En medio de informes de que Israel está dispuesto a lanzar ataques nucleares «tácticos» contra Irán para impedir que adquiera armas atómicas, China se vio en las últimas dos semanas en el inusual papel de mediador en un conflicto de Medio Oriente.
El primer ministro de Israel, Ehud Olmert, visitó China esta semana en su esfuerzo por recabar apoyo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU al endurecimiento de las sanciones contra Irán. La semana pasada, el principal negociador nuclear de Irán, Ali Larijani, había visitado Beijing.
En un gesto de cortesía hacia la diplomacia china, ambos políticos dijeron que sus gestiones en Beijing fueron exitosas. La visita de Olmert a China fue precedida de la publicitada remodelación del cementerio judío de la ciudad nororiental de Harbin.
Los abuelos de Olmert encontraron refugio en Harbin tras huir de las persecuciones en Rusia a fines del siglo XIX, y el padre creció allí antes de mudarse a Israel. China invirtió el equivalente a 385.000 dólares en la restauración del cementerio.
El jefe de gobierno israelí declaró que el resultado de sus conversaciones con los líderes chinos "superó las expectativas".
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"El hecho de que China diga que no quiere a Irán armado con bombas nucleares es de gran importancia", dijo a la prensa de Beijing antes de partir el jueves.
Por su parte, Larijani trató de enfatizar durante su visita que la relación entre Irán y China, y en particular sus crecientes vínculos comerciales, no sería afectada por la decisión de Beijing de aliarse con Estados Unidos y otros miembros del Consejo de Seguridad de la ONU para condenar el programa nuclear de Teherán.
"Por supuesto que sabemos quién está detrás de estas sanciones, por lo tanto no culpamos a nadie por ellas. Los países que tienen relaciones estratégicas de largo plazo no las cambian debido a cuestiones tácticas, y esta fue una cuestión táctica", declaró el negociador iraní en una conferencia de prensa.
Aunque en el pasado se negaba a apoyar el endurecimiento de las sanciones, China cerró filas con las potencias occidentales en diciembre último al respaldar una resolución unánime del Consejo de Seguridad que impuso sanciones a Irán, las cuales pueden endurecerse si Teherán ignora un plazo de 60 días para suspender su programa de enriquecimiento de uranio.
La cancillería iraní consideró "ilegal" la resolución de la ONU y continuó con su enriquecimiento de uranio (un proceso que puede conducir a la fabricación de bombas nucleares). Esto generó especulaciones de que Israel estaría considerando un "ataque preventivo" contra instalaciones nucleares de Irán.
El gobierno israelí advirtió en varias ocasiones que no tolerará la fabricación de armas nucleares en Irán, cuyo presidente, Mahmoud Ahmadinejad, dijo que "Israel debe ser borrado del mapa".
Medios británicos informaron la semana pasada que fuentes militares israelíes revelaron la existencia de planes de contingencia para destruir las instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio por medio de armas nucleares tácticas, en caso de que las sanciones de la ONU fracasen.
Según el semanario británico The Sunday Times, la revelación de esos planes tuvo la intención de presionar a Teherán para que detenga su procesamiento de uranio y a Estados Unidos para que adopte una postura más enérgica.
El nuevo secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, dijo que la acción militar contra Irán era "absolutamente el último recurso".
No sería la primera vez que Israel realiza un ataque preventivo contra una supuesta amenaza nuclear. En 1981, aviones israelíes bombardearon un reactor nuclear de Iraq, en la ciudad de Osirak, para impedir que el régimen de Saddam Hussein adquiriera armas nucleares. En China, Olmert se manifestó "sorprendido y alentado" por la posición expresada por Beijing acerca del polémico programa nuclear de Teherán.
"China dejó absolutamente claro que se opone a la nuclearización de Irán, en el sentido de obtener bombas nucleares", declaró el primer ministro israelí.
El respaldo de China al endurecimiento de las sanciones contra Irán realmente debió haber sorprender, debido a los grandes intereses económicos de Beijing en ese país del Golfo.
Doce por ciento del crudo importado por China procede de Irán, y se prevé que este porcentaje crezca junto con la economía china.
Durante la visita de Larijani a Beijing la semana pasada, funcionarios chinos le recordaron que el respaldo a las sanciones de la ONU reflejaba la preocupación de Beijing por la proliferación nuclear. El presidente chino Hu Jintao pidió una "respuesta seria" de Irán a las sanciones, según la agencia de noticias Xinhua.
Sin embargo, China dejó claro que seguirá negociando con Irán como siempre. Ambos países están a punto de finalizar un acuerdo sobre gas natural por 16.000 millones de dólares pese a una advertencia de Estados Unidos de que el socio chino sería pasible de sanciones.