Una carta manuscrita a un dictador militar puede parecer una forma ineficaz y arriesgada de desafiar al poder en la era de Internet, en que el correo electrónico, los blogs y los sitios web se han combinado para desestabilizar a la autoridad en varios países.
Pero en Birmania, donde rige una estricta censura y el acceso a la tecnología de la información es limitado, el sufrido pueblo recurre a la tradicional carta de papel para expresar su creciente insatisfacción con el régimen.
Tras el lanzamiento de la campaña epistolar "Corazón abierto" en la primera semana del nuevo año, decenas de miles de habitantes de Rangún y sus alrededores adquirieron los sobres y hojas especiales para escribir las cartas, afirmaron los organizadores, antiguos estudiantes universitarios conocidos como "Estudiantes de la Generación 88".
"Este es un esfuerzo por romper el silencio. Por hacer que la gente escriba abiertamente sus quejas al gobierno militar", explicó Naing Aung, secretario general del Foro por la Democracia en Birmania, un grupo de exiliados políticos birmanos que trabajan junto a la Generación 88.
"No basta con quejarse. Esta campaña es para que los ciudadanos demuestren su coraje al identificarse abiertamente como críticos", agregó.
La campaña de un mes de duración es el último esfuerzo de la Generación 88 para "elevar la voz del pueblo", dijo Naing Aung en una entrevista, y añadió que "es una forma pacífica de expresar las opiniones del público, porque las protestas están prohibidas, los medios de prensa están sometidos a la censura, y no hay elecciones".
Sin embargo, la osadía de escribir directamente al hombre fuerte de Birmania, general Than Shwe, conlleva un alto riesgo personal, incluso de prisión, si provoca la ira de la junta.
Las fuerzas armadas que gobiernan Birmania desde el golpe de Estado de 1962 han mostrado escaso respeto por las libertades políticas y civiles y por los derechos humanos. El disenso y las proclamas de libertad suelen chocar con la fuerza bruta.
Las fuerzas del levantamiento popular que en 1988 casi derrocaron al gobierno militar fueron reprimidas con dureza, y la insurgencia de minorías étnicas fue domesticada a través de ceses del fuego, pero el régimen se aferró al poder aun después de perder las elecciones generales que organizó en 1990.
En esos comicios triunfó por abrumadora mayoría la Liga Nacional por la Democracia de Aung San Suu Kyi, pero los militares desconocieron el resultado electoral, prohibieron las actividades de la oposición y encarcelaron o desterraron a sus líderes.
Aung San Suu Kyi, hija del héroe anticolonialista Aung San, fue condenada a prisión domiciliaria e incomunicada. Desde entonces fue liberada y detenida en numerosas ocasiones. En 1989 recibió el premio Nobel de la Paz.
El Consejo Estatal para la Paz y el Desarrollo, como se autodenomina la junta, tiene actualmente a más de 1.100 presos de conciencia, entre ellos parlamentarios opositores, monjes budistas, periodistas, escritores, estudiantes y activistas políticos.
La Generación 88 tomó su nombre de los estudiantes que encabezaron en 1988 una protesta por la democracia que fue brutalmente reprimida por el régimen militar, y basa su actual campaña en el éxito de otras tres organizadas el año pasado.
La primera fue una campaña de firmas, en octubre último, por la liberación de todos los presos políticos, incluida Suu Kyi. Unas 60.000 personas firmaron la petición.
Le siguieron la campaña de "expresión blanca", que exhortaba a la gente a vestirse de blanco como símbolo de honestidad y pureza, y una plegaria interreligiosa que incluía rezos colectivos en silencio y vigilias con velas en templos, iglesias y mezquitas.
Activistas políticos ven con beneplácito todas estas actividades.
"La gente quiere cooperar con esta campaña porque sufre cada vez más. A muchos ni les importa lo que les pueda pasar", dijo a IPS el activista Zaw Min, portavoz del Partido Democrático para una Nueva Sociedad, proscripto por la junta militar.
"Cada vez más la gente se identifica cuando expresa su opinión", añadió.
