La posibilidad de un viaje oficial del primer ministro Robert Fico a China, Libia y Venezuela causa revuelo en Eslovaquia, donde la oposición insiste en que el país debería ceñirse a su orientación euroatlántica y librarse de la nostalgia socialista.
En los años 90, la política exterior de los estados que sucedieron a las repúblicas socialistas de Europa central y oriental procuró el acercamiento a Occidente a través de la integración a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Pero la elección en este país de cinco millones de habitantes del socialdemócrata Fico en 2006, en medio del creciente descontento con las políticas de libre mercado de sus predecesores de derecha, trajo muchas sorpresas.
Fico fue crítico de la política exterior de Eslovaquia durante el gobierno de su antecesor, Mikulas Dzurinda, a quien condenó por su "fijación" con Estados Unidos y su "descuido" con el vínculo con Rusia.
Las relaciones con Moscú fueron pragmáticas, pero impulsar ese vínculo terminó asociándose —en buena medida debido a la retórica derechista— con un regreso al pasado, peligroso para el avance democrático del país.
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Aunque prometiendo, en general, una continuidad de la política exterior, las visitas previstas por Fico a varios países sudamericanos, China y Libia son percibidas por expertos como la confirmación de esa sospechas.
"Sólo se consideraban importantes las áreas vinculadas con la UE y la OTAN", dijo a IPS el analista Tomas Strazay, de la Asociación Eslovaca de Política Exterior. "Abrir nuevas relaciones es visto con cierta suspicacia, pero necesitamos más tiempo para analizar tendencias."
Funcionarios eslovacos señalan que futuros viajes tendrán el objetivo de profundizar vínculos económicos más que políticos.
"Las relaciones económicas juegan un rol cada vez más importante en la política exterior eslovaca, mientras que los valores se han olvidado", dijo Strazay a IPS.
El anterior gabinete de Eslovaquia había establecido una agenda de promoción de los derechos humanos. Altos funcionarios participaron, junto con organizaciones no gubernamentales, en la asistencia a movimientos de oposición democrática en países como Cuba y Belarús.
A comienzos de este mes, la asistencia de Fico a una recepción de la Embajada de Cuba para celebrar el aniversario de la revolución en ese país fue la primera señal de alarma para sus opositores, que lo acusaron de apoyar indirectamente a un régimen no democrático.
Una filtración de información la semana pasada sobre los viajes oficiales a Libia, Venezuela y China, cuyos gobiernos se proclaman socialistas, alimentaron la controversia.
Críticos del gobierno alegan que Eslovaquia debería abstenerse de enviar delegaciones de tan alto nivel a países con antecedentes problemáticos en materia de derechos humanos, e insisten en que debería manifestar preocupación al respecto en los foros internacionales.
El ex canciller eslovaco Eduard Kukan figuró entre los primeros en señalar que Eslovaquia debería ser "considerada para con nuestros aliados".
"Ir a Caracas poco después que los presidentes iraní (Mahmoud Ahmadinejad) y venezolano (Hugo Chávez) sellaron allí un pacto para luchar contra Estados Unidos es un paso poco meditado", opinó.
"Estados pequeños y nuevos en la UE, como Eslovaquia, son mirados muy de cerca por actores mayores. Pasos como éste solamente pueden ser dados por estados más grandes, con un pasado diferente y con otro peso político", dijo Strazay a IPS.
Eslovaquia todavía no confirmó ni negó los viajes planificados, pero el ex ministro de Relaciones Exteriores Jan Kubis replicó que la UE y la OTAN siguen siendo prioridades para Eslovaquia, que el país está preocupado por los derechos humanos y que no esconde el tema bajo la alfombra en sus contactos.
No obstante, Kubis se mostró sorprendido por la fijación de los medios con Chávez, calificado como "la amenaza de América Latina" por un periodista local. "Desde mi punto de vista, es una gran especulación. Me sorprende cuán intensamente se habla sobre la visita", declaró Kubis.
Pero cómo relacionarse con estados socialistas es siempre un dilema para países que abandonaron ese sistema de gobierno y no están dispuestos a mirar atrás.
"Los contactos con países socialistas fueron intensos en el pasado y no es fácil restablecer relaciones diplomáticas y económicas con ellos", dijo a IPS una fuente diplomática húngara.
Además del trauma histórico, las críticas abrevan en temores económicos, ante la posibilidad de que "la propiedad en países socialistas pueda ser nacionalizada", explicó el diplomático a IPS.
Sin embargo, las opciones de Eslovaquia son escasas, dado que el primer ministro recibió pocas invitaciones del exterior debido a su alianza con un partido de extrema derecha.
El año pasado, su izquierdista partido Smer (Dirección) formó una coalición de gobierno con el nacionalista Partido Nacional Eslovaco y el populista Movimiento por una Eslovaquia Democrática, del ex primer ministro Vladimir Meciar.
La medida fue condenada internacionalmente e hizo que el Smer fuera suspendido de la familia de partidos socialistas europeos.
Pero Eslovaquia vio días más oscuros en el pasado. Entre 1994 y 1998, el gobierno semiautoritario de Meciar aisló al país respecto de Occidente, precisamente cuando sus vecinos convergían hacia la OTAN y la UE.
En 1998, asumió el poder una coalición de partidos contrarios a Meciar liderados por Dzurinda y Eslovaquia volvió a una política exterior euroatlántica, típica de los países de la región.
Entre 1998 y 2006, Dzurinda logró la integración en la UE y la OTAN, e implementó reformas económicas celebradas en el exterior pero impopulares dentro del país.
Por el contrario, Fico es visto con sospechas en Occidente, pero su partido cuenta con la mayor aprobación jamás registrada en la Eslovaquia democrática.
