El recuerdo de la Revolución Naranja, que llevó al prooccidental Viktor Yushchenko a la presidencia de Ucrania, se desvanece lentamente: la política exterior del país se acerca a Rusia, aunque sin desatender, por ahora, sus aspiraciones anteriores.
Dos gabinetes "naranja" de corta vida no lograron superar las disputas internas. Mientras, el proruso Partido de las Regiones avanzó varias casillas al ganar las elecciones parlamentarias de marzo ante los partidos "naranja", incluido el de Yuschenko, Nuestra Ucrania.
El color naranja ha quedado asociado con los partidos que apoyan la democracia al estilo occidental.
Llevó varios meses de negociaciones formar un gabinete, pero Viktor Yanukovich, líder del Partido de las Regiones y primer ministro antes de la Revolución Naranja de 2004, volvió a su antiguo cargo al mando de una "coalición de unidad nacional" con socialistas, comunistas y, sorprendentemente, Nuestra Ucrania.
Ahora Yanukovich es aún más poderoso que en su anterior periodo al frente del gobierno, dado que la última reforma constitucional aumentó el poder del primer ministro a expensas del presidencial.
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La nueva posición del primer ministro le permitió modelar la política exterior de acuerdo con la plataforma de su partido, no sin equilibrar las expectativas tanto de socios occidentales como de Rusia en esta república ex soviética de 50 millones de habitantes.
Las relaciones con Rusia revivieron, y los intercambios de visitas de altos funcionarios dan testimonio del renovado vínculo. Pero esto molesta a la mayoría de los liberales, que pretenden un acercamiento a la occidental Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y una ruptura de la tradicional dependencia respecto de Moscú.
Quienes votaron naranja "consideran que el nuevo gobierno abandona los intereses nacionales de Ucrania en favor de Rusia, bloqueando la integración europea del país", dijo a IPS Natalya Shapovalova, analista de política exterior del Centro Internacional para los Estudios Políticos, con sede en Kiev.
El primer ministro Yanukovich insistió en que todavía está comprometido con la incorporación a la Unión Europea, frenó las gestiones del anterior gobierno para unirse a la OTAN.
"Ucrania está demorando su integración en la OTAN, e incluso podría esperarse que el gobierno fuerce un referéndum", dijo Shapovalova. La alianza atlántica es impopular entre la mayoría de los ucranianos y un referéndum acabaría con las aspiraciones de los prooccidentales.
Aunque concedió que Ucrania será "menos activa en asuntos que podrían molestar a Rusia", Shapovalova negó que un acercamiento entre Ucrania y Rusia perjudique las relaciones entre Ucrania y la Unión Europea y la voluntad de Kiev de concretar la reforma.
"Ucrania seguirá siendo un país democrático y continuará con reformas internas, aunque tal vez no tan rápido como nos gustaría", señaló.
El presidente Yushchenko ha buscado insistentemente el reconocimiento de Ucrania por parte de la Unión Europea, pero Bruselas adoptó una posición cauta mientras analiza con atención los acontecimientos dentro del país.
A fines de octubre, la Unión Europea anunció que planeaba iniciar negociaciones para acordar un área de libre comercio con Ucrania. Las conversaciones se demoraron porque este país no aprobó leyes necesarias para unirse a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La Unión Europea también ofreció un régimen simplificado de visas para los ciudadanos ucranianos, un primer paso hacia el régimen libre que Ucrania quiere alcanzar.
Pero sin perspectivas claras para la integración en la Unión Europea, la nueva situación le dio a Ucrania la oportunidad de abordar algunos puntos delicados de su relación con Rusia.
Kíev se las arregló para asegurarse los precios más bajos para el gas natural ruso en Europa, fijados en 130 dólares por 1.000 metros cúbicos, un acuerdo bienvenido por la Unión Europea que, como Ucrania, depende mucho del gas ruso.
Esto está en agudo contraste con los dos años anteriores de hostilidades entre los dos vecinos en torno a cuestiones comerciales y energéticas, que el invierno boreal pasado amenazaban con dejar a Ucrania sin gas.
Pero los críticos insisten en que bajo el nuevo acuerdo Ucrania continuará transfiriendo el control de su mercado de gas a Rusia, si bien las tarifas del gas ruso en este país son fijas y particularmente bajas.
En el pasado, unos pocos países vecinos, incluida Ucrania, acusaron a Rusia de presionarlos económicamente para influir en su política exterior.
El nuevo precio supera los 95 dólares por 1.000 metros cúbicos cobrados en 2006, pero el aumento es bastante insignificante comparado con las subas registradas en otros países de Europa oriental, especialmente en países que se enfrentaron con Rusia por cuestiones de política exterior.
Rusia insiste en que solamente ha acompasado sus precios con el mercado.
En el terreno militar, el distanciamiento de Ucrania respecto de Occidente aparejó una cooperación más cercana con Rusia, mientras el actual gobierno muestra voluntad de extender el acuerdo sobre el emplazamiento de la Flota Rusa del Mar Negro en Crimea.
Según un acuerdo bilateral vigente entre Moscú y Kiev, Rusia tiene permitido mantener su flota naval en aguas ucranianas hasta 2017.
A Ucrania le corresponden 98 millones de dólares por cada año que la flota rusa esté destacada en Crimea, pero varias voces sugieren que la soberanía de Kiev no debería tener precio.
Quienes apoyan al presidente Yushchenko sostienen que la base no es tan beneficiosa económicamente como se alegaba, insistiendo en que Rusia debería irse en 2017, mientras que Yanukovich se muestra entusiasmado con extender el acuerdo.
Mientras, la amistad del gobierno ucraniano fue correspondida por el presidente ruso Vladimir Putin, quien aseguró que la flota de su país siempre estaría pronta para "defender" a su vecina de una posible interferencia extranjera.(FIN/IPS/traen-js-mj/zd-ss/ip if nr/06)