Hugo Chávez, el militar retirado en busca de seguir en la presidencia de Venezuela, y Manuel Rosales, el maestro candidato de las fuerzas opositoras, representan con sus contrapuestos estilos la división de la ciudadanía convocada para elegir este domingo el gobierno de los próximos seis años.
Quizá ser provincianos y tener origen humilde sean los únicos elementos comunes entre ambos postulantes.
Rosales, próximo a cumplir 54 años e innegable astucia política, es oriundo de Santa Bárbara de Zulia, al sur del noroccidental lago Maracaibo, y se desempeñó como maestro de escuela, como lo fue el padre de Chávez, quien nació en un pueblito de las llanuras del sudoeste, llamado Sabaneta,
Chávez tiene 52 años, es locuaz, extrovertido, de risa fácil, saluda constantemente, habla con un vozarrón de trueno, es orador incansable y en sus discursos galvaniza la atención pasando con rapidez de la arenga incendiaria contra el imperialismo estadounidense al comentario trivial sobre un partido de béisbol o una anécdota de su infancia o de la vida en el cuartel.
Rosales, en cambio, es parco, más bien tímido, a veces atildado y distante, sonríe escasamente, atento a las formas, no se excede en confianza con sus interlocutores, se equivoca en la construcción de sus exposiciones y repite casi las mismas cosas con los mismos términos en mítines y entrevistas periodísticas.
[related_articles]
El actual mandatario se ubicó por primera vez en la palestra pública en 1992, cuando dirigió como teniente coronel del ejército una cruenta y fallida sublevación militar. Está separado de su segunda esposa, tiene cuatro hijos y dos nietos.
Su principal competidor, que fue concejal y alcalde Maracaibo antes de gobernar el petrolero estado de Zulia, está casado en segundas nupcias y tiene 10 hijos, varios adoptivos.
Chávez se autodefine como bolivariano y socialista, y ha recibido respaldo abierto durante la campaña de los presidentes Fidel Castro, de Cuba, Evo Morales, de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Néstor Kirchner, de Argentina. El gobernador, en tanto, se considera "un socialdemócrata, un hombre de centroizquierda".
Graciela Ordaz, quien manifestó por Rosales en Caracas, dijo a IPS que "Manuel es nuestra última esperanza para salvar la democracia, ahora o nunca", en tanto Rosa Piña, quien vino a un acto chavista desde el sudoeste fronterizo con Colombia sostuvo que "el comandante es como una continuación de Jesucristo para beneficio de los pobres".
Esa visión apocalíptica, con invocaciones religiosas, propia de la polarización política que ha vivido Venezuela en la última década, fue devuelta a sus seguidores por los aspirantes en sus discursos, dilemáticos, radicales, con escasos paréntesis para llamar a la unidad y a la construcción común de un país para todos.
"Vamos a elegir entre dos modelos: por un lado los que creemos en la democracia, en la libertad y en la justicia social, y por el otro los que quieren establecer un sistema castro-cubano-comunista quitándole la libertad al pueblo", dijo Rosales en su último mitin, el miércoles en su feudo Maracaibo, la capital petrolera del occidente del país.
Por su parte, el presidente advirtió el mismo día ante los suyos en San Felipe, 200 kilómetros al noroeste de Caracas: "Míster Diablo (así llama al presidente estadounidense George W. Bush) te lo aviso, vamos a pulverizar a los candidatos del imperialismo, les vamos a dar el nocaut político más grande que se recuerde en la historia de las naciones".
En liza hay una docena de candidatos, pero la polarización dejó ante la opinión de los ciudadanos sólo a Chávez y a Rosales, sin que los restantes alcancen punto alguno en las encuestas de opinión de voto, la mayoría de las cuales vaticina una cómoda victoria del actual mandatario.
"Yo no soy yo, yo soy ustedes. Ustedes van a votar por ustedes mismos, por la Venezuela socialista del siglo XXI, por la igualdad, por el amor, porque el otro camino es el del odio, el del capitalismo", clamó Chávez. Y, como reza el bolero del mismo título, agregó entre aclamaciones: "Siento por ustedes, más que amor, frenesí".
Rosales, que critica la alianza entre Caracas y La Habana, ha dicho: "no tengo amo ni dueño, sólo obedezco a Dios, a la Virgen y al pueblo", y en Maracaibo pidió a cientos de miles de seguidores rezar "un Padre Nuestro por la reconciliación de Venezuela".
El escritor Alberto Barrera, recientemente galardonado con el premio hispano Herralde por su novela "La enfermedad", y autor de la más leída biografía sobre el mandatario titulada "Chávez sin uniforme", observó a IPS que, "a lo largo de la campaña, desde agosto, ninguno de los adversarios llamó al otro por su nombre".
Rosales se refiere siempre a Chávez como "el tipo", y el gobernante llama a su rival "aspirante a Frijolito". Como Frijolito "uno" y "dos", Chávez designó a sus rivales en las contiendas presidenciales de 1998 y 2000. "Frijolito" era el caballo que montó en algunos actos de campaña Henrique Salas, quien disputó la presidencia a Chávez en 1998.
"Es una metáfora del país. El otro no se nombra, se le ignora, no existe. Así hemos estado políticamente en Venezuela durante estos años, no nos vemos como un solo pueblo, sino ignorando a la otra mitad del país que no está con nosotros", dijo Barrera.
En el desarrollo de la campaña, Chávez combinó presencia mediática al inaugurar obras con recorridos cortos entre concentraciones de partidarios, siempre desde lo alto de un camión —invocando razones de seguridad— al que sus oponentes llaman "la carroza".
Rosales sorprendió con intensas caminatas, algunas en barriadas pobres de Caracas y otras ciudades, y enormes concentraciones que bautizó "avalanchas", las que supuestamente darían un mentís a los números de las encuestas.
Mientras que Chávez "hizo énfasis en la promoción, en reforzar su posicionamiento como la opción de los pobres, más que en las movilizaciones de calle", destacó a IPS Oscar Schémel, director de la firma de encuestas y consultoría Hinterlaces.
Para este analista, Rosales "se concentró en su tarjeta Mi Negra (una propuesta de tarjeta de débito para entregar dinero a dos millones de desempleados), pero no atendió suficientemente otros temas, como la inseguridad que afecta a las mayorías".
Barrera, en cambio, considera que Rosales "se ha beneficiado más bien de los ataques del chavismo, y hasta de opositores, que criticaron sus errores como orador y su falta de destrezas o conocimientos, porque la gente común es así, tiene errores, se equivoca cuando habla".
"También a Chávez lo estigmatizaron como zambo, bruto, burdo, y así lo ayudaron a ser el formidable comunicador que ahora tenemos", puntualizó.