Como resultado de una rápida expansión en las capas más pobres, especialmente entre los numerosos trabajadores informales, la cantidad de teléfonos móviles en Brasil ya supera los 100 millones, que equivalen a más de 53 por ciento de su población.
El teléfono celular llegó a este país en 1990 al costo de 22.000 dólares cada uno. Pero ese valor se fue reduciendo y en 1998, cuando se privatizaron las empresas telefónicas, ya había siete millones de unidades.
Este proceso de popularización que se acentuó desde entonces y llegó en las últimas semanas a que algunas operadoras ofrecieran el aparato gratis, subsidiándolo para conquistar nuevos abonados. Esa ofensiva aprovechando las fiestas de Navidad triplicó las ventas que anteriormente alcanzaban un promedio de un millón de nuevas terminales cada mes.
Las cifras oficiales de diciembre se conocerán dentro de algunas semanas, pero deben apuntar una densidad de 53 teléfonos celulares para cada 100 habitantes en este país, cuya población se estima en 188 millones de personas.
Es que este medio de comunicación se reveló democrático. En sólo 16 años superó en dos veces y media la cantidad de los tradicionales teléfonos fijos, que en Brasil se estancaron en 40 millones de terminales activas.
El sistema prepagado del teléfono móvil, que permite limitar los gastos mensuales, amplió el acceso de los pobres a las telecomunicaciones.
Cerca de 81 por ciento de los celulares en Brasil son prepagados y buena parte de ellos son utilizados solamente para recibir llamadas, pues nunca o casi nunca se abastecieron de crédito para hacerlas. Por lo tanto, el gasto se limita a la inversión inicial de compra del aparato.
El teléfono fijo perdió competitividad por exigir un pago mensual equivalente a unos 20 dólares, lo que corresponde a 12 por ciento del salario mínimo nacional, un monto demasiado caro para los pobres. Además la movilidad es un factor decisivo.
Francisco Alves Dias, quien hace 25 años que trabaja por cuenta propia como electricista y reparador de instalaciones hídricas residenciales, estima que sus ingresos aumentaron "150 por ciento", desde que incorporó el teléfono celular a su actividad.
Antes prestaba servicios sólo en un gran edificio de clase media en Río de Janeiro, permaneciendo físicamente allí esperando solicitudes durante horas o días enteros.
Ahora Alves Dias amplió su actuación a varios barrios, casi desaparecieron las horas inactivas, trabaja a veces "incluso los domingos", explicó a IPS. El celular, divulgado por tarjetas distribuidas en varios lugares, pasó a ser su oficina móvil.
El recurso representó una palanca de ascenso para muchos trabajadores informales, que componen más de la mitad de la mano de obra ocupada en Brasil.
Es el caso de una ex limpiadora doméstica de Sao Paulo, que prefirió no ser identificada. Con el celular se animó a organizar y proveer fiestas de cumpleaños los fines de semana, terminando por dirigir actualmente una microempresa informal, con varios empleados.
Una infinidad de trabajadores que no pueden mantener una oficina o taller para sus actividades, como manicuras, vendedores callejeros, taxistas y prestadores de servicios variados, también se cuentan entre los beneficiados por la telefonía móvil.
El impacto social de la nueva tecnología, aún sin estudios, incluye sectores insospechables. El celular "mejoró mucho la comunicación" de los sordos, por el servicio de mensajes escritos, destacó a IPS Eduardo Monte, un ingeniero que perdió la audición a los 12 años, pero logra conversar leyendo los labios de su interlocutor.
La vibración al recibir una llamada ("vibracall") es otro recurso fundamental para los sordos que los teléfonos fijos no ofrecen. El agregado de otros recursos visuales, como videos, es importante, así como el teclado en símbolos braile representa una conquista para los ciegos, observó Monte.
En ese sentido, una empresa brasileña desarrolló un sistema para transmisión de mensajes traducidos en la Lengua Brasileña de Señales (Libras), el lenguaje gestual que Brasil adoptó oficialmente y se está implementando en la enseñanza regular. La tecnología se denominó Rybená, que significa comunicación en una lengua indígena brasileña.
El problema es que se trata de una solución "de propiedad" de una operadora telefónica, que tendrá que ser compartida con las otras que operan en el mercado para facilitar el diálogo entre los sordos, reclamó Monte.
En la otra punta, de las capas de mayor poder adquisitivo, el uso y las expectativas respecto del celular son muy distintas. Además de facilitar la comunicación interpersonal, se trata de un medio de entretenimiento cada día más sofisticado y variado en recursos, como la incorporación de cámara fotográfica, música, juegos electrónicos, video y acceso a Internet.
También es usado como instrumento de seguridad. Hace tres semanas tuvo gran repercusión el caso de un empresario que desde Alemania impidió un asalto a su residencia en una playa cercana a Sao Paulo.
Un sistema instalado en la casa del empresario transmitió a su celular una señal indicando la invasión por una persona extraña. Enseguida pudo ver por Internet lo que pasaba en la residencia y avisar a la policía, que detuvo al asaltante.
La violencia en Brasil es un gran estímulo para el uso del celular, especialmente por adolescentes y jóvenes. Sus padres les regalan el teléfono móvil para controlar sus movimientos, especialmente en las salidas nocturnas.
En el futuro cercano "la convergencia es inevitable" y el celular será también un televisor móvil, vaticinó a IPS Gustavo Gindre, activista del Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación y coordinador del Instituto de Estudios y Proyectos en Comunicación y Cultura.
Pronto el producto audiovisual televisivo se verá en la pantalla mayor de los televisores, en las computadoras y en los teléfonos celulares, pero eso será tema de fuertes disputas en la implantación de la televisión digital, que comenzará este año en Brasil, observó Gindre.