LÍBANO: Donantes compran tiempo, no paz

Representantes de 50 países industriales e instituciones internacionales prometieron en la capital francesa aportes por 7.600 millones de dólares para la recuperación de Líbano, tras la destrucción ocasionada por la guerra entre Israel y Hezbolá el año pasado.

El anuncio de ayuda formulado en la conferencia de donantes que concluyó este jueves hace ganar tiempo gobierno del primer ministro libanés Fouad Siniora, asediado por la oposición prosiria, pero no consolida un camino hacia la paz de Líbano.

"Esto no tiene como efecto inmediato el fortalecimiento de un gobierno particular", dijo Siniora a la prensa, pues, explicó, la asistencia debería beneficiar a todos los libaneses, más allá de su filiación política o religiosa.

El presidente francés Jacques Chirac, anfitrión de la conferencia, declaró que "todas las fuerzas y los actores políticos de la región deberían estar involucrados en el plan de recuperación".

Chirac agradeció a Arabia Saudita, el mayor de los donantes de Líbanoi, con un compromiso de 1.000 millones de dólares, y a Estados Unidos, que ofreció 770 millones de dólares en nueva asistencia, 220 millones de los cuales deberán destinarse a la comprar armas y equipo para el ejército libanés.

Francia y la Comisión Europea, brazo ejecutivo de la Unión Europea, comprometieron 650 millones de dólares cada una.

Consultado sobre si Estados Unidos mantendría su apoyo si el radical partido chiita Hezbolá llegaba al poder en Líbano, la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice dijo en París que su país sólo trata con un gobierno debidamente electo.

Rice recordó que, según su gobierno, Hezbolá es una "organización terrorista".

Los 7.600 millones de dólares, que se dispondrán a Líbano en el transcurso de los próximos cinco años, reúnen asistencia presupuestaria, préstamos livianos y dinero para proyectos.

El dinero extra debería permitir al gobierno de Siniora pagar los salarios de empleados públicos, entre ellos los soldados, y cubrir algunas de sus deudas.

La economía libanesa cayó cinco por ciento en 2006, y la deuda externa ascendió a la cifra sin precedentes de 41.000 millones de dólares, el equivalente a 181 por ciento del producto interno bruto.

La situación económica se debe en buena medida a la guerra de julio y agosto entre Hezbolá e Israel, que causó una pérdida directa de 2.800 millones de dólares, dejó a 120.000 personas sin trabajo y expulsó de Líbano a 200.000 jóvenes trabajadores calificados y profesionales libaneses emigraran.

La guerra se desencadenó luego que combatientes del movimiento proiraní asesinaron a ocho soldados israelíes y secuestraron a otros dos que patrullaban la frontera septentrional del Estado judío.

El paquete de asistencia anunciado en París depende de un programa de reforma estructural desarrollado por el gobierno de Siniora. Para 2011, la deuda debería ser reducida a "apenas" 144 por ciento del producto interno bruto.

Las reformas incluyen recortes en los gastos públicos, privatización de la operadora estatal de telecomunicaciones, reestructura de la Compañía de Electricidad de Líbano, que da pérdidas, y reformas en la seguridad social.

El programa depende de la presunción, bastante optimista, de que el crecimiento económico volverá a ascender a entre cuatro y cinco por ciento en 2007.

Esto implica que el actual gobierno de algún modo puede superar el estancamiento político en que se encuentra con el movimiento opositor prosirio.

La oposición consta hoy de una alianza entre Hezbolá, el partido chiita moderado Amal, y seguidores del general cristiano Michel Aoun. Demanda la renuncia del gobierno de Siniora, al que acusa de ser corrupto y demasiado indulgente con Israel.

La guerra elevó el prestigio de Hezbolá, al que muchos consideran la columna vertebral de la resistencia libanesa contra el Estado judío.

Antes de la conferencia, la oposición llevó la protesta a las calles. Una huelga paralizó el martes las principales rutas de Líbano.

Tres personas fallecieron en enfrentamientos entre militantes opositores armados y partidarios del gobierno. Otras dos murieron el jueves, en choques ocurridos en la Universidad de Beirut.

Chirac defendió la iniciativa de los donantes luego de una reunión que mantuvo con Siniora el miércoles en París. "El precio de la inacción será mucho más elevado que un compromiso del lado de Líbano", dijo el jefe de Estado francés.

La crisis política comenzó en noviembre, cuando seis ministros chiitas abandonaron el gobierno de Siniora por un desacuerdo en torno al tribunal internacional que debería investigar el asesinato del ex primer ministro prooccidental Rafik Hariri, perpetrado en febrero de 2005.

Se presume que el asesinato fue obra de la vecina Siria. Las tropas sirias que ocupaban Líbano desde 1975 abandonaron el país en 2005, pero muchos observadores aseguran que Damasco aún suministra armas a Hezbolá.

El presidente del parlamento y líder del partido moderado chiita Amal, Ramil Berri, hasta ahora se negó a convocar al plenario legislativo para que designe nuevos ministros y continúe con el proceso político.

El centro académico International Crisis Group definió la lucha por el poder político en Líbano como sucedáneo de conflictos regionales e internacionales.

"Allí está Siria contra Israel, el gobierno de Estados Unidos contra el régimen sirio, los regímenes árabes sunitas prooccidentales liderados por Arabia Saudita contra el ascendente Irán y la insurgencia chiita; y por sobre todo, Washington contra Teherán".

Ni Siria ni Irán asistieron a la conferencia de París. (FIN/IPS/traen-js/mj/mc/ss/mm pi ip dv if/07)

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