El flamante primer ministro de Japón, Shinzo Abe, debe prestar más atención a sus vecinos asiáticos luego de más de 60 decenios de estrecha alianza de seguridad con Estados Unidos, advierten expertos.
Según el experto en seguridad internacional Koji Murata, Tokio debe superar el "fiasco" del antecesor de Abe, Junichiro Koizumi, en sus visitas al santuario de Yasukuni, en el que se rinden honores a héroes de la Segunda Guerra Mundial (1938-1945).
La alusión de Murata, de la Universidad Doshisha, de Kyoto, se refiere al hecho de que en Yasukuni están sepultados militares acusados de crímenes de guerra durante la ocupación de países asiáticos como Corea y China en los años 30 y 40.
La dimensión del fiasco quedó patente cuando en 2005, Japón, junto con Alemania, Brasil e India, trató de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, recordó el experto en un seminario organizado este mes por la Fundación Sasakawa para la Paz en Washington.
"Once países europeos apoyaron a Alemania, incluida Francia. Pero en Asia, sólo tres países respaldaron a Japón: Bután, Maldivas y Afganistán", indicó Murata.
Ningún país del área Asia-Pacífico ni del sudeste asiático apoyó a Japón.
Pero el viaje de Abe a Seúl y Beijing, apenas asumió el cargo, reflejó su intención de mejorar el vínculo con el resto de Asia.
Según Murata, el primer ministro quería viajar primero a Washington, pero las elecciones legislativas de principios de mes en este país preocuparon al gobierno de Bush.
La segunda opción era Nueva Delhi, pero Koizumi ya había viajado allí, y el primer ministro indio Manmohan Singh tiene previsto viajar a Japón antes de fin de año. La tercera opción, Tailandia, quedó descartada por el golpe de Estado militar del 19 de septiembre.
La visita a Beijing, en especial, será muy importante para redefinir las relaciones sinojaponesas.
Abe, quien asumió el cargo de primer ministro en septimebre, adoptó una "estrategia de ambigüedad" respecto de Yasukuni, arguyó Murata. Aún no asumió una postura comprometida como para construir otro santuario, abierto a todas las religiones, para honrar a todas las víctimas de la Segunda Guerra Mundial.
Los japoneses que están a favor de las visitas a Yasukuni están muy preocupados por lo que consideran una intervención de China en sus asuntos internos.
Si Beijing mantiene silencio al respecto, entonces "muchos de los que solían aplaudir las visitas de Koizumi al santuario perderán interés en el asunto. Si las dos partes se quedan en silencio, entonces podremos hallar algún tipo de acuerdo", al menos en el ámbito diplomático.
Los vínculos en la región estuvieron plagados de problemas históricos, como el contenido de los libros de texto japoneses acerca de la guerra y la explotación de esclavas sexuales por parte del ejército imperial japonés ocupante en países asiáticos.
Pero la región de Asia-Pacífico experimentó un cambio fundamental en cuanto a su seguridad, según Wu Xinbo, investigador del estadounidense Instituto para la Paz y vicerrector de la Universidad Fudan de Shanghai.
"El simple hecho de que se reúnan seis países para tratar el programa nuclear de Corea del Norte es un nuevo fenómeno que no se había visto en estos 10 años, desde que surgió la primera crisis" al respecto, indicó Wu.
En esas reuniones participan China, las dos coreas, Estados Unidos, Japón y Rusia.
En tanto, una mayor interdependencia económica entre China y Japón "explica por qué Beijing respondió tan rápido a los llamados del primer ministro japonés por rediseñar mejor las relaciones", sostuvo Wu.
Pero para Balbina Hwang, de la Universidad de Georgetown, la interdependencia no es tal.
China se volvió un socio comercial clave para Corea del Sur y Japón y el turismo creció entre los tres países, pero la mayor interacción no generó interdependencia ni el surgimiento de una identidad común, arguyó.
"Sólo cuando una región puede comenzar a desarrollar una identidad común la cooperación trae seguridad", opinó.
El renovado interés de Japón hacia los asuntos de Asia se equilibra con un interés similar por mantener sus relaciones con Estados Unidos en materia de seguridad, sostuvo Murata.
La opinión general es que el anterior primer ministro acortó la distancia con Washington.
"En los dos primeros años de su mandato, Koizumi se anotó varios puntos en la relación bilateral", señaló. "Esos años fueron exitosos, en especial, porque fue una época de crisis, terrorismo y guerra. Koizumi fue el líder indicado para una época de crisis."
El entonces primer ministro actuó rápido para que se aprobaran medidas antiterroristas y obtuvo el apoyo necesario para enviar a las Fuerzas de Autodefensa de Japón a Iraq.
Pero en los últimos tres años, o más, Koizumi cometió muchos errores, indicó Murata. No pudo explicarle a los japoneses que era seguro importar carne de Estados Unidos ni mostró voluntad ni liderazgo en la transformación de las tropas de este país en el suyo.
Abe heredó ese comportamiento ambiguo.
Ahora también debe negociar con un nutrido sector del público japonés para el cual la inestabilidad en Medio Oriente es un problema lejano y que muestra preocupación por "quedar atrapados en una estrategia global de Estados Unidos que puede resultar peligrosa para Japón", según Murata.
Al mismo tiempo, se preocupa porque "Estados Unidos no pueda ayudar a Japón si llegara a necesitarlo realmente", añadió.
Abe tendrá que negociar en medio de los temores de abandono de los japoneses.
El programa nuclear norcoreano es otro argumento para mantener los fuertes lazos con Estados Unidos en materia de seguridad.
Japón aprovechó cuando ocupó la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad en octubre para presionar por la imposición de sanciones económicas, propuestas por Estados Unidos, contra Corea del Norte e instauró algunas de carácter bilaterales contra ese país.
"Las dos son buenas decisiones. Pero no creo que las sanciones económicas tengan un efecto rápido. Lleva un tiempo que surtan efecto. A medida que pasa el tiempo puede crecer cada vez más la frustración en los japoneses", arguyó Murata.
Ese sentimiento puede traducirse en una disminución de la popularidad de Abe, quien actualmente tiene un alto porcentaje de aprobación que llega a 70 por ciento de los entrevistados.
Al final, Abe necesita una sólida alianza con Estados Unidos para hacer frente al "claro peligro actual" que representa Corea del Norte, insistió Murata.
Koizumi no pudo equilibrar la balanza y establecer mejores relaciones con el resto de Asia. Ahora Abe señaló su compromiso con esta tarea.
Pero encontrar el equilibrio adecuado no será fácil.
"¿Japón seguirá atado a su alianza con Estados Unidos para resolver sus asuntos de seguridad?", se preguntó Wu Xinbo.
"¿O será más abierto, buscará una mayor cooperación con sus vecinos y jugará un papel más positivo en la construcción de mecanismos de seguridad regional? Eso será bienvenido desde la perspectiva regional y merece un mayor debate en Japón", concluyó.