La propia oficina auditora del Banco Mundial confirmó lo que muchos activistas contra la pobreza insisten desde hace tiempo: las políticas del organismo multilateral no han logrado reducir el número de pobres en los países que reciben sus créditos.
El Grupo Independiente de Evaluación (IEG) señaló que el Banco se había concentrado demasiado en el crecimiento económico de esas naciones y había dejado que el desempleo y la pobreza se consolidaran o se agravaran.
«El Banco ayudó a muchos países a entrar en una senda de crecimiento a través de una mejor administración económica, pero las estrategias de crecimiento no siempre son suficientes para mejorar las oportunidades de trabajo y las condiciones de vida de los pobres», señala el IEG en su estudio «Revisión anual de la efectividad en desarrollo 2006: Logrando resultados», divulgado el jueves.
El director general del IEG, Vinod Thomas, dijo que «todavía hay por delante un camino largo para reducir el número de personas que viven en la pobreza, así como la magnitud de sus privaciones».
«Un progreso discernible depende de acciones destinadas a sostener el crecimiento, así como de mejoras en la distribución de ingresos y mayores oportunidades para los pobres. El desafío es ver más números que reflejen un beneficio a los pobres», sostuvo Thomas.
El informe señala que sólo dos de cada cinco países que recibieron préstamos del organismo registraron un crecimiento continuado de su ingreso por habitante entre 2000 y 2005, y apenas uno de cada cinco desde 1995.
«Aunque el informe no llama a un cambio de curso del Banco, implícitamente reconoce el fracaso de la institución, así como del FMI (Fondo Monetario Internacional) y otros prestamistas y donantes en la contribución a una forma significativa de reducir la pobreza en el último cuarto de siglo», dijo a IPS Doug Hellinger, del independiente Grupo de Desarrollo para Políticas Alternativas.
«El lenguaje está manejado con mucho cuidado para no atacar directamente los fracasos de las ahora muy desacreditadas políticas de ajuste estructural del Consenso de Washington, causantes de pobreza, así como de la liberalización, de la privatización y de otras medidas de ajuste que todavía son requeridas en los préstamos de esas instituciones», añadió.
Hellinger destacó que el informe llama a procurar «un mejor entendimiento de la economía de los países, y particularmente de la naturaleza del crecimiento y su proyectado impacto en la distribución de los ingresos, antes de otorgar los préstamos».
Sin embargo, lamentó que «no hace ninguna mención de la necesidad de incluir a los pobres en el ‘diálogo de políticas’ que el Banco ha utilizado para controlar las economías nacionales».
El informe es particularmente crítico del modelo de distribución de ingresos que el Banco requiere en sus proyectos y préstamos. Hellinger señaló que la mala distribución amortiguó el efecto de reducción de la pobreza que debería generar el crecimiento económico en varios países.
El analista también indicó que los países con mayor crecimiento han tenido una mejor administración económica, así como mejores políticas de inclusión social.
En Madagascar, por ejemplo, el organismo multilateral se concentró en apoyar sectores con un alto potencial de crecimiento, lo que le aseguraba una relativamente rápida devolución del dinero. Sin embargo, estos sectores tenían limitado impacto en la reducción de la pobreza.
En Georgia, el Banco invirtió en el sector de transporte petrolero, el principal impulsor del crecimiento económico, pero creador de muy pocos empleos.
Thomas dijo a periodistas el jueves que la forma de reconciliar el énfasis del Banco en el crecimiento económico con la lucha contra la pobreza es trabajar en ambos asuntos al mismo tiempo.
Los activistas contra la pobreza, que durante años señalaron el «fracaso» del modelo económico promovido por el Banco Mundial y su institución hermana, el FMI, recibieron los resultados del informe como una vindicación.
Además, elogiaron al estudio por explicar cómo las economías dependientes de las exportaciones y de las privatizaciones no logran que el crecimiento económico beneficie a toda la población.
«Bolivia es un interesante ejemplo. Fue obligado a privatizar su gas natural y otros recursos en un proceso que en realidad fue un regalo a varias compañías petroleras», dijo el activista Sameer Dossani, de la Red 50 Años es Suficiente.
«¿Eso causó crecimiento? Sí, pero no benefició a las personas, y Bolivia sigue siendo el país más pobre de América del Sur», añadió en un mensaje de correo electrónico.
El informe del IEG recomendó que el Banco adoptara nuevas estrategias para promover la productividad en las áreas pobres y una mayor movilidad de los pobres hacia los sectores de altos recursos.
El estudio señala que la institución debería hacer «evaluaciones más realistas» de la economía política y de las reformas sobre gobernanza, y trabajar para garantizar un sincero apoyo político a los gobiernos locales.
«Pero lo más importante es que el Banco se haga responsable cuando establece condiciones en sus préstamos vinculadas con privatizaciones y otras medidas relacionadas que abren las economías del Sur a las compañías del Norte, que buscan recursos y mano de obra barata», dijo Hellinger.
Por su parte, las autoridades del organismo recibieron las críticas del IEG. «Aceptamos los puntos señalados al respecto. Intentamos aprender de esto», dijo el director de Políticas Económicas y Deuda del Banco, Vikram Nehru.