La afirmación del presidente colombiano Álvaro Uribe de que el miembro del secretariado de las insurgentes FARC, Raúl Reyes, se esconde en Ecuador, calentó la campaña para la segunda vuelta electoral en este país y abrió interrogantes sobre las relaciones entre Quito, Bogotá y Washington.
Tras las declaraciones de Uribe el 20 de octubre, el canciller ecuatoriano Francisco Carrión exigió explicaciones al embajador de Colombia, Carlos Holguín, quien aseguró que lo dicho por el mandatario se basaba en informes de la inteligencia militar colombiana.
La respuesta complicó más las relaciones entre los dos países porque implicaba una intervención de la inteligencia colombiana en territorio ecuatoriano.
El canciller Carrión replicó que Ecuador no admitía la afirmación de Uribe porque no hay ninguna prueba de que Reyes —encargado de las relaciones internacionales de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)— esté en su territorio.
"Ecuador controla hasta el límite mismo de su frontera con Colombia, no va más allá ni un centímetro, y controla de manera efectiva y permanente, cosa que lamentablemente no puedo yo decir que suceda del lado colombiano", dijo Carrión.
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La sugerencia de que el gobierno vecino disponga labores de espionaje en Ecuador es algo que Quito ni siquiera se quiere plantear "puesto que sería grave", añadió.
Aunque varios portavoces del gobierno colombiano prometieron las pruebas sobre la presencia de Reyes en Ecuador, nunca las presentaron.
Sin embargo, el general Germán Galvis, comandante de la Sexta División del Ejército de Colombia que controla el sur de ese país, afirmó el martes en una entrevista con la cadena colombiana Caracol Radio que "para nadie es un misterio que él (Reyes) está allá".
"Tenemos información precisa sobre la presencia" de Reyes "al otro lado de la frontera", aseguró el militar.
El ejército de Colombia está haciendo "la presión" necesaria en la zona fronteriza con Ecuador y Perú, y espera "el apoyo decidido de los otros ejércitos", dijo.
"El apoyo que tenemos del ejército ecuatoriano ha sido eficiente, (pero) lo que pasa es que ellos (los guerrilleros) aprovechan la parte de esta frontera que es selvática", aseguró Galvis.
Varios analistas estiman que las referencias a Reyes casi un mes antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador, previstas para el 26 de este mes, buscan influenciar a los electores a favor del postulante y magnate bananero Álvaro Noboa, cuyo triunfo lo colocaría como futuro aliado de Colombia y Estados Unidos.
En la primera vuelta de los comicios, el 15 de octubre, Noboa se ubicó primero con 26,8 por ciento de los sufragios, mientras el candidato izquierdista Rafael Correa quedó segundo, con 22,8 por ciento.
Según la última encuesta de la consultora Informe Confidencial, Noboa recoge 47 por ciento de las intenciones de voto, y Correa 34 por ciento.
Noboa señala que su oponente es "comunista", "amigo de (presidente venezolano) Hugo Chávez", y "defensor de las FARC", la principal guerrilla colombiana, en armas desde 1964.
Correa ha dicho que no considera terroristas a las FARC —como las definen Estados Unidos y la Unión Europea— una categorización que equivaldría a involucrar a Ecuador en el conflicto colombiano, ya que su país dejaría de ser neutral.
"Noboa pretende involucrarnos en el Plan Colombia (contrainsurgente y antinarcóticos y financiado por Washington) y en el conflicto del país hermano. Nosotros no aceptamos involucrarnos en un conflicto que no es el nuestro", afirmó Correa a varios medios de comunicación.
El candidato presidencial de Alianza País ha argumentado que ni siquiera la Organización de las Naciones Unidas ha declarado a las FARC como terroristas.
Antes de la primera vuelta, Noboa se definió como potencial aliado del mandatario Uribe y del gobierno de Estados Unidos en el combate a la guerrilla colombiana.
También aseguró que si ganaba las elecciones rompería relaciones con Venezuela y Cuba, pero últimamente ha suavizado su discurso, tratando de cambiar la imagen de ultraderechista que se ha proyectado.
También Correa ha bajado decibeles a sus declaraciones. Antes del 15 de octubre había señalado que llamar "diablo" al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, como lo hizo el mandatario Chávez, era ofender al demonio ya que éste era más inteligente que el gobernante estadounidense.
Pero la semana pasada pidió y logró una reunión con la embajadora estadounidense Linda Jewell, en busca de morigerar su imagen de izquierdista radical.
En este contexto de polarización electoral hay que leer las declaraciones de Uribe y de portavoces del gobierno colombiano intentando vincular a Ecuador con el insurgente Reyes, dijo a IPS el analista político y director de radio La Luna de Quito, Paco Velasco.
"Las declaraciones tienen el objetivo de intervenir en la política ecuatoriana, porque se hacen antes de las elecciones, cuando existen posturas claramente enfrentadas entre los dos candidatos sobre el involucramiento en el conflicto colombiano, la participación en el Plan Colombia y el futuro de la base de Manta", afirmó Velasco.
El catedrático y analista Alejandro Moreano, de la Universidad Andina Simón Bolívar, cree que "existe una conexión clara entre las expresiones del mandatario colombiano sobre la supuesta presencia de Reyes en Ecuador y las acusaciones de Noboa a Correa de comunista".
El ex canciller Heinz Moeller, quien se menciona como posible ministro de Relaciones Exteriores de un eventual gobierno de Noboa, también critico a Correa por no declarar terroristas a las FARC, cosa que él tampoco hizo cuando estuvo al frente de la política internacional ecuatoriana, entre 2000 y 2002.
En 1999, siendo presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del Congreso legislativo, Moeller firmó el convenio que cedió la base aérea del occidental puerto de Manta a las Fuerzas Armadas estadounidenses, junto al entonces presidente Jamil Mahuad y al canciller Benjamín Ortiz.
La base de Manta es una pieza clave para el reconocimiento aéreo del Plan Colombia.
Para el presidente del Congreso, Wilfredo Lucero, "hay en cada pronunciamiento un afán de inmiscuir de alguna manera a Ecuador en los problemas internos de Colombia, esa es la política que llevan los Estados Unidos y el gobierno colombiano, y la política que debe mantener Ecuador es no inmiscuirnos en un caso que no nos ocupa ni nos compete".
Ecuador y Colombia comparten una conflictiva frontera de 586 kilómetros, por la que pasan muchos colombianos que huyen de la guerra en su país, en la que se enfrentan guerrillas izquierdistas, por un lado, y fuerzas del Estado y grupos paramilitares, por otro.