El primer ministro japonés Shinzo Abe afrontará en 2007 el desafío de estabilizar la economía y mejorar el vínculo con sus vecinos asiáticos.
"La popularidad de Abe está en baja en estos días, dada la ansiedad del público sobre su futuro. Debe trabajar rápidamente hacia la estabilidad, tanto en la economía como en la política exterior", dijo a IPS Akihiko Tanaka, experto en relaciones exteriores de la Universidad de Tokio.
Abe, de 52 años, es el primer ministro más joven desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Al asumir el poder de manos de Junichiro Koizumi en septiembre, prometió continuar con las reformas y también esforzarse para construir "un Japón hermoso donde las personas que trabajan duramente sean recompensadas".
"Junto con la generación endurecida que nació antes de y durante la guerra, y con los jóvenes que están ansiosos por contribuir con el pueblo y el país, me esforzaré de cuerpo y alma por crear un hermoso país, Japón, un país admirado y respetado en el mundo, un país en el que nuestros hijos pueda confiar y del que puedan enorgullecerse", declaró.
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Pero la proporción de japoneses que simpatizan con Abe se desplomó este mes: pasó de 65 a 47 por ciento de los entrevistados para la encuesta habitual de popularidad que publica Asahi, el segundo periódico de Japón.
Esta caída sobrevino luego de que el parlamento se negó a integrar los fondos públicos recaudados para la construcción de carreteras al presupuesto general del Estado, lo que mantuvo los beneficios tradicionales para las grandes empresas del sector.
Abe se había propuesto invertir en obras públicas "para el pueblo", pero los legisladores de su propio Partido Liberal Democrático terminaron cediendo a la presión de los constructores.
"Cuando su plan se enfrentó con la oposición del poderoso empresariado carretero, Abe optó por el camino más fáci: capituló ante la presión política en la primera prueba de su compromiso con las reformas", sostuvo Asahi el 13 de diciembre.
El programa de la reforma fue un paso importante para reducir la elevada deuda pública de Japón, de unos 7,7 billones de dólares, la cifra más alta entre los países ricos.
Abe acelerará el paso este año para apuntalar el alicaído apoyo del público a su gestión antes de las elecciones legislativas de julio, trabajando hacia objetivos que él describió en su libro "Hacia un país hermoso", en el que delinea políticas muy ambiciosas.
Más de 60 años después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Abe tiene la visión de un Japón dinámico, impulsado por lazos cercanos con Estados Unidos y un vínculo amistoso con el resto de Asia, que mejoraría las relaciones con China, hoy gélidas.
Japón ya dio varios pasos importantes hacia esos objetivos. El 9 de enero, la Agencia de Defensa de Japón será ascendida a ministerio, en el marco de una nueva legislación que también convertirá en su principal responsabilidad las misiones de las Fuerzas de Autodefensa en el exterior.
También se discute una reforma de la Constitución japonesa de posguerra, redactada por las fuerzas estadounidenses de ocupación, la cual cimentó el camino para que Japón fuera plenamente aceptado por la comunidad internacional.
"Las relaciones de Japón con Asia, por otro lado, requieren un enfoque muy sutil", dijo el experto en asuntos regionales Hisashi Nakamura, para quien ya han cambió el enfoque tradicional del vínculo entre este país y sus vecinos, basado sobre una gran dosis de asistencia económica.
El gran crecimiento económico de China y su correspondiente rol como centro neurálgico de Asia, y con el sudeste del continente consolidándose como formidable bloque comercial, cambia la visión de Japón como "hermano mayor" de la región, opinó Nakamura.
Abe lanzó este año el plan "Portal asiático", que tiene por objetivo el crecimiento de Asia a la par de Japón. Como parte del plan, Abe le tendió la alfombra roja al primer ministro de India, Manmohan Singh, cuyo país es visto como un socio estratégico.
Expertos señalan dos acontecimientos programados para el nuevo año que Abe puede usar para mejorar su imagen: las visitas por separado de los dos principales funcionarios de China, el primer ministro Wen Jiabao y el presidente Hu Jintao.
Pero la amenaza nuclear de Corea del Norte en Asia oriental y el secuestro de ciudadanos japoneses por parte del régimen de Kim Jong Il ponen a prueba la capacidad de Abe de persuadir a China y a Corea del Sur para que trabajen en conjunto con Japón.
En el frente interno, Abe deberá afrontar las consecuencias del programa reformista, tales como el desempleo, hoy de cuatro por ciento, y estimular las economías rurales, que luchan por sobrevivir con escasa ayuda del gobierno.
La prioridad de la agenda de Abe en enero de 2007 es la aprobación de un paquete de normas para aumentar el empleo en el sector de mediana edad y estabilizar el mercado laboral.
Algunos de los principales pasos en este programa son deducir impuestos a empresas que contraten a más mujeres y a personal de más edad, así como subsidiar la educación y la formación de jóvenes.
"Abe todavía tiene posibilidades de recuperar su popularidad el año próximo, dado que todavía es demasiado temprano para juzgar su liderazgo político", dijo Tanaka.