En un año electoral como 2006, los esquemas de integración sudamericanos soportaron crisis de diversa intensidad y con desenlaces aún imprevisibles, provocadas la mayoría por críticas dirigidas a su inoperancia.
Con 37 años de existencia, la Comunidad Andina de Naciones (CAN) resultó la más afectada. Al retiro de Venezuela, anunciado el 26 de abril pasado y que provocó reducción de personal y de actividades por la salida del mayor país aportante, se le suman declaraciones y gestos políticos de algunos de los gobiernos que permanecen: Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Uno de los principales gestos que muestran el grado del deterioro es que desde julio a la fecha no se han designado reemplazos para el secretario general, que esta vez debe ser ecuatoriano, y de dos directores nacionales, el representante peruano y el boliviano. Falta de interés y dificultades para obtener consensos serían las razones.
El mandatario boliviano Evo Morales, como presidente de la CAN, ha mantenido cautela frente a las reiteradas críticas formuladas por su par venezolano Hugo Chávez, quien incluso lo ha instado a retirarse de la organización porque «ya está muerta y el TLC (Tratado de Libre Comercio de Perú y Colombia) con Estados Unidos la mató».
Sin embargo, el canciller boliviano David Choquehuanca ha anunciado que a partir de enero de 2007, su país intentará ingresar como miembro pleno al Mercosur (Mercado Común del Sur). Aunque el ministro se ha apurado a señalar que eso no significaba la salida de la CAN, queda por ver cómo se conjuga la pertenencia a dos esquemas de integración.
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El presidente electo de Ecuador, Rafael Correa, ha lanzado críticas «in crescendo» a la CAN.
Aunque en la boliviana ciudad de Cochabamba, durante la cita de mandatarios sudamericanos celebrada a principios de diciembre, se unió a Morales para pedir el retorno de Venezuela al bloque, las posiciones de Correa se han endurecido hasta el punto de plantear que Ecuador revisaría su permanencia en la CAN y, si al cabo de un año no logra resultados, «nos vamos todos».
«Cuántos años, cuántas décadas tiene la CAN y cuánto hemos avanzado. Lo que estamos alimentando es una burocracia en Lima, grande, con rimbombantes declaraciones que no sirven para nada», dijo Correa en una rueda de prensa realizada el 22 de este mes luego de estar de visita en Venezuela donde se reunió con Chávez.
El Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) tampoco salió bien librado en 2006.
A los problemas entre los dos socios rioplatenses, Argentina y Uruguay, por la instalación de la industria papelera en un río fronterizo, se suman los reclamos públicos del último y de Paraguay por ser ignorados a la hora de las decisiones, y los ácidos comentarios de Chávez sobre la ineficacia de ese esquema, al que su país, sin embargo, acaba de ingresar.
Incluso Morales ha deslizado a fines de diciembre la posibilidad de crear junto con Venezuela y Ecuador un nuevo bloque de integración que sirva a los pueblos.
EL FACTOR CHAVEZ
IPS interrogó sobre las perspectivas de la integración al analista político Carlos Urrutia, embajador de Perú en Venezuela en el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) y bajo cuya gestión las relaciones entre los dos países llegaron a un máximo punto de deterioro que provocó el retiro de representantes.
Para Urrutia «existe una crisis grave, producto de la inestabilidad, al que se adiciona el factor Chávez. Hay crisis en el Mercosur, en la CAN y en la Comunidad Sudamericana, que está congelada», opinó.
«Un primer diagnóstico es que existe una crisis de integración regional y que los países están buscando estrategias individuales que los favorezcan», dijo.
«Se está redibujando el mapa político de América Latina, pero los actores principales culminaron en diciembre todos los procesos electorales internos, por lo que recién empezarán a operar en temas de integración en el 2007, y van camino a una reconstitución de sus alianzas y entendimientos», estimó.
«En la CAN se va Chávez, ingresa Chile y ya es otra CAN. En el Mercosur ingresa Venezuela y se agitan conflictos internos y también es otro Mercosur», abundó.
«Se configura un escenario de alianzas totalmente diferente en la que los intercambios comerciales son más fuertes que las coincidencias políticas», señaló.
Urrutia citó como ejemplos a Argentina y Venezuela, que tienen una vinculación importante porque hacen buenos negocios más que por tener ambos gobiernos de izquierda. No ocurre lo mismo entre Argentina y Bolivia, pese a ser ideológicamente compatibles, aseguró.
Urrutia cree que el liderazgo brasileño también está en crisis porque, en su segundo mandato que se iniciará el lunes 1 de enero, Luiz Inácio Lula da Silva no será el que era, pues el gran empresariado de su país le ha impuesto condiciones.
«Un ejemplo es que tuvo que tomar distancia de Morales por imperativos de su empresariado, que es poderoso», agregó.
La radicalización hacia la izquierda bajo el impulso y liderazgo de Chávez ha tenido éxitos y fracasos. Los fallidos candidatos presidenciales «Ollanta Humala (en Perú), Andrés López Obrador (en México) e incluso el propio Correa, que tuvo que alejarse de Chávez para ganar las elecciones en Ecuador, muestran claramente que la tendencia no es lineal», aseguró.
«Álvaro Uribe ganó (la reelección en Colombia) y Toledo salió bien del gobierno con pleno respaldo de Bush y la derecha continental», agregó.
A su juicio, «el destino de esta izquierda sudamericana es que se abra al centro. Gana con el voto de los sectores populares, pero luego se abre al centro para poder negociar con su derecha y para ganar gobernabilidad. La izquierda sudamericana, por ello, será cada vez más centrista», sentenció.
PERÚ NO ES LA EXCEPCIÓN
Para Juan Mariátegui, analista internacional y actual representante al Parlamento Andino por el Partido Nacionalista de Humala, el presidente peruano Alan García privilegia las relaciones con Estados Unidos y Chile, en desmedro de la integración andina y sudamericana.
«Con ello, García ha dado la espalda al idealismo del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), que postuló el indoamericanismo, el programa máximo de 1924, y la trayectoria integracionista latinoamericana de sus líderes históricos, como Andrés Townsend», indicó.
Mariátegui centra su acusación en hechos vividos en carne propia. Según tratados internacionales y la legislación nacional, los parlamentarios andinos tienen igualdad jurídica con sus pares nacionales, sostiene. Sin embargo, en Perú carecen de oficina, presupuesto, personal y condiciones mínimas para desarrollar sus labores.
Esta falta, que considera arbitraria y caprichosa, ha desembocado en un arreglo extraño que tendrá lugar en el Presupuesto de la Nación de 2007. Mientras el Congreso legislativo seguirá pagando los salarios de los cinco parlamentarios andinos —elegidos por primera vez en forma directa este año—, sus gastos operativos serán cargados al pliego de relaciones exteriores.
Esto no ocurre con los parlamentarios andinos de Ecuador, Bolivia y Colombia, que están incluidos con sus equipos de trabajo y sus gastos operativos en los pliegos presupuestales de sus respectivos congresos nacionales.
LULA COMO PUENTE Y EUROPA COMO IMÁN
Anel Townsend, ex parlamentaria peruana y actual integrante del Consejo Consultivo del Parlamento Latinoamericano, considera que la confrontación debería motivar a los gobiernos «a hacer esfuerzos por promover mecanismos de integración en temas eje como medio ambiente, o las metas del milenio».
Pese a la tendencia a extremar posiciones, desligar y desintegrar grupos para fortalecer otros, debido fundamentalmente a la relación que se tenga con Estados Unidos, la discusión con la Unión Europea (UE), que ha hecho hincapié en que negociará sólo de bloque a bloque, ejercerá una fuerza centrípeta para países de la CAN, como Bolivia y Ecuador, que necesitan vincularse al mercado europeo, opinó Townsend.
«Es más lo que pierden que lo que ganan si se alejan de la CAN», asegura.
Iniciativas como la Carretera Transoceánica que ejecutan Perú y Brasil son modelos de «anclas» que podrían preservar los bloques de integración, dijo.
La Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) es otro ejemplo para avanzar en proyectos conjuntos.
«A Brasil, sin dudas, le corresponde el liderazgo de Comunidad Sudamericana, y Lula es un puente de diálogo y acercamiento entre países, en tiempos que apuntan más bien a las diásporas y confrontaciones», remarcó.
Townsend estimó que la oposición venezolana, por ejemplo, debería tomar la integración como una de sus banderas, para «enfrentar los estilos egocéntricos que se practican en gobiernos como el de Venezuela y el de Perú», finalizó.
* La autora es periodista peruana. Ha dirigido tres medios de comunicación en su país y en 1998 recibió el premio Coraje en Periodismo que otorga la International Women Media Foundation. Actualmente es consultora en comunicaciones para la región andina.