Los periodistas se han mantenido horas y horas frente a la residencia del primer ministro de Nepal desde el lunes de mañana, donde el gobierno negocia un acuerdo con los ex insurgentes maoístas.
Al mismo tiempo, mantienen vigilia en el mismo lugar dirigentes de la sociedad civil, para quienes un avance implicará sólo el comienzo de una dura tarea.
"El manejo de las armas no es un desafío tan importante como el manejo social", dijo el líder indígena Malla K. Sundar. "Los políticos tendrán muchos desafíos. ¿Cómo, por ejemplo, reformarán el Estado?"
Cientos de miles de nepaleses de todos los ámbitos de actividad se unieron en las calles en abril contra el régimen autocrático del rey Gyanendra.
La mayoría de los que participaban en las protestas compartían con los maoístas el deseo de reformar esta sociedad patriarcal y tradicionalista en una nación donde las mujeres, las minorías étnicas y otros sectores desfavorecidos lograran un trato justo.
Los maoístas y una alianza integrada por los siete grandes partidos políticos nepaleses acordaron hace un año que, tras el paso al costado del rey, se dedicarían a elaborar una constitución temporaria que sirviera de marco a un gobierno interino, a cargo de convocar elecciones a una asamblea constituyente.
Poco después de que el rey Gyanendra restableciera el parlamento, fórmulas como "democracia inclusiva" y "república federal" comenzaron a hacerse más y más frecuentes.
Pero en los últimos meses, el público se ha concentrado en la consolidación del acuerdo entre los ex insurgentes maoístas y el gobierno interino. Ambos declararon el cese del fuego después de que el monarca dio un paso al costado.
Unas 14.000 personas murieron en 10 años de combates entre las fuerzas de seguridad y las milicias insurgentes, que llegaron a controlar la mayor parte de las áreas rurales nepalesas. Muchas más sufrieron heridas o se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Un millar de personas están desaparecidas.
Un acuerdo que imponga el desarme de los maoístas ha sido "inminente" durante más de un mes. Cómo entregar las armas, dónde depositarlas y qué hacer con lamonarquía son las interrogantes cuya falta de respuesta retrasa el apretón de manos entre el primer ministro Girija Koirala y el líder maoísta Prachanda.
El lunes temprano parecían acabar los desacuerdos. Las armas se instalarían en depósitos en varios campamentos en los que pasarían a residir los insurgentes maoístas. Los comandantes tendrían la llave y habría un sistema de vigilancia directamente conectado con la oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por otra parte, la primera sesión de la Asamblea Constituyente tendría la misión de decidir el futuro de la monarquía. Todos esos datos surgían de "fuentes internas" de la negociación.
Pero otros informes indicaron luego que por lo menos uno de los siete partidos de la alianza insistía en celebrar un referéndum para decidir el futuro de la monarquía, mientras otros partidos aprovechaban las discrepancias para regatear nuevos cargos en el gabinete del gobierno interino.
"El país quiere oir buenas noticias. La prioridad debería ser garantizar las libertades fundamentales, los derechos humanos y la justicia social", dijo Krishna Pahadi, del Movimiento Ciudadano para la Democracia y la Paz, apostado frente a la residencia del primer ministro.
Una monarquía de corte ceremonial no debería ni siquiera ser considerada, sostuvo Pahadi. "La monarquía es la fuente de la anarquía en Nepal. Una ceremonial sería tan mala como el panchayat", dijo Pahadi, en referencia a las tibias reformas del sistema político antes del movimiento popular que impuso la democracia en los años 90.
Mientras la atención de la elite de Katmandú se ha concentrado en las conversaciones de paz, el público en general —en especial los que viven en los barrios alejados— se han visto obligados a albergar en sus casas a insurgentes maoístas que se preparan para una reunión masiva que comenzará este miércoles.
"Nos pidieron que alimentáramos a 10 guerrilleros y que les diéramos techo tres días", dijo un hombre al diario Himalayan Times. Otros, incluso, dijeron que los maoístas les amenazaron cuando vacilaron en darles albergue.
Prachanda, amnistiado cuando el gobierno interino cuando anuló su declaración de "organización terrorista", será el principal orador de la conferencia.
En los últimos meses, los insurgentes aceleraron su recaudación de "donaciones" a ciudadanos comunes y empresarios, con el argumento de que necesitaban efectivo para alimentar a sus cuadros.
También continuaron "arrestando" a diversas personas por supuestos "delitos" y obstaculizando el trabajo de agencias de asistencia al desarrollo, a pesar de que en el cese del fuego acordaron suspender esas actividades.
Dirigentes indígenas advierten que, si bien apoyan muchos de los objetivos del maoísmo, rechazan los métodos de la insurgencia. (FIN/IPS/traen-mj/mdl/rdr/ap ip hd/06)