La incertidumbre sobre la salud y el retorno al poder del presidente de Cuba, Fidel Castro, se acentúa tras el desfile militar por el 50 aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que cerró los festejos por su cumpleaños 80.
"Ni sé qué decir", fue la reacción de un cubano de 56 años que siguió el desfile desde su casa, por televisión. "Aún no está bien, si no habría estado ahí", dijo en tanto una mujer de 37 años, que pone ahora sus esperanzas de que Castro aparezca en la sesión ordinaria que el parlamento realiza cada año a finales de diciembre.
"Se decía de todo. Que si pasaría en un jeep o estaría en la tribuna sentado o pondrían un video gigante y desde ahí le hablaría al pueblo. Pero nada. Nos quedamos igual que antes", afirmó otro habanero, de 42 años, seguro de vivir "un momento definitorio para el país".
Presidido por el ministro de Defensa y gobernante interino Raúl Castro, el desfile de este sábado era esperado con ansias por seguidores, amigos y también enemigos del mandatario que suponían aparecería nuevamente en público cuatro meses después de una cirugía que lo apartó de sus funciones por primera vez desde 1959.
La fecha había sido señalada por el propio Castro para la celebración de su cumpleaños, aplazado desde el 13 de agosto, en el mensaje sobre su salud que firmó el 31 de julio, cuando traspasó a su hermano Raúl sus responsabilidades como presidente, secretario del Partido Comunista y comandante en jefe del Ejército.
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"Viva Fidel", repetían este sábado unas 300.000 personas que participaron en una marcha que, como colofón del desfile militar, pretendió demostrar el vínculo entre la población, las Fuerzas Armadas y el gobernante y único Partido Comunista. "80 años y más", se leía en las pancartas.
"Pueblo, partido, ejército, arma fundamental de nuestra Revolución ( ) esto no se detiene compatriotas", era uno de los mensajes leídos por el narrador de la televisión nacional durante la transmisión realizada en vivo desde la Plaza de la Revolución, en el mismo corazón de La Habana.
El desfile fue presenciado por unos 2.000 invitados cubanos y extranjeros, entre ellos los mandatarios Evo Morales, de Bolivia, y René Preval, de Haití, y el presidente electo de Nicaragua, Daniel Ortega. También asistieron los participantes de los festejos por el 80 cumpleaños de Castro, entre ellos el escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Un coloquio teórico, exposiciones de artes plásticas y conciertos se sucedieron en los últimos días organizados por la fundación encargada de velar por el legado del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Este sábado fue recibido con fuegos artificiales, lanzados desde el faro que alumbra la entrada de la bahía habanera.
"Estamos convencidos de que la salida a los acuciantes conflictos que enfrenta la humanidad no está en las guerras, sino en las soluciones políticas", aseguró el ministro de Defensa cubano en el discurso pronunciado antes del inicio de la revista militar y la marcha del "pueblo combatiente".
Castro reafirmó la concepción estratégica cubana de la "guerra de todo el pueblo" que, a través de la cohesión entre tropas regulares y milicias populares, debe garantizar la invulnerabilidad militar. "Este tipo de guerra popular, como ya se ha demostrado de modo reiterado en la historia contemporánea, es sencillamente imbatible", afirmó.
El presidente interino reiteró la disposición de Cuba a "resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo" con Estados Unidos, siempre que se acepte la condición cubana de no tolerar "sombras a su independencia y sobre la base de los principios de igualdad, reciprocidad, no injerencia y respeto mutuo".
Al mismo tiempo, Raúl Castro destacó que "a los ojos de todo el mundo, la llamada cruzada contra el terrorismo", emprendida por el presidente estadounidense George W. Bush tras los ataques a Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, "se encamina inexorablemente a una derrota humillante".
Como lo ha hecho su hermano en reiteradas ocasiones, Raúl Castro confió en la capacidad del pueblo estadounidense para, "al igual que hizo en Vietnam", poner "fin a estas guerras injustas y criminales".
"Esperamos que las autoridades de los Estados Unidos aprendan la lección de que la guerra no es la solución a los crecientes problemas del planeta" y que "el poder basado en la intimidación y el terror no pasará nunca de ser una ilusión efímera, y sus terribles consecuencias para los pueblos, incluyendo el norteamericano (estadounidense), están a la vista", dijo.
En tanto, la opositora Corriente Socialista Democrática Cubana aprovechó la oportunidad para informar que el 30 de noviembre entregó a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana una comunicación solicitando al Congreso legislativo de ese país un cambio en la política hacia La Habana, incluida la "activación de mecanismos de diálogo".
Observadores cubanos estimaron que más que una prueba de poder militar, característico de cualquier desfile de este tipo, las autoridades de este país isleño parecieron enviar un mensaje de paz, pero sustentado en su decisión de fortalecer su capacidad defensiva contra cualquier amenaza externa.
Aunque el nombre de Fidel Castro fue mencionado en varias ocasiones durante el discurso, el presidente interino no hizo referencias a las expectativas creadas ante su posible aparición, ni leyó un mensaje del comandante a la población, ni lamentó su ausencia.
"Volverá a estar entre nosotros, seguirá conduciéndonos", afirmó el vicepresidente Carlos Lage el viernes en la clausura del coloquio "Memoria y futuro: Cuba y Fidel", organizado por la Fundación Guayasamín como parte de los festejos.
Lage aseguró que en el régimen no habrá "sucesión" sino "continuidad" y complementó mensajes similares enviados en los últimos días por el canciller Felipe Pérez Roque, el comandante de la Revolución, Ramiro Valdés, y el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón.
"No sería posible otro Fidel ( ) Nadie lo imitará, muchos los seguiremos. No habrá división entre los revolucionarios cubanos. Ya la hubo en nuestras luchas por la independencia y aprendimos la lección. No habrá ambiciones, egoísmos, vanidades. No lo permitiremos. Tenemos un partido", aseguró el vicepresidente.