El verano que empieza en el hemisferio Sur será tenso en el sector turístico brasileño: puede agravarse la crisis en los aeropuertos justo en el momento de mayor circulación de pasajeros.
La crisis estalló 50 días atrás por una "huelga blanca", que consiste en el cumplimiento rígido de los procedimientos por parte de los controladores de vuelo de Brasilia, sometidos a una sobrecarga de trabajo y a sospechas de responsabilidad en el choque de dos aviones, el 29 de septiembre en el espacio aéreo amazónico, en el que murieron 154 personas.
Los continuos atrasos de los vuelos en las últimas siete semanas ya están causando pérdidas para las compañías aéreas, los hoteles y otros negocios turísticos.
El flujo de huéspedes cayó "cerca de 20 por ciento, y aumentó la proporción de los que vienen en automóviles", señaló a IPS Mirela Rios, asistente de la dirección del Hotel Vela Branca, en Porto Seguro, nororiental estado de Bahía.
Esa región turística, de bellas playas aún poco pobladas, depende mucho de la aviación comercial por ubicarse muy lejos de las grandes capitales del país. Está a 1.135 kilómetros de Río de Janeiro por carretera y a 1.557 kilómetros de la sureña São Paulo.
[related_articles]
"En auto, hay turistas que vienen de Belo Horizonte y Salvador", a más de 900 y 700 kilómetros respectivamente, ejemplificó Rios.
En las fiestas de fin de año y durante todo el verano austral, Porto Seguro, uno de los principales destinos turísticos brasileños cercado de hoteles, suele recibir a muchos turistas de São Paulo, así como extranjeros, especialmente argentinos y europeos, que podrían espantarse por los atrasos, las suspensiones y los riesgos de los vuelos.
"Cualquier accidente ahora puede ser fatal para los negocios", admitió Roberto Dultra, presidente de la Organización Brasileña de Turismo Receptivo Internacional (BITO, por sus siglas en inglés).
Pero su preocupación principal es "la continuación de los atrasos", y no la posibilidad de una catástrofe remota, porque se reconoce como "buena la seguridad de vuelos en Brasil, y los controladores acentuaron sus cuidados".
Pero el sistema aeroportuario "opera en sus límites", y los atrasos en una terminal aérea, incluso en una de menor tráfico, provocan "un efecto dominó" en la trama integrada de rutas aéreas del país, observó Dultra a IPS.
En su actividad de paquetes turísticos internacionales en grupo "aún no se sintieron" pérdidas notables, pero existe mucha demanda de información sobre la situación de los aeropuertos brasileños, que refleja temores que podrían convertirse en cancelaciones colectivas si persisten los atrasos, dijo.
"Faltó planificación" para evitar la crisis, evaluó. "Hubo ingenuidad", inclusive del sector turístico, al ignorar los riesgos, especialmente en los últimos cuatro años en que el transporte aéreo creció más de 20 por ciento anual, sin que hubiera inversiones en el control de vuelos, acotó, recordando que Brasil "depende mucho del avión" por su extensión y la escasez de ferrocarriles, buenas carreteras y transporte naval.
Las tensiones y temores pueden prolongarse, porque las medidas adoptadas por el gobierno son "paliativos" y porque la formación de un controlador de vuelos exige más de dos años de entrenamiento, concluyó Dultra.
El comandante de la fuerza aérea, brigadier Luiz Carlos Bueno, anunció este miércoles 13 en audiencia pública en la Cámara de Diputados que 160 nuevos controladores de vuelo serán incorporados en 2007 y otros 160 el año siguiente.
Pero los sindicalistas apuntan un déficit de 500 de estos técnicos especializados y reclaman la desmilitarización de la actividad como medida inicial para solucionar varios problemas. De los 2.783 controladores actuales, 79,5 por ciento son militares. Todos trabajan bajo la jefatura de la aeronáutica y, por tanto, sujetos a las reglas y jerarquía del Ministerio de Defensa.
Pese al alto grado de especialización y responsabilidad que exige, la función tiene baja remuneración, con un salario inicial equivalente a 750 dólares, que sólo llega a duplicarse como máximo. Las reglas militares impiden mejores sueldos, pues los controladores tienen rango de sargento y no pueden ganar más que los oficiales.
Una auditoria del Tribunal de Cuentas, que monitorea los recursos y gastos del gobierno, atribuyó la crisis a la mala gestión y la reducción de inversiones en el control aéreo, en un informe divulgado el martes en Brasilia. En los últimos años, a causa del ajuste fiscal, nunca se aplicaron todos los recursos previstos en el presupuesto del sector.
El ministro de Defensa, Waldir Pires, negó que la falta de recursos fuera la causa de la crisis, subrayando en cambio fallas en la gestión que afectaron el "mantenimiento del sistema", con lo cual transfirió la responsabilidad a la fuerza aérea. Pero el brigadier Bueno destacó ante los diputados que los equipos electrónicos necesarios para la actividad son viejos y no fueron renovados en los últimos seis años.
De todas maneras, es evidente que el control de vuelos no ha acompañado la acelerada expansión del transporte aéreo en Brasil. El año pasado, las aeronaves transportaron más de 43 millones de pasajeros en vuelos domésticos, 17,9 por ciento más que en el año anterior. Del exterior llegaron 6,8 millones de pasajeros, en un aumento de 10,5 por ciento.
El Ministerio de Turismo prevé que este año serán 54 millones de pasajeros domésticos y 65 millones en 2007, además de la recepción de nueve millones de turistas extranjeros.
El turismo en rápido crecimiento generó 310.000 nuevos empleos este año, sumando 1,1 millones de empleados, y obteniendo ingresos de 6.300 millones de dólares.