Al igual que ocurrió en Argentina y Brasil, el gobierno uruguayo recoge elogios y críticas a diestra y siniestra tras su anuncio de que el martes próximo cancelará su deuda con el FMI. Para unos, la decisión refleja fortaleza económica y gana soberanía y, para otros, es sólo un espurio mensaje político.
Con el pago anticipado de la deuda mediante fondos obtenidos en el mercado de bonos soberanos y con un porcentaje menor de reservas, además de la cancelación del programa por tres años firmado en 2005 con el FMI (Fondo Monetario Internacional), se recupera autonomía de decisión política, se apuró a explicar el ministro de Economía, Danilo Astori.
El anuncio de la cancelación con el producto de la emisión de títulos a mayor plazo e intereses más bajos y el canje de otros con vencimiento más cercano, fue valorado como positivo por expertos, como Jaime Yaffé, quien señaló a IPS que le da "aire financiero al país con la reestructura de su deuda", que ronda los 13.000 millones de dólares y equivale a 80 por ciento del producto interno bruto.
Los aplausos también llegaron desde el propio director gerente de FMI, el español Rodrigo Rato, para quien la cancelación demuestra "la rápida recuperación de la economía uruguaya y el restablecimiento de su acceso a los mercados de capitales" tras el colapso de 2002. Aprovechó para dejar sentada la ayuda prestada por el organismo multilateral.
El gobierno de Tabaré Vázquez recibió el lógico apoyo de su coalición izquierdista Frente Amplio, pero algunos de sus sectores lo condicionaron a que se atienda la "deuda social" con el ahorro de intereses.
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Más tajantes fueron dirigentes de la central única sindical (PIT-CNT), de tendencia ideológica afín al gobierno, que marcó "el origen dudoso" de parte de la deuda, que se arrastra de décadas, y reclamó que esos recursos se emplearan en áreas económicas deprimidas.
Tampoco ahorró críticas la oposición. "Es sólo un mensaje político para contentar a los sectores propios, pues tiene un efecto neutral en la economía del país", dijo a IPS el contador Washington Ribeiro, principal asesor en la materia del senador Jorge Larrañaga, quien perdiera la presidencia ante Vázquez en 2004.
El propio Larrañaga, que preside el centroderechista Partido Nacional o blanco, la mayor fuerza opositora, cuestionó la medida por entender que era contradictoria con el discurso tradicional de la izquierda. "Siempre postularon no pagar al FMI y ahora, con el cuento de que se liberan, están abonando la deuda", sostuvo de modo irónico.
Desde el lado del Partido Colorado, que gobernó durante casi toda la historia independiente del país y hoy cuenta con un menguado bloque parlamentario opositor, hubo silencio, al menos ante la consulta de IPS al senador Isaac Alfie, quien fue ministro de Economía hasta la llegada de la izquierda al gobierno en marzo de 2005.
Alfie lideró el comienzo de la recuperación económica en el tramo final del gobierno colorado de Jorge Batlle (2000-2006), luego de que el FMI rescató a Uruguay del borde del abismo en el que estaba a mediados de 2002 tras la corrida bancaria provocada por la quiebra de parte del sistema financiero, estafas bancarias y los coletazos del colapso argentino de fines de 2001.
Uruguay fue socorrido en agosto de 2002 por un préstamo puente y relámpago del Tesoro de Estados Unidos de 1.500 millones de dólares, que habilitó luego un crédito "stand by" (en espera) por 3.100 millones de dólares del FMI, en publicitadas operaciones para evitar que este pequeño país de 3,2 millones de habitantes siguiera el camino errante de Argentina.
El próximo martes y tras 46 años de dependencia financiera con el FMI y consecuentes condicionamientos en política económica, Uruguay abonará por anticipado lo que le resta de aquella deuda, hoy de 1.080 millones de dólares.
De este modo, el gobierno de Vázquez sigue el mismo camino transitado a fines de 2005 por Buenos Aires, que abonó 9.800 millones de dólares, y Brasilia, con 15.500 millones, todos socios del Mercado Común del Sur (Mercosur) junto con Paraguay y Venezuela.
El ministro Astori había adelantado entonces que seguiría el mismo rumbo, aunque se vio obligado a esperar mejores tiempos financieros debido a la abultada deuda con el FMI, que superaba los 3.000 millones de dólares.
Uruguay llegó a ocupar el cuarto lugar entre los países más endeudados del mundo, respecto de su producto interno bruto, cuando esa relación llegó a 108,7 por ciento en 2003, como consecuencia del colapso financiero.
Entre septiembre del año pasado y agosto Vázquez dispuso tres pagos anticipados al FMI por 1.690 millones de dólares, también por el mecanismo de colocación de bonos soberanos.
Fuentes del Banco Central del Uruguay aseguraron a IPS que el próximo martes se utilizarán también reservas para pagar al organismo multilateral, aunque no precisaron el monto ni el porcentaje. También indicaron que en el futuro se tratará de bajar la deuda utilizando esos activos netos, que hoy suman 3.158 millones de dólares, prácticamente el mismo monto que antes de la crisis.
Las reservas uruguayas de divisas llegaron a sumar apenas 554 millones de dólares en agosto de 2002, cuando el desempleo trepó a 21 por ciento de los activos y la pobreza comenzó a ascender para pasar de 19 por ciento en 2001 a 32 por ciento tres años después.
Hoy el desempleo se ubica en 10 por ciento, la pobreza se redujo en los dos últimos años a 27,4 por ciento de la población uruguaya.
Por eso Yaffé, politólogo y profesor de historia económica de la Universidad de la República, considera que en este pago hay que destacar el cierre de un ciclo de dependencia con este organismo multilateral, puesto en marcha en 1946 y del que Uruguay es uno de sus fundadores.
"La primera carta de intención fue firmada por este país en septiembre de 1960" y desde entonces nunca pudo salir de ese círculo vicioso con el FMI, arrastrando un endeudamiento que nació con empréstitos colocados en 1860 en Londres, pero que desde hace cuatro décadas no deja de crecer, precisó el historiador.
"Esta decisión de Astori es un respiro, pero no resuelve el tema de fondo, que es estructural", sostuvo. "Sólo se solucionará cuando la economía del país crezca de modo continuo, deje atrás el déficit comercial, y eso sucederá cuando deje de depender de las importaciones de tecnología y de recursos energéticos y de las exportaciones de materias primas", puntualizó.
Yaffé puso el alerta en que el crecimiento económico de Uruguay, estimado para este año por el FMI en 6,5 por ciento, está sustentado entre otras cosas por un circunstancial buen momento de los precios internacionales de productos básicos, como carnes y granos.
Rato entiende que "la buena gestión de la política macroeconómica ha sentado las bases para la consolidación de la confianza del mercado, y para lograr resultados económicos positivos y una mejora del perfil de la deuda pública".
Con ese respaldo, Astori sostuvo que la operación tenía como fin central abaratar el servicio de la deuda y alargar los plazos de vencimiento, que ahogaban en el corto plazo la operativa de caja de Uruguay.
Pero, especialmente dijo el ministro, libera al gobierno de las condiciones estrictas del FMI respecto del manejo de la economía. Una euforia que tanto Ribeiro como Yaffé consideran "exagerada", pues el mercado privado de bonos también genera compromisos, quizás mayores que los que ponen por escrito las cartas de intención del FMI.