculpas por haber realizado un comentario optimista antes del atentado perpetrado el 30 de diciembre en el aeropuerto madrileño de Barajas.
El día anterior, Zapatero dijo que un año más adelante "estaríamos mucho mejor" en el camino hacia el final del terrorismo.
Por eso, este lunes manifestó: "Quiero reconocer el claro error que cometí ante todos los ciudadanos españoles", aunque no explicó si ese día tenía informes previos de que ETA podría volver a atentar después de un año de tregua y de tres sin matar a nadie.
El proceso iniciado en marzo de 2006 y que podía llevar a una negociación con ETA, después de que ese grupo anunciase el abandono definitivo de la violencia, se quebró con la colocación de un coche-bomba en el aeropuerto de Barajas, que ocasionó la muerte de dos inmigrantes ecuatorianos y el destrozo de 2.000 vehículos y de cuatro pisos de la playa de estacionamiento.
El líder del PP fue muy duro a la hora de criticar a Zapatero, a quien acusó de haberse dejado "tomar el pelo por un rebaño de asesinos" cuando asumió que el fin de ETA era posible, al asumir ese grupo "un alto el fuego permanente", lo cual permitió que se iniciaran conversaciones informales a segundo nivel, entre representantes de ambas partes.
En esas conversaciones, los delegados gubernamentales plantearon que el camino hacia la paz y un diálogo político debería ser precedido por un abandono de las armas por parta de la organización nacida como separatista vasca.
Según Rajoy, todo lo ocurrido tras el alto el fuego ha sido un error y entre ellos subrayó lo que calificó de imprudencia del gobierno: no prever que el asunto podría salir mal y costar vidas por creer que el terrorismo se podría resolver mediante la negociación sin renunciar a la desaparición de ETA.
También acusó a Zapatero de "jactancioso" acusándolo de presumir "que las cosas funcionarán mejor porque usted está presente", ya que entre demócratas y terroristas no existen "posiciones intermedias, no cabe el empate", y afirmó que cualquier negociación fortalece a los terroristas.
Zapatero le recordó que en el 1998 el entonces gobierno del PP envió a altos cargos del mismo a negociar públicamente con la dirección de ETA, en Suiza, sin que el grupo vasco previamente entregase las armas.
También apuntó que en esa oportunidad tuvo el apoyo del PSOE, sin condiciones. En cambio en el proceso iniciado por el actual gobierno, el PP una y otra vez criticó lo que se estaba haciendo, a pesar de que en ningún momento hubo negociaciones directas con ETA sino la exigencia de que previamente abandonase el uso de las armas.
Finalizando ya el debate, García Álvarez manifestó que la conclusión es que "no hay que dialogar con ETA, pero sí concretar el compromiso de todos los demócratas a favor de la paz", para lo cual considera necesario que pongan en segundo plano sus perspectivas electorales o partidarias y apuesten por una España pacífica.
Las reuniones convocadas por Zapatero con todos los partidos y a las que, aún con reticencias, aceptó asistir el PP, serán claves para ese futuro.