Este año parece propicio para la resolución del antiguo conflicto de Cachemira. El cese del fuego en la frontera que divide la región entre India y Pakistán se ha mantenido por tres años, la violencia terrorista ha disminuido y el clima popular en la parte pakistaní es favorable a la reconciliación.
Además, el gobierno indio cree que el presidente pakistaní Pervez Musharraf es el mejor candidato para negociar una solución.
Por todos estos motivos, los contactos exploratorios entre ambos gobiernos cobraron impulso un mes después de que Musharraf propusiera una fórmula de cuatro puntos para resolver el dilatado conflicto de Cachemira.
Los esfuerzos de conciliación podrían recibir un empuje durante la visita a Pakistán la semana próxima del canciller indio Pranab Mukherjee. Pero los dos gobiernos tendrán que rebatir con determinación las críticas de los ultranacionalistas de ambas partes y adoptar iniciativas imaginativas para que las gestiones den fruto.
Desde 1947, cuando se independizaron del imperio británico, los dos países se disputan el control de Cachemira, una zona rica en petróleo cuya población es mayoritariamente musulmana, al igual que la de Pakistán.
Esas diferencias sirvieron de motivo para tres guerras entre India y Pakistán. Por eso la Organización de las Naciones Unidas estableció en la región una frontera provisional —la llamada línea de control— a través de la cual el intercambio de fuego es frecuente y que India pretendía convertir en una frontera internacional definitiva.
En la parte bajo control indio, integrada al estado de Jammu y Cachemira, actúan grupos separatistas que han perpetrado en los últimos años varios atentados. India acusa a Pakistán de respaldar militarmente a esos guerrilleros islámicos, pero Islamabad sostiene que solo les brinda "apoyo moral y diplomático".
El 5 de diciembre último, Musharraf propuso una solución de cuatro puntos a la cuestión de Cachemira en una entrevista con un canal de televisión indio.
La fórmula prevé una frontera permeable, con libertad de movimiento para los cachemiros; autonomía excepcional o autogobierno dentro de cada región de Cachemira; la desmilitarización gradual de todas las regiones, y un "mecanismo conjunto de supervisión", integrado por representantes de India, Pakistán y todas las partes de Cachemira, para supervisar la implementación del plan.
Hasta ahora, India no ha respondido oficialmente a la propuesta, pero el primer ministro Manmohan Singh manifestó su beneplácito por "las nuevas ideas expresadas por Pakistán", las cuales pueden ayudar "a resolver problemas pendientes" que deben ser abordados "con una mentalidad abierta y amistosa".
Singh declaró el 20 de diciembre en Amritsar que India y Pakistán "deberían olvidar el pasado".
"Debemos pensar en nuestro destino colectivo, un destino en que ambos vecinos podamos trabajar juntos por un futuro mejor para nuestros ciudadanos", exhortó. Los dos países cuentan con armas nucleares.
Musharraf y otros altos funcionarios pakistaníes ofrecieron el mes pasado renunciar al reclamo de Cachemira si la cuestión puede resolverse mediante el autogobierno de ambos lados de la línea de control que divide al antiguo reino.
Los funcionarios afirmaron que Islamabad "nunca reclamó a Cachemira como parte integrante de Pakistán" y que su posición se basa en las resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a fines de la década de 1940.
Dichas resoluciones establecen la celebración de un plebiscito en Cachemira para que los ciudadanos decidan si quieren incorporarse a India o a Pakistán. El plebiscito nunca se realizó.
Los principales partidos del valle de Cachemira (del lado pakistaní de la línea de control), como la Conferencia Nacional y el Partido Democrático del Pueblo, así como la facción moderada de la proseparatista Conferencia Hurriyat de Todos los Partidos, aplaudieron la solución propuesta por Musharraf.
El cambio no se produjo en forma repentina, sino que es la culminación de conversaciones secretas durante varios meses entre el enviado especial de Singh, S.K. Lambah, y el asesor de seguridad nacional de Pakistán, Tariq Aziz, que lograron reducir las diferencias.
La propuesta de Musharraf se construye sobre el entendimiento alcanzado con Singh, según el cual el estatuto de Cachemira debe cambiar y no se debe retrazar la frontera, pero la línea de control debe volverse irrelevante.
De los cuatro puntos, el del mecanismo de supervisión conjunta es completamente nuevo y supone un alto nivel de cooperación binacional. Probablemente sea también el más polémico.
El partido hinduista de derecha Bharatiya Janata Party (BJP) se opuso enérgicamente al mecanismo sugerido y advirtió que no se puede confiar en Pakistán.
La semana pasada, el líder de ese partido, el ex ministro del Interior L.K. Advani, acusó al gobierno de Manmohan Singh de entablar negociaciones clandestinas con Pakistán a expensas "del interés nacional".
En Pakistán también, los partidos de derecha e islamistas se oponen a lo que consideran una "dilución" de la posición declarada de Islamabad acerca de Cachemira.
Pese a estas posturas conservadoras que causarán dificultades a ambos gobiernos, el ánimo a nivel gubernamental es definitivamente proclive a una conciliación.
"Por debajo de la superficie, ambos países perciben cada vez más que perder esta oportunidad de normalizar las relaciones indo-pakistaníes tendría enormes costos", observó Karamat Alí, un activista social residente en Karachi y miembro fundador de la Coalición de Pakistán para la Paz, una federación fundada en 1999.
"Musharraf sabe que debe ofrecer algo a la ciudadanía pakistaní antes de las elecciones presidenciales de este año. Sus logros económicos no impresionan. Pero si puede lograr un avance en la cuestión de Cachemira, le será de gran ayuda", vaticinó Alí.