En su primer viaje oficial a Europa, el presidente de México, Felipe Calderón, desnudó sus diferencias con gobiernos de izquierda de América Latina y dejó en claro por qué es una referencia para la derecha latinoamericana.
En sus visitas de Estado a Alemania, Gran Bretaña y España y en su participación en el Foro Económico Mundial en Suiza, el conservador Calderón abogó por una democracia liberal plena, la apertura comercial y el libre flujo de inversiones. Además, lanzó críticas hacia algunos gobiernos vecinos de signo distinto al suyo.
México comparte el objetivo de la unidad latinoamericana, pero para alcanzarla "es indispensable que los gobiernos seamos capaces de expresar nuestras diferencias en una forma madura y respetuosa y analizar juntos las alternativas para nuestros pueblos sin recurrir a descalificaciones personales", dijo.
La cuestión de la integración fue abordada por Calderón luego de que el presidente venezolano Hugo Chávez lo llamara "caballerito" y afirmara que seguía el mismo camino que su antecesor, Vicente Fox, también del conservador Partido Acción Nacional (PAN), a quien había tildado de "cachorro del imperio" en referencia a Estados Unidos.
Bajo el mandato de Fox (2000-2006), México vivió serios roces diplomáticos con Cuba y Venezuela, y otros de menor calibre con Argentina, Chile y Brasil. Calderón promete superar esa situación, pero al menos con Caracas no hay de momento avances.
En el centro de las disputas de Fox estuvieron, entre otros elementos, las posiciones mexicanas a favor del proyecto estadounidense de crear un Área de Libre Comercio de las Américas, y las críticas a la situación de los derechos humanos en Cuba.
Durante el viaje de Calderón a Europa, desde el jueves hasta este martes, se reunieron en México los partidos de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), en cuyos debates no ahorraron elogios para el PAN y el mandatario.
El PAN es casi el único miembro de la ODCA que gobierna en la región, con excepción del chileno Partido Demócrata Cristiano que integra la coalición gobernante en ese país desde 1990.
El resto de los partidos, en el centro y la derecha del mapa político, permanecen arrinconados tras las exitosas incursiones electorales de la izquierda y la centroizquierda.
En sus sesiones en México, los representantes de más de 30 partidos políticos de la ODCA, algunos de los cuales ya habían ejercido el gobierno, discutieron estrategias destinadas a retomar el poder político y acordaron que el PAN les ayudaría con mercadotecnia electoral.
Calderón ganó las elecciones de julio al izquierdista Andrés López Obrador por un margen de apenas 0,5 por ciento de votos. Según el perdedor hubo fraude, pero los jueces, las autoridades y algunos observadores internacionales no encontraron evidencias claras que respaldaran la denuncia.
En España, última escala en Europa de Calderón, el jefe del gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que México tenía el "liderazgo" para construir la integración en América Latina. Similares declaraciones escuchó el mexicano en otros destinos de su periplo.
A inicios de enero, un mes después de ser investido, Calderón prometió que se acercaría a América Latina. "Nuestra esencia y nuestra sustancia, nuestra historia, nuestro pasado y nuestro futuro sabemos que están en América Latina", declaró entonces.
Pero en el Foro Económico Mundial no pareció abonar esa intención. En medio de un debate con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, declaró que su país, a diferencia de otros, era un "seguro contra el populismo", pues no alteraba las reglas del juego a los inversionistas.
El reto de la región es impulsar la plena democracia "o permitir que regresen las dictaduras vitalicias", sentenció.
"Lo ocurrido en Venezuela, Bolivia y otros países (gobernados por presidentes que se definen como izquierdistas o progresistas), donde ha habido expropiaciones que los inversionistas consideran atentan contra su patrimonio, no debe ser una percepción que englobe a toda la región", señaló.
Al referirse a los continuos llamados de Chávez y de otros mandatarios a la unidad latinoamericana, Calderón advirtió que cuanto más invocado es tal propósito, "generamos más tensión entre los países".
Chávez salió a defenderse y tras llamar "caballerito" a Calderón le demandó respeto.
En una entrevista con el diario mexicano El Universal, Calderón declaró que América Latina enfrenta el dilema de "adaptarnos a mercados cada vez más rápidos y diversos, inversiones cada vez más globales, o vamos a volver a economías cerradas y centralmente planificadas, controladas por gobiernos a través de expropiaciones".
En lugar de acercarse, Calderón está alejando a México de la región, dijo a IPS el académico Hugo Rosales, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
"No es el momento de pretender dar lecciones a los gobiernos vecinos, que son además tan populares en sus países, sino de buscar una cercanía respetuosa, tal como lo prometió el mismo Calderón", apuntó el observador.
La oposición mexicana recuerda con cierta nostalgia que hasta mediados de los años 90 este país mantenía un perfil relativamente alto en América Latina, con una diplomacia que prefería alejarse de los conflictos internacionales y actuar como conciliadora e independiente, además de coquetear con algunas causas de la izquierda.
Esa situación cambió desde el mandato del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000), último de la era del Partido Revolucionario Institucional, ininterrumpida desde 1929. Zedillo y Fox tomaron posiciones de política internacional en ocasiones contrarias a las posturas de la izquierda regional.
Los analistas no se atreven aún a definir si Calderón seguirá por esa senda, si bien ya dejó expresa su opinión sobre las políticas que aplican algunos de sus vecinos.
Los observadores consideran que el progresivo distanciamiento mexicano de América Latina tiene que ver con su pertenencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, junto con Estados Unidos y Canadá, y a su dependencia comercial de esos socios.