Una delegación bipartidista de Estados Unidos favorable al cambio de política de ese país hacia Cuba comenzó este viernes en la capital de la isla sus contactos de acercamiento con el gobierno y sectores de la sociedad.
La visita, que se prolongará hasta este domingo, es observada con especial expectativa por cuanto se produce mientras el presidente de Cuba, Fidel Castro, convalece de una operación intestinal y es reemplazado de manera provisional por su hermano Raúl Castro.
Además, la misión integrada por 10 congresistas, del gobernante Partidos Republicano y del opositor Demócrata, es la mayor que haya llegado a este país en más de cuatro décadas de fuerte enfrentamiento y ausencia de vínculos diplomáticos entre Washington y La Habana.
En sus primeras declaraciones tras llegar a la urbe habanera, el demócrata William Delahunt y el republicano Jeff Flake consideraron que entre las dos naciones puede haber puntos de acuerdo, a pesar de las diferencias.
"Nuestro interés es que haya más diálogo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos", indicó Flake, quien espera que este viaje ayude a ese objetivo y a "un nuevo capítulo en las relaciones".
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Tras recordar que el Congreso estadounidense estará a partir de enero bajo "un liderazgo diferente (demócrata)", Delahunt dijo, a su vez, que hay sectores de los dos partidos deseosos de involucrarse en el diálogo.
En ese sentido, consideró posible determinar áreas en las que "podemos estar de acuerdo, a pesar del hecho de que continuaremos teniendo, estoy seguro, profundas diferencias con el gobierno de Cuba".
Los congresistas iniciaron su agenda con una visita a Alimport, la empresa estatal cubana que monopoliza las compras de alimentos a Estados Unidos, permitidas por disposiciones legales de 2000, que son una excepción al embargo comercial.
También se prevé un encuentro con el cardenal católico Jaime Ortega y entrevistas con el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), Ricardo Alarcón, el canciller Felipe Pérez Roque, la ministra de la Industria Básica, Yadira García Vera, y el ministro presidente del Banco Central, Francisco Soberón.
Según medios allegados a la delegación, la idea de los visitantes estadounidenses es hacer un análisis de la situación y establecer contactos con funcionarios clave del gobierno. Sin embargo, el programa no contemplaría, aunque no por ello se descarta, un encuentro con Rául Castro.
El pasado 2 de diciembre, el mandatario interino dijo en un discurso que su país opta por las soluciones políticas de los conflictos y se manifestó dispuesto a resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo con Estados Unidos.
"Claro está, siempre que acepten, como ya dijimos en otra ocasión, nuestra condición de país que no tolera sombras a su independencia y sobre la base de los principios de igualdad, reciprocidad, no injerencia y respeto mutuo", advirtió.
Las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba están interrumpidas desde 1961, aunque desde 1977 mantienen abiertas en sus respectivas capitales sendas Oficinas de Intereses encargadas fundamentalmente de atender asuntos migratorios.
Según Raúl Castro, el gobierno cubano está dispuesto a esperar pacientemente el momento en que se imponga el sentido común en la conducta de los círculos de poder en Washington.
La delegación bipartidista se completa con los congresistas demócratas James P. McGovern, Jane Harman, Gregoy Meeks, Lincoln Davis e Hilda Solis y los republicanos Jo Ann Emerson, Jerry Moran y Mike Conaway.
Todos integran el llamado Grupo de Trabajo sobre Cuba, creado hace dos años por Delahunt y Flake, con el objetivo de cambiar o reconfigurar las relaciones bilaterales, enfocándose particularmente en los viajes.
En tanto, sectores de oposición consultados por IPS dijeron que hasta este viernes no habían sido invitados a reunirse con los representantes estadounidenses, un tema que los dos legisladores líderes prefirieron obviar en su breve contacto con periodistas de la prensa extranjera acreditada en este país.
"Ellos esperan ser recibidos a un nivel muy alto y de eso depende un encuentro con nosotros", señaló Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Para Manuel Cuesta Morúa, portavoz de la coalición de corte socialdemócrata Arco Progresista, lo más importante es apreciar "una respuesta rápida de parte de la clase política estadounidense a la invitación del gobierno cubano a una mesa de diálogo".
"Es, además, un paso interesante hacia el posible deshielo de las tensas relaciones cubano-estadounidenses", añadió este dirigente opositor, quien consideró que a "corto plazo podría haber flexibilización en materia de viajes y remesas, pero no en cuanto al embargo". En este último aspecto coincidió con el también opositor Eloy Gutiérrez Menoyo, de la organización Cambio Cubano, creada durante su exilio en Miami en los años 90.
"Pero bajo el gobierno (estadounidense) de George W. Bush la vía de la confrontación va a continuar y eso no contribuye a la democratización de Cuba", sostuvo Gutiérrez Menoyo, quien espera aún autorización legal para vivir en su país caribeño, al cual regresó en 2003 desde Estados Unidos.