El obispo católico Guy Sansaricq, un haitiano-estadounidense de 72 años, dirige la Iglesia St. Jerome, en Flatbush, área de mayoría caribeña en el barrio neoyorquino de Brooklyn.
La oficina de Sansaricq en el templo construido de ladrillos en la avenida Norstrand está adornada con una imagen de la virgen María y una pintura naif con una escena lírica y pueblerina de Haití.
"Uno deja un pedazo del corazón en el país natal", dijo el primer obispo auxiliar de origen haitiano en la historia de Brooklyn. "Pero al mismo tiempo necesita vivir, necesita un ingreso, necesita una educación."
Sansaricq emigró a Estados Unidos en 1971, luego de breves escalas en Bahamas y Canadá. Nacido en el sudoccidental poblado haitiano de Jérémie, presenció cómo muchos de sus familiares caían víctimas del dictador François "Papa Doc" Duvalier, que gobernó entre 1957 y 1971.
Luego de todos estos años en Nueva York, el obispo Sansaricq observó desde una ubicación privilegiada el rostro cambiante de la comunidad haitiana en la ciudad. Vio, por ejemplo, oleadas de inmigrantes durante las dictaduras de Duvalier y de su hijo, Jean-Claude, que concluyeron en 1986.
También se sumaron haitianos a la comunidad caribeña neoyorquina durante los gobiernos militares que se sucedieron desde entonces en esa nación insular, en las dos presidencias del ex sacerdote Jean-Bertrand Aristide, ambas interrumpidas violentamente, e incluso en la actual, encabezada desde mayo por René Préval.
Antes de que concluyera la dinastía de Duvalier, que empobreció a este país de ocho millones de habitantes, "había cierta esperanza en que los haitianos retornarían a Haití", dijo Sansaricq.
"Había un fuerte espíritu transnacionalista", agregó. "Pero ahora hay mayores avances en la participación de los haitianos en Estados Unidos, al que reconocen como un país en el que tienen raíces."
Más de un millón de haitianos viven en Estados Unidos, un tercio de ellos en la ciudad de Nueva York.
El no gubernamental Consorcio por el Empoderamiento Haitiano (CHE) defiende un mayor involucramiento de los haitianos en las cuestiones de Estados Unidos.
Desde el tercer piso de un centro comercial en el área de Fort Greene, en Brooklyn, el CHE intenta fortalecer la influencia política de su comunidad en beneficio tanto de los residentes en Estados Unidos como la propia población de Haití.
Desde su origen en 2002, el grupo logró la constitución de 16 organizaciones que actúan juntas en el frecuentemente fragmentado espectro político haitiano.
"Cuanto más fuerte sea la comunidad haitiana en Estados Unidos, más podremos ayudar a Haití", dijo Gina Cheron, fundadora del CHE, que llegó a este país en 1991 como estudiante.
"Al dejar de lado algunas de las diferencias que nois separaban y al trabajar juntos, estamos en mejor posición para negociar y para influir en la política de Washington hacia Haití", sostuvo Cheron.
La última década no fue nada buena para el país caribeño. René Préval conduce un país donde la turbulencia política, las brechas sociales y la degradación del ambiente lo convirtieron en un lugar donde tanto ricos como pobres chocan con grandes dificultades para sobrevivir.
Ochenta por ciento de la población vive en la pobreza. Haití se encuentra tercero en el mundo en cuanto a proporción de hambrientos, detrás de Somalia y Afganistán. Dos tercios de la fuerza de trabajo carecen de empleo formal.
Noventa por ciento de la cobertura forestal del país fue destruida en los últimos 50 años para producir carbón y abrir espacios a la agricultura. Y el suelo perdió poder de absorción, lo cual hace al país muy vulnerable a las torrenciales lluvias caribeñas.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) condonó la deuda de Haití con la institución y la comunidad internacional de donantes comprometió en julio un aporte 750 millones de dólares para consolidar la recuperación económica.
Pero esos fondos requieren un manejo adecuado para que se traduzcan en mejoras a la calidad de vida.
Esta situación exaspera a muchos haitiano-estadounidenses.
"Muchos factores externos convierten al país en lo que es. Se nos hace pagar por habernos independizado del modo que lo hicimos", dijo Shu-fy Pongnon, sentado en un café del West Village de Manhattan.
Haití, donde la inmensa mayoría de la población es de raza negra, se liberó del yugo francés en 1804, en momentos en que la esclavitud de los africanos predominaba en gran parte de América, incluido Estados Unidos.
Pongnon, quien nació en Nueva York de padres haitianos y vivió en los dos países, es el productor ejecutivo de I and I Exchange, programa televisivo para mujeres y niños caribeños que se emite en un canal comunitario de Brooklyn. También es asesor de la vicepresidenta del barrio de Manhattan, Rosemonde Pierre-Louise, ella misma de origen haitiano.
"Debemos tomar las riendas del monstruo. Debemos decir que el pueblo se merece respeto a sus derechos básicos y una vida decente", dijo Pongnon. "Debemos reconocer cuando alguien de la diáspora quiere aportar una idea que beneficie al país."
Uno de los problemas que surgen es la prohibición constitucional haitiana a la doble ciudadanía.
El parlamento haitiano hizo poco desde 1991 para atender el problema, aunque muchos legisladores tienen algún tipo de ciudadanía o estatus de inmigrante legal en otros países.
"La doble ciudadanía le ha servido a muchos países de todo el mundo", dijo Harry Fouché, presidente del CHE y ex cónsul general de Haití en Nueva York. Fouché emigró a Estados Unidos con su familia en 1969.
El dirigente recordó que el ex primer ministro griego Andreas Papandreou asistió a la Universidad de Harvard, se enroló en la armada estadounidense y fue profesor universitario en este país antes de regresar a Grecia en 1981.
"Todo el conocimiento que adquirió aquí ayudó a su país. Creo que habrá una revisión de la constitución haitiana", sostuvo Fouché.
En las últimas elecciones legislativas, el haitiano-estadounidense Kwame Raoul, del Partido Demócrata, fue reelecto como senador del estado de Illinois con más de 80 por ciento de los votos. El médico M. Rony François dirige el Departamento de Salud del estado de Florida.
La localidad de El Portal, en Miami, se convirtió en 2000 en la primera municipalidad que eligió un alcalde haitiano-estadounidense, y pronto le siguieron North Miami y la neoyorquina Spring Valley.
Pero "no son los políticos los que cambiarán el país", dijo el clérigo cristiano Daniel Ulysse, dirigente del CHE que migró a Estados Unidos en 1981. "Seremos, más bien, nosotros todos uniéndonos y dejando nuestras diferencias de lado." (FIN/IPS/traen-mj/md/ks/na ca ha hd ip pr/06)